Enriqueta tiene 30 años y pesa 29 kilos. O al revés: le pesan sus 30 años y tiene 29 kilos. Y tiene algo más: tres hijos de once, ocho y tres años. Michel, el mayor, hace de padre/madre de familia. Lo mismo corta las hojas de la mandioca para hacer una salsa, va a por agua, lava al pequeño o trae la leña para cocinar. A Michel se le ha ido la infancia por el sumidero de la pobreza, demasiado deprisa, demasiado ferozmente, sin darse cuenta de que cada año que cumplía valía por dos.
A Enriqueta le pesan sus años y ese cuerpo que transparenta el sida y la tuberculosis. Por eso tiene la mirada tan viva y una sonrisa que saca del suspiro del alma...
Regreso al país de África en el que mejor me encuentro. La primera vez fue en 2004, cuando aún se estaban secando las heridas de las inundaciones del Limpopo, cuando Maputo estaba empapelado con carteles informando sobre el sida, cuando conté la denuncia de sor Juliana Calvo sobre los horrendos casos de desapariciones de menores en Nampula para el mercado de órganos, cuando el 90% de los enfermos que atendían aquellas monjas españolas habían desarrollado el virus del sida... Sí, es verdad que me encontré y conté historias muy impactantes, pero también me encontré a una gente muy acogedora, que estaba deseando pasar página después de tantos añ...
Ya tengo la maleta abierta sobre la cama. Me voy a Sudamérica. Primero a Uruguay y luego a Paraguay. Una semana a cada uno de estos pequeños países que viven su particular historia entre dos gigantes como Argentina y Brasil. Por cierto, “guai” en guaraní parece que significa “lugar de agua”, lo que viene siendo un río. “Para” y “Uru” hacen referencia a “bonito” y “pájaro”. Lo que nos daría que Paraguay es “río bonito” y Uruguay “río de los pájaros”. Pero hay otras muchas teorías lingüísticas y semiológicas. Esta es la que a mí más me ha gustado.
Es otoño por debajo de la línea del ecuador. Pero está siendo tan atípico y caluroso que ya ...