Un sursudanés
lunes 18.jun.2018 por Ricardo Olmedo 0 Comentarios
“Un sursudanés es el primer atendido de la flotilla del Aquarius”, leo estos días. Días extraños donde hay quienes esbozan una mueca de desagrado, de mal rollo y peor baba ante este asunto. Unos lo esbozan pero otros, descaradamente, claman contra el rescate agitando banderas negras, el caos que llega, el fin del mundo… y no se enteran de que el mundo hace mucho que se acabó. Al menos, su mundo.
Un sursudanés. Que no sé cómo se llama, que no sé de qué rincón de ese país viene, que no sé si es dinka, nuer o shilluk o acholi. Pero ojalá sea él.
Un sursudanés. Ojalá sea ese chaval que hace doce años clavó sus ojos en los míos en Mapourdit, en el corazón caliente de lo que aún era el sur de Sudán. Esa mirada me persigue, recurrente, en mis pesadillas. Cuando salen a pasear los fantasmas de las víctimas de tantas injusticias que salen en mis reportajes. Cuando la noche no me es propicia y parece que forman una hilera, que se empujan por aparecer, por recordarme que siguen ahí, huyendo de los jinetes de un apocalipsis perpetuo.
Un sursudanés. Ojalá sea él, que entonces vivía del aire y de la tierra inerte de un país destrozado por décadas de guerra. Mientras un misionero italiano salvaba vidas en una tienda de campaña donde había montado un quirófano, el chaval estaba allí quieto, estatuilla de ébano bajo el sol, desnudo. Y no paraba de mirarme.
Un sursudanés. Ojalá haya podido escapar de aquellos escombros de país al que volví cuando quiso venirse arriba y se había cambiado de nombre: Sudán del Sur. Y celebraba una nueva etapa…que duró un año y medio. El tiempo suficiente para que la oposición se levantara en armas y volviera otra vez el maldito caos. El mismo que todavía sigue.
Un sursudanés. Ojalá sea él y no se haya quedado en las cunetas de Malakal, de Wao, de Talit, en los arrabales de Yuba, en las orillas tristes del Nilo. En un país donde no hay quien viva y me resisto ahora a sacar datos, informes, estadísticas, números…que están ahí, que cualquiera puede leer, que nos apuñalan los ojos, que solo escupen dolor.
Un sursudanés. ¿Alguien duda porqué se escapa de su país?, ¿alguien no entiende que se embarque llevando por equipaje la desesperación y unas rabiosas ganas de vivir?, ¿de verdad alguien no lo entiende?
Un sursudanés. ¿solo uno?