Escuelas en peligro de extinción
jueves 14.sep.2017 por Ricardo Olmedo 0 Comentarios
Esta mañana las palabras de Hombeline me han vuelto a llevar al Kivu Norte, esa tierra congoleña feroz y abrumadora, rojiza y tapizada de verde, que no deja de sangrar por las venas abiertas de las que sacan el mineral, a la vez que se llevan por delante la vida de tanta gente.
Las palabras de Hombeline me llevaron a una mañana neblinosa, en la que salimos de Goma hacia el noreste, la frontera con Uganda, para contar la inauguración de un hospital que iba a mejorar la vida de tanta gente, que iba a evitar que las parturientas murieran por el camino al lejano Rutshuru, donde hay otro centro sanitario. Llegamos. Pese al tiroteo que sufrimos por el camino. Que aún pienso que no tiraron a dar, sino simplemente a avisar de que andaban por allí. Eran las primeras elecciones democráticas del país y gente como el siniestro general Laurent Nkunda andaba por allí haciendo de las suyas.
Las palabras de Hombeline también me han recordado los sufrimientos de tantas mujeres. Por ejemplo en Bukavu, donde se cargaron hasta al arzobispo Munzihirwa. Allí, en el barrio de Chai, Bahati me contaba cómo la habían violado delante de sus hijos en los peores tiempos de la guerra. Que siguen siendo los de ahora mismo…
A Hombeline la ha traído la buena gente de la ong Entreculturas para su anual campaña, ahora que comienza el cole…y no para todos. Entre otros se quedan sin cole 175 millones de niños que, paradójicamente, viven en países ricos en recursos naturales. Como la RD Congo. Este año Entreculturas quiere recordar que la fuerte presión sobre los recursos minerales, fósiles, pesqueros, forestales y agrícolas y la lucha por su control, generan, además de degradación ambiental, tensión, conflictos y violencia. Y donde hay violencia, ya se sabe, no hay escuelas, ni maestros, ni familias con ganas de mandar a sus hijos por esos caminos de sangre y plomo.
Hombeline Bahati, que trabaja en el Servicio Jesuita a Refugiados en RD Congo, ha vuelto a contar todo esto. Y yo acordándome de aquella mañana en el Kivu, de los gorilas del parque de Virunga, de la maravillosa y torturada gente de allá, de los tiroteos, de lo lejos que está Kinshasa y ¡ay! lo cerca que está Ruanda. Y de los miles de niños en ese país –millones en todo el mundo- que esta mañana no han hecho lo mismo que mis hijas. Es decir, salir de casa tranquilamente sabiendo que hay un cole que les espera con las puertas abiertas.