Corresponsales y corresponsables
jueves 27.oct.2016 por Ricardo Olmedo 0 Comentarios
Cada dos por tres suceden cosas noticiables en este mundo ancho y ajeno: terremotos, tifones, tsunamis, golpes de Estado, revueltas sociales, alarmantes brotes de enfermedades, escarceos guerrilleros, pisoteos múltiples y variados de derechos humanos, etc.Cuando sucede algo de esto lo normal es que los medios pidan a sus corresponsales que cubran la noticia o se manda al enviado especial a que haga su trabajo. Esto, quizá, haya que escribirlo en pasado porque la crisis periodística está dejando esos oficios reducidos a la mínima expresión.
Pero voy a lo que voy. Me llama la atención que los colegas con mando en plaza y que gestionan esto de la información no acuden casi nunca a esa otra red de corresponsales que tenemos los españoles repartida por el mundo. Resulta que son nada menos que 13.000 y que no hay rincón del planeta donde no estén. Sobre todo rincones calientes, allí donde de verdad se están cociendo a fuego lento –hasta que entran en ebullición- los conflictos y problemas.
Están en la olla a presión islamista y secesionista del sur de Filipinas, en la guerra sorda del este del Congo, en las movidas de Zimbabue, en las tragedias medioambientales de Honduras, Guatemala o Brasil, en las fronteras sangrantes de México, en las violencias narcoterroristas de Perú, en las periferias urbanas de megalópolis como Nairobi, Johannesburgo, Buenos Aires o Lagos, en la tierras resquebrajadas de Haití o en las anegadas de Indonesia.
¿Quiénes son estos 13.000 corresponsales españoles? Pues el montón de misioneros que me encuentro y que me cuentan lo que pasa allá donde viven, trabajan, ríen y lloran con la gente de esos lugares. Por eso hablo de “corresponsables”. Pero resulta que mis colegas, cuando salta el notición, no suelen llamarlos, por desconocimiento o por prejuicio (creo que más por lo segundo). Como si la voz del padre fulanito o de la hermana menganita no fuese de interés pese a llevar 20, 30, 40 años dejándose la vida en esas esquinas del mundo. El caso más llamativo fue la pasada epidemia de ébola: una emisora conectaba con el recién llegado de una ong sanitaria pero ni se le ocurría llamar a los Hermanos de San Juan de Dios que estaban a pie de camilla. En fin.
El próximo domingo, para hablar de Zimbabue, cuento con José Alberto Serrano, un misionero aragonés que llegó al país hace 46 años. Digo yo que algo sabrá…