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Murilo, diez años después

Murilo y yo

"Rápido, rápido. Al carro, rápido". Gritaba Edson, responsable de la ONG "Rúas e prazas" (Calles y plazas) hace diez años. Era de noche y entrevistábamos a Murilo en plena calle. Estaba rodeado de otros niños, como él, a los que acabábamos de grabar colocando unos cartones para dormir en la acera, al raso, muy cerca de uno de los canales de Recife. "Rápido, rápido. Al carro, rápido". Y con la antorcha de la cámara aún encendida, y los pequeños revoloteando y gritando nerviosos a nuestro lado, pudimos ver de refilón cómo llegaba otro grupo de chicos de la calle corriendo hacia nosotros. Eran algo más mayores. Al parecer estaban cabreados porque habíamos entrado sin permiso en su territorio. Cuando nos subimos a la furgoneta, aún asustados, Edson trataba de explicarnos que Murilo nos había engañado. Al parecer nos había utilizado para alguno de sus múltiples trapicheos. Era el líder del grupo. Estaba completamente drogado. Tenía 12 años.

Hoy me he vuelto a encontrar con él. Ha pasado una década desde aquella entrevista atropellada que emitimos en el reportaje "Las calles de los sueños rotos". No me ha reconocido, al contrario que yo a él. Le he recordado la última vez que nos vimos y tuve que salir corriendo. Se ha sonreído y se ha disculpado: "He cometido muchos errores, no quiero que mis hijos sigan mis pasos". Y me deja asombrado pensar que pueda tener hijos. Le pregunto qué ha sido de su vida desde 2005, en estos diez últimos años. Y aunque es pleno día y no está drogado, a pesar de que estamos sentados bajo la sombra de un árbol viendo como Tiago -uno de sus "hijos" (9 años), juega al fútbol con otros críos- comienza a confesarse conmigo poniendo por testigo ,y a veces como traductor, a "Tonho da Olinda", el educador de calle más experimentado.

Murilo ha cumplido 22 años. Vive entre la calle y la casa de su madre, en el barrio de Coelho. Cobra una pensión que equivale al salario mínimo por la enfermedad mental que le diagnosticaron. Esnifar cola durante tantos años le ha salido muy caro. Me cuenta que la policía le tiene muy vigilado. Que van a menudo a molestarle a casa de su madre con la excusa de buscar droga y para sacarle dinero. Lo cierto es que ayer mismo, a su "hijo" mayor, João (17 años), se lo llevaron preso porque algo le encontraron.

Le pido que me cuente por qué tiene dos "hijos" tan mayores, dónde y cómo los ha adoptado. Y me muestra sus tatuajes en los antebrazos donde se lee: "Tiago meu filho" y "João meu filho". Dos niños que conoció en la calle y a los que "apadrina" informalmente. Viven con él, con su madre, su padrastro y sus dos hermanos pequeños. En total son siete en casa, aunque pasa largas temporadas con sus "hijos" en la calle.

Miro a Tiago jugar con el peto azul. No es un buen cierre, su portero le recrimina un fallo. Van perdiendo tres a cero. Y Murilo me mira mirando a su "hijo" y muy serio me suelta a bocajarro: "Quiero que aprendan en "Rúas e prazas" lo que yo no quise aprender. Quiero que sean más felices que yo, que tengan un futuro mejor". Y me viene a la mente la cara de Murilo con 12 años completamente drogado. La antorcha de la cámara encendida y la voz de Edson gritando: "rápido, rápido. Al carro, rápido".

Murilo

Santiago Riesco    3.oct.2015 07:44    

Una mujer de raíces. De agua

Ivanete

Merece la pena comerse siete horas de viaje y atravesar dos estados brasileños si, al llegar a destino, uno se encuentra con un ángel disfrazado de campesina. Una mujer identificada con su tierra y con su gente. Una cristiana de base con una fe enraizada en que la voluntad de Dios se haga en la tierra como en el cielo. Aunque no llueva.

Porque Ivanete vive en la región del semiárido, en el sertao, en la caatinga, en esa especie de sahel brasileño que recuerda al lejano oeste de las películas de vaqueros con sabor nordestino.

Este peculiar ecosistema mataba de sed campos y ganado. Impedía llevar una vida adecuada. La falta de agua era incompatible con el ser humano.

En la parroquia de Ivanete, Cáritas quiso hacer algo. Y montaron un "Grupo de agua" que más tarde encabezó el comité municipal que abordaba este asunto vital. Fue en 1997 cuando empezaron a construir los primeros aljibes e impluviums para recoger el agua de lluvia. Al poco, Cáritas Nordestina consiguió la ayuda de Manos Unidas para poner en marcha el proyecto "Raizes". Era un plan integral para abordar la falta de agua desde su recogida y tratamiento hasta el uso para el consumo y la producción.

Ivanete se convirtió en animadora rural entre 2010 y 2013. Comenzó a formar a las familias para que aprendiesen a convivir con el semiárido. Puso en marcha el banco de semillas, el fondo rotatorio de animales, unidades de producción de pulpa de fruta, actividades culturales.

Ivanete es ahora voluntaria. El proyecto terminó hace un par de años. Pero ella sigue visitando a las familias, acompañando a los Agentes de Desarrollo Local (ADL) en todas sus iniciativas rurales.

Ivanete es una mujer soltera. Tiene 50 años y, desde que falleció su madre, vive con la familia de su comadre, con el marido de ésta y sus dos hijas. La pequeña es su ahijada. Ivanete va en moto a todas partes. Los domingos a misa y, entre semana,  a su campo de una hectárea donde planta de todo para comer variado. Vende en la feria, una vez al mes, las frutas y verduras que le sobran. Y así consigue algún ingreso.

Ivanete adoptó hace unos meses a un gato abandonado: "Es blanco, muy guapo. El más listo de los gatos".

 

Santiago Riesco    1.oct.2015 04:06    

La "raspadeira" que regresó a la escuela

Flavia raspadeira

Se llama Flavia Josefa Dos Santos y tiene 34 años. Vive en la comunidad Jarvs Gonzaga del municipio de Feira Nova; un lugar perdido en el brasileño estado de Pernambuco. A una hora de Vitória de Santo Antao. A dos horas y media de Recife. 

Flavia entró a trabajar en una fábrica de harina cuando era una niña. Y dejó los estudios para comenzar una vida de esclavitud. Las mujeres negras y afrodescendientes son la principal mano de obra en estos lugares insalubres. Ahí pasan alrededor de 15 horas al día raspando mandioca para conseguir un salario que no llega a un euro diario. Exactamente les pagan 4 reales brasileños por cada cien kilos de mandioca que dejen pelado y preparado para su molienda.

Son legión las mujeres negras y afrodescendientes que sólo han conocido esta forma de vida hasta que se les apareció Manos Unidas y el Centro de Mujeres de Vitoria (CMV). Hasta entonces su vida era nacer, raspar, sufrir abusos de todo tipo, raspar, tener hijos, raspar, enfermar, no poder raspar, no tener qué comer, volver a raspar, morir para liberarse de una vida de esclavitud que era más muerte en vida que cualquier otra cosa.

Flavia tiene dos hijos de 13 y 14 años que se llaman Evelyn y Everton. Estudian octavo y quinto curso. Flavia se sienta con ellos en la mesa de la estrecha cocina de su casa para resolver dudas y hacer las tareas de la escuela. Pero no como haría cualquier otra madre. Flavia también está en la escuela. Va al turno de noche y cursa séptimo y octavo a la vez. Comenzó hace cuatro años y, desde el principio, sus hijos se han sentido orgullosos de ella. Casi tanto como sus vecinas y, sobre todo, sus compañeras del centro de producción. Porque Flavia dejó la casa de harina en la que raspaba mandioca para entrar de lleno en el programa de Manos Unidas que ofrecía la posibilidad de organizarse con otras mujeres. Y así lo hizo. Y desde entonces cocinan dulces y salados en un local alquilado para venderlos luego en ferias, instituciones y en su pequeño puesto ambulante. 

Son tres grupos de doce mujeres cada uno. Todas ellas son negras o afrodescendientes. Muchas no pudieron ir a la escuela y todas se han dedicado (alguna todavía sigue haciéndolo) a las tareas del raspado de la mandioca sin derechos y en unas condiciones indignas. Ahora, con la ayuda de Manos Unidas, van recuperando la dignidad. Son madres e hijas. Vecinas, primas, amigas. Todas quieren mejorar sus vidas. Y han encontrado en estos centros de producción una alternativa.

Flavia es un caso de éxito. El de la "raspadeira" que regresó a la escuela.

Santiago Riesco   29.sep.2015 00:23    

Brasil: Allá que vamos

Mapa-do-brasil

El sábado 26, de madrugada, salgo otra vez hacia Brasil. Será mi tercer viaje a este gran país, tan grande como 17 Españas. En esta ocasión visitaré los estados de Pernambuco, Paraíba y Matogrosso. Durante dos semanas trataremos de grabar y recoger todas las historias de esperanza que ha generado la solidaridad española a través de distintos proyectos de Manos Unidas.

En Pernambuco volveremos a grabar con los niños de la calle en los canales de Recife. Hace diez años que hicimos con ellos el reportaje "Las calles de los sueños rotos", hoy pretendemos localizar a alguno de los protagonistas de aquel documental para ver cómo les ha ido la vida una década después. Todavía en el estado de Pernambuco, a unas horas de carretera, conoceremos la realidad de las mujeres afrodescendientes y el círculo de la esclavitud ligado a la actividad de la harina de mandioca. Pero, sobre todo, trataremos de mostrar cómo es posible romper esta inercia de abuelas, madres e hijas que entran a raspar la mandioca desde muy niñas sin poder optar a otra forma de vida y sin ningún derecho laboral. Grabaremos las cooperativas de generación de renta en el ámbito rural de Santo Antao, en Vitória. Ahora las mujeres elaboran bizcochos, tartas y dulces que venden en ferias y tiendas de toda la comarca.

Semiárido

En el vecino estado de Paraíba nos empaparemos del programa que Cáritas Nordestina ha puesto en marcha para convivir con el sertao, con la caatinga, con esa gran y desconocida sabana brasileira del semiárido. Una extensión equivalente a dos Españas donde las lluvias son escasas e irregulares. Donde, si no fuera por el proyecto "Raízes" en el que colabora Manos Unidas, la gente y el ganado acabarían muriendo de sed. Especialmente este año, el más seco desde que se tienen registros pluviométricos. Los depósitos domésticos para el consumo de agua potable, los pequeños embalses para regar los huertos, el cuidado del ganado, los bancos de semillas, la cultura del semiárido... también fueron objeto de uno de nuestros reportajes hace una década. Ahora volvemos a ver cómo ha evolucionado aquello que contábamos en "Caatinga, el desierto brasileño".

El estado de Mato Grosso es el tercer estado al que llegaremos con nuestras cámaras para contar historias de esperanza en medio del dolor. Para llegar tendremos que coger dos vuelos de línea regular (Recife-Brasilia y Brasilia-Cuiabá) para recorrer los 3.173 kilómetros que separan estas ciudades. En Cuiabá subiremos a una avioneta que nos llevará hasta la población que será nuestro campamento base en esta segunda semana de rodaje: Sao Felix de Araguaia. Aquí tenemos previsto encontrarnos con la obra de dom Pedro Casaldáliga. Trataremos de captar el espíritu evangélico que ha llevado a luchar por los derechos de los últimos: los campesinos y los indígenas que pretenden cultivar con respeto la tierra frente a las grandes empresas dedicadas al monocultivo y los grandes propietarios dispuestos a arrasar con todo para criar sus miles de cabezas de ganado.

Indígenas Xavante

La última parada será, si Dios quiere, a cuatro horas de Sao Félix de Araguaia, con el pueblo indígena Xavante. Esta historia merece que me extienda un poco más.

Los Xavante fueron contactados en 1950 en la época de la expansión agropecuaria en la Amazonía. Fueron expulsados de su tierra durante 38 años. En este tiempo la mitad del pueblo Xavante murió. Sus tierras fueron ocupadas, durante estas cuatro décadas, por la mayor hacienda de ganado de América Latina, la Suiá-Missu, con 400.000 cabezas de ganado en una extensión de un millón de hectáreas. En 1992, en la Conferencia del Clima celebrada en Río de Janeiro, la empresa italiana AGIP, propietaria de la hacienda, declaró su voluntad de devolver la tierra a los dueños legítimos, los Xavante. Seis años después, el Estado brasileño, por medio de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) reconoció la propiedad de los Xavante sobre estas tierras. En 2004 consiguieron recuperar un 15% de su territorio, aunque destrozado. En 2012, y con ayuda de Manos Unidas, los Xavante consiguieron la total expulsión de los invasores que vivían y esquilmaban su territorio indígena. Actualmente tratan de recuperar la naturaleza destrozada, su cultura y su modo de vida. El pueblo Xavante está formado por 960 individuos que, todavía, viven un un solo poblado. El poblado en el que nos recibirán y donde nos contarán su historia para que os la contemos a vosotros.

Si los desplazamientos y el wifi nos repetan, trataremos de contaros lo que nos vamos encontrando.

Seguimos en contacto.

 

Santiago Riesco   23.sep.2015 17:24    

Rumbo a Albania

El sábado, 20 de junio, salimos para Albania con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). Recorreremos este pequeño país balcánico grabando las historias de la minoría cristiana católica apoyada por esta Fundación de la Santa Sede que este año cumple sus bodas de oro en España.

Albania tiene poco más de tres millones de habitantes en una extensión como la de la Comunidad Valenciana. También a orillas del Mediterráneo. Es un país eminentemente rural y musulmán. Los católicos suman un 15% y el año pasado tuvieron la fortuna de recibir la visita del Papa Francisco para animarles en la convivencia pacífica con otras religiones y rendir homenaje a los mártires de la persecución religiosa durante los más de 45 años años de dictadura comunista (1946 - 1991). El domingo, 21 de junio, tendrán lugar las elecciones locales en esta joven democracia que sigue siendo uno de los países más pobres de Europa. Las razones que impiden su desarrollo son múltiples. La alta tasa de emigración y la corrupción generalizada son dos de los factores que más se repiten en los análisis económicos de los expertos.

De la mano de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) tenemos previsto visitar algunas comunidades católicas en Tirana, Laç, Nanshët, Bathore, Mollasi, Lumas y Fier. El objetivo es ver cómo la generosidad de los católicos españoles a través de AIN llega a su destino y sirve para animar y mantener la vida de estas comunidades, especialmente la de los que menos tienen.

Bunker iglesia
En el plan de grabación tenemos escuelas, capillas, hogares para menores en situación de riesgo, comedores sociales, talleres pre-laborales, el seminario mayor y la atención a inmigrantes que viven la miseria en los suburbios de las grandes ciudades huyendo de la pobreza de las montañas.

Durante estas dos semanas seguro que nos encontramos con la huella de la Madre Teresa de Calcuta que, aunque nació en Macedonia, se crió en Albania y como tal es querida y reconocida en el país. El aeropuerto de la capital, Tirana, lleva su nombre. También será inevitable que grabemos alguno de los más de 500.000 búnkeres construidos por el régimen comunista. Algunos de ellos reconvertidos en originales viviendas, cafeterías, tiendas y hasta hay alguno que ha funcionado como capilla hasta que se construyó la iglesia actual. 

El equipo que se traslada en esta ocasión a Albania está compuesto por Roberto Domingo (realizador), Fernando de Andrés (cámara), Pascual Barraca (sonido) y el menda lerenda que firma esto. Nos guiarán y acompañarán durante la grabación Josué Villalón (prensa AIN) y Evaristo de Vicente (voluntario AIN). Si el cansancio y el wifi nos lo permiten os iremos contando -desde el terreno- las historias que se nos vayan cruzando por el camino de esos pueblos de Dios.

Seguimos en contacto.

Santiago Riesco   19.jun.2015 10:37    

Viaje a las misiones más cercanas

Mision catolica española en paris

Un equipo de PUEBLO DE DIOS acaba de llegar de Ecuador y otro equipo del programa sale hoy para ver, oír y contar la labor que las Misiones Católicas de Lengua Española han hecho y siguen haciendo con los emigrantes españoles y latinos en Europa.

Francia

En Francia grabaremos la Misión de París que lleva cien años acogiendo a emigrantes y refugiados españoles. Al frente de la Misión están los religiosos claretianos. Visitaremos el Centro Hispanoamericano “San Fernando” en el que las Hijas de la Caridad atienden, desde 1892, a emigrantes hispanohablantes (dispensario médico, residencia…). Estaremos con las Religiosas del Servicio Doméstico que hacen una gran labor con las jóvenes emigrantes y desayunaremos un día en el Comedor Social “Santa Isabel”, de la Orden de Malta.

Bélgica

En Bruselas, grabaremos la Misión de la Estación del Norte a cuyo frente está, desde hace más de 30 años, el sacerdote navarro, Ángel Salinas, y la Misión de la Estación atendida por el jesuita Jorge Puig. Conoceremos la Asociación Hispano-Belga que se ocupa de los emigrantes españoles mayores.

Este viaje completa el recorrido por las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa que PUEBLO DE DIOS ha hecho este año por los países donde la emigración española es más fuerte (Alemania, Holanda y Suiza, Francia y Bélgica). El recorrido por las “misiones españolas en Europa” ha sido posible gracias a la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española que ha estado muy atenta a las necesidades religiosas y sociales de los emigrantes españoles.
El servicio que los misioneros “más cercanos” (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos) están prestando a los emigrantes españoles y latinos en Europa desde hace cien años, es muy poco conocido y PUEBLO DE DIOS lo está dando a conocer.
En el trabajo a pie de misión me han acompañado: Carlos González Herrero (realizador), Sergio Casas (cámara) y Alberto Collantes (técnico de sonido). Un equipo a la altura de lo que las “misiones más cercanas” merecen.

Julian del Olmo    5.jun.2015 09:22    

Con las chicas de "Manos" en Senegal

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El equipo de Pueblo de Dios y "las chicas de Manos" en Senegal. Falta Alejandra que en ese momento se encontraba trabajando en Ziguinchor, la capital de La Casamance, al sur del país.

Acabamos de aterrizar en Madrid después de dos semanas grabando proyectos financiados por Manos Unidas en Senegal. Hemos estado en Dakar, Pikine, Thies y en la región de La Casamance, al sur, en la isla de Diogué y en la comarca de El Fogny

Nos hemos encontrado con muchos españoles. Ninguno de ellos estaba de turismo. Desde pequeños empresarios probando suerte hasta miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado desplegados en la zona. Paradójico si tenemos en cuenta que Senegal es uno de los países más estables de África Occidental. También hemos encontrado algunos compatriotas que trabajan en el tercer sector. Hemos entrevistado al coordinador general de la cooperación española en Senegal y hemos grabado varios días con otro español que lleva 16 años liderando una ong local que colabora con proyectos de la Unión Europea y la AECID. Pero, como siempre, lo que más adentro nos ha llegado, ha sido el encontrarnos con misioneros y misioneras que se dejan la vida junto a los más pobres: Justina con sus 80 hijos de menos de un año; Hortensia y su febril actividad de promoción de la mujer y la construcción de más de 200 pozos y Regina cambiando la mentalidad de todo un barrio con el fin de que las niñas puedan ser princesas.

Pues bien, gran parte del trabajo de estas misioneras no sería posible sin la ayuda de Manos Unidas. La ong de la Iglesia Católica es la que sostiene y financia las obras sociales que estas mujeres de bandera han puesto en pie. Proyectos de mujeres apoyados por una ong de mujeres. O lo que es lo mismo: calidad y calidez tanto en la meta como en el modo de llegar a ella.

Para poder grabar estas historias de éxito que van infinitamente más allá de la pavoneada y cacareada "Marca España", el equipo de TVE ha contado con una ayuda sobresaliente. Al gusto por la composición y la fotografía de nuestro cámara Antonio Urrea, a la cuidadosa tarea de captar los sonidos diolas y wolof de los micrófonos de Juan Cabrera, a la capacidad creativa del realizador Roberto Domingo para contar con imágenes lo que un servidor va escribiendo, a todo esto, hay que sumar el impagable trabajo de cuatro mujeres que nos han cuidado como sólo "las chicas de Manos" saben hacerlo.

Porque este viaje a Senegal hubiera sido imposible sin los contactos de Marisa, sin el conocimiento profundo sobre las realidades que hemos visitado y el origen de cada uno de los proyectos que acompaña voluntariamente desde las oficinas centrales de la calle Barquillo y que visita una vez al año para certificar el destino de cada euro donado por la generosidad de los españoles. No hubiéramos podido grabar tanto ni tan bien sin la tarea infatigable de producción y traducción de Irene y Almudena, las dos compañeras del departamento de comunicación que han sido capaces de convertir el trabajo en todo un placer. No habría sido posible entender la inversión de AECID y su convenio con Manos Unidas durante otros cuatro años sin el testimonio, la alegría y las ganas de cambiar el mundo de Alejandra, una cooperante de la ong católica que durante los próximos cuatro años estará viviendo en Senegal para llevar a cabo un ambicioso proyecto de desarrollo desde Ziguinchor, en la región de La Casamance.

Muchas gracias a todas. De todo corazón. De parte de los cuatro miembros del equipo y  de todos los espectadores de Pueblo de Dios.

En wolof: Djeredieuf. En diola: yooo¡. Entre nosotros, y para siempre: brlbrlbrlbrlbrlbrlbrl.

Santiago Riesco   22.may.2015 14:31    

Sam Sam: las princesas de Regina

Regina

El cansancio arrastrado durante casi dos semanas de grabaciones se evapora en cuanto das con una historia que merece ser contada. Justo lo que nos pasó ayer. Dos horas para recorrer menos de diez kilómetros. El error del conductor y el horror del atasco casi acaban con las pocas energías que aún reservábamos para llegar a Pikine, una gran ciudad dormitorio muy cercana a Dakar. Aquí nos esperaba una misionera española en el suburbio de Sam Sam, "un lugar en el que quieren que vivamos como las ratas", explicaba sor Regina Casado (Bembibre, 74 años - aunque parezcan veinte menos-). Y es que Sam Sam, con sus 12.000 habitantes de aluvión procedentes de la pobreza rural y de los países vecinos que viven aún en peores condiciones que Senegal, es un lugar pretendido por los especuladores para levantar un complejo hotelero en el que incluirían un lago. Y es por eso que las autoridades no mueven un dedo por echar una mano a estos vecinos y mejorar mínimamente sus condiciones de vida. Conclusión: Sam Sam es una cloaca en la que la lluvia estancada inunda casas, calles y hasta la escuela que los escolapios abrieron en su día para rescatar a los críos que pierden el ritmo del colegio porque repitieron o abandonaron. Aquí todo, o casi todo, es informal. Lo ilegal también supera los estándares admitidos.

Sor Regina es una berciana de mucho carisma. Una de esas mujeres capaces de hacer posible lo imposible. Una religiosa enamorada de su vida radical y entregada a los más pobres porque así lo quiso el Dios en el que cree. Desde que entró a formar parte de la familia de las Hijas del Niño Jesús ("Damas Negras" para los madrileños), sólo pensaba en la misión. Tanto que interrumpió sus estudios de piano y solfeo en el tercer curso para no perder la ocasión de ir a Camerún. Allí fundó una comunidad internacional con otras dos hermanas italianas y una francesa para ocuparse de la promoción de la mujer y la atención de los más pobres durante 22 años. Aprendió dos lenguas locales, perfeccionó el francés, se especializó en medicina tropical, algo de Sagrada Escritura enfocada a las comunidades eclesiales de base y vuelta a España. En la comunidad de El Raval se ocupaba también de los que menos tenían, pero África no dejaba de llamarla. Y por medio de sus hermanas de comunidad, consiguió que la superiora general la enviase a Senegal a echar una mano a los escolapios durante un año. Eso fue en 2002. Desde entonces no ha parado de trabajar en Sam Sam. Sobre todo con la gente del barrio y con las chicas. Tanto, que las costumbres han comenzado a cambiar.

Sam Sam es un barrio muy musulmán. Hasta la llegada de Regina las muchachas no tenían más futuro que esperar a que su familia les buscase un hombre para casarlas por interés. De modo que acababan, en el mejor de los casos, convertidas en empleadas domésticas sin sueldo, sin derechos y con más obligaciones y malos ratos que otra cosa. Y esto se ha acabado. Como las inundaciones de las casas, las calles y el barrio. Sor Regina tiene funcionando dos bombas de agua para achicar los charcos. También ha construido un centro de promoción femenina hace ya más de diez años. Y los mosquitos y sus enfermedades ya no rondan el agua estancada. Ni las chicas esperan a que les busquen un marido que, al menos, no las pegue demasiado. Donde antes había un lago, juegan ahora los chavales partidos de fútbol callejero con camisas de laureados equipos europeos. Donde las chicas no tenían más opciones que el matrimonio, encuentran ahora la posibilidad de emanciparse como modistas y diseñadoras de ropa, como cocineras, panaderas, reposteras y camareras. Durante cuatro años los padres se comprometen a que sus hijas reciban una formación esmerada en el centro de Regina sin entregárselas a ningún hombre en matrimonio. Y eso ha transformado Sam Sam. Ahora las chicas de Regina, son auténticas princesas.

Santiago Riesco   21.may.2015 10:51    

El mejor patrocinador

Río ZiguinchorSiempre que salimos de un apuro en alguno de nuestros viajes explicamos a nuestros acompañantes que estamos patrocinados por Dios. Y no hay nada más que añadir. Lo entienden a la primera. Es uno de los muchos guiños que tenemos en el equipo del programa para hacer más llevaderos los días de trabajo lejos de los tuyos y en contacto con la cara B del mundo, la que se asoma cada domingo a La 2 de TVE y, por desgracia, apenas tiene cabida en otro lugar.

Esta vez, por tierras de Senegal, ha vuelto a pasar.

Veníamos de la misión de sor Hortensia, en Thies, camino de Dakar. Y como nos pillaba de paso decidimos, tras democrática y equivocada votación, ir al Lago Rosa a ver la puesta de sol en las salinas más famosas del país del sol poniente. Todo iba muy bien hasta que nuestro conductor, el bueno y despistado de Abdulai, se perdió. Tras tres intentos entrando y saliendo de la autopista por el lugar equivocado, Antonio cambió la cámara por el GPS y le orientó. Ni siquiera así fue capaz de encontrar la ruta correcta. Y cuando al fin dio con ella se metió en un laberinto de calles con dos cuartas de arena de playa donde tenía que haber asfalto. No nos quedamos atascados por el patrocinador. Llegamos al Lago Rosa a punto de ver caer el sol. No había trabajadores en la salina pero sí una pequeña nube de vendedores con el colmillo afilado ansiosos por hacer su última venta del día a los blancos que bajaban dando gracias por no haber encallado en la arena del pueblo que milagrosamente acabábamos de atravesar sin encallar.

Y una más. En la región de La Casamance.

Después de una hora de avión, hora y media de carretera y dos horas de barca a motor por la desembocadura del mágico río Ziguinchor, llegamos a Carabane. Un lugar paradisíaco donde el patrocinio fue estelar. Primero pudimos grabar a los delfines que rodearon nuestra barca. Después navegamos por mitad de un manglar. Comimos ostras cocinadas en la orilla y en medio de tanta felicidad a Roberto, el realizador, se le cayó el móvil en el agua del mar. O de la ría, para ser exactos. Cuando todos lo dábamos por perdido, el motorista que nos llevaba en la barca, el mismo que había recogido ostras para nosotros y nos las había cocinado al estilo tradicional, el bueno de Pate Bar, se tira al agua y comienza a bucear. Tanteando en el fango y buceando ante nuestro asombro, salió con la carcasa y el móvil como si fuera lo más normal.

Y la última al dejar las islas de madrugada para aprovechar la luz del sol. 

Desayunamos de noche y nos subimos a la lancha de Pate Bar. No hacía frío pero estaba nublado y parecía que se picaba la mar. El motorista, siempre sonriente, señala un punto en el horizonte. Ante el asombro de todos aparecen cientos de pelícanos en perfecta formación volando a ras de agua y pasando tan cerca de nuestras cabezas, en mitad del mar, que nos hacen sentir protagonistas de uno de los documentales que compartimos con los compañeros de La 2. Y esta vez, en silencio, todos pensamos a coro, al tiempo que salía el sol, en el Patrocinador.

 

 

 

 

 

Categorías: Actualidad , africa

Santiago Riesco   18.may.2015 21:17    

Los 80 hijos de Justina

Sor Justina Dakar

Apenas nos miramos y parecía que nos conocíamos de toda la vida. Justina es una madrileña nacida en Vijuesa, un pueblecito de Zaragoza. Cuando tenía nueve años, junto con su madre y sus otros cinco hermanos, viajó a Madrid. Ahí estudió enfermería y, cuando tenía 21 años, sintió que quería entregar su vida a los demás. Y en eso anda, entregando vidas que rescata del abandono y de un futuro incierto para que hagan florecer las vidas de matrimonios que no pueden tener familia por esos caprichos infames de la naturaleza. De modo que Justina Miguel Gil, desde hace 19 años, se encarga de poner en contacto a niños sin padres con padres sin niños. De dar vida a más no poder.

Sor Justina ingresó en las Franciscanas Misioneras de María como enfermera y sus superioras enseguida la enviaron a Senegal. Era el año 1973. Pero sólo estuvo un año aprendiendo francés y casi de paso para Burkina Faso -que de aquellas aún se llamaba Alto Volta-. Ahí pilló la malaria y la cosa se complicó tanto que a los cuatro meses estaba trabajando en el hospital de Niamey, en Níger, donde no paró de dar vida como enfermera durante nueve años. Luego regresó a Burkina Faso para quitarse la espinita de su anterior paso fugaz y, durante otros siete años, trabajó en una maternidad ayudando a traer vidas a este mundo tan mal repartido. Aquí la cosa comenzó a torcerse con una lesión en un ojo y porque los antipalúdicos empezaron a no hacerle efecto. De modo que no tuvo más remedio que regresar a Madrid para recuperarse. Era 1990 y había estado 19 años dándolo todo en África. Parecía que había llegado el momento de descansar. Pero los caminos de Dios son inescrutables y, seis años después, más o menos con la salud recuperada, se ofrece para volver a la misión y sus superioras le confían una de las actividades más hermosas que jamás hubiera imaginado: la Pouponniere de Dakar. Un hogar cuna en el que recogen a niños huérfanos de madre (algunos de padre y madre), bebés abandonados y recién nacidos cuya madre ha caído enferma y no puede atenderlos durante el primer año de vida. Y tiene 80 muñecos de entre 0 y 12 meses que no dejan de llorar, de reír, de ponerse malos, de tomar biberones y papillas, de pedir que les cambien el pañal, de solicitar baños, mimos, masajes en la tripa para los cólicos y que les cojan y les canten para dormirse después de que les llenen de besos.

Justina insiste una y otra vez en que sus niños son los más guapos de Senegal. Conoce a todos y cada uno de ellos por su nombre. Sabe cuál es su juguete. Impresiona escuchar a un bebé llorar en una sala repleta de cunas y que la hermana diga el nombre de un bebé para que una de las chicas que colaboran con ella en este Hogar Cuna se dirija hasta su camita y lo coja para calmarle.

En la Pouponniere han sacado adelante, desde 1955, a más de 4.000 niños. La inmensa mayoría han vuelto con su padre o sus familiares después de superar el primer año de crianza. Alrededor del 12% han encontrado una nueva familia en Senegal, en Italia o en España. 

Son ya 19 años los que sor Justina lleva dando vida en esta misión. Ahora tiene que cuidarse un poco más porque ya ha cumplido los 78. Cada año va a España a que el cardiólogo controle su corazón al tiempo que se reúne con las familias de los más de 40 niños de chocolate que viven y dan vida en nuestro país. Ellos son los que le curan realmente el corazón. 

Nosotros nos vamos de la Pouponniere para pronto volver. Mañana nos espera sor Hortensia en la misión rural de Thies, a hora y media de Dakar. 

Nos llevamos a sor Justina muy dentro y, con ella, las historias de Clemence y sus hermanas de la corrala en el barrio de Ouakam; de Angela, Ambroggio e Isabel y el amor gigante por el pequeño André que muy pronto irá con ellos a Milán para formar parte de su familia; de Joseph Malick y su bebé Christelle; de Benedicta y la felicidad por haber encontrado un trabajo de cocinera en un hotel; de un grupo de 14 monjas de 10 países empeñadas en demostrar con su testimonio que el Pueblo de Dios es mucho más que el título de un programa de televisión en el que os contaremos todas estas historias y muchas más.

Seguimos en contacto (si el wifi y el cansancio nos lo permiten)

Santiago Riesco   11.may.2015 21:18    

Pueblo de Dios

Bio Pueblo de Dios

Los de PUEBLO DE DIOS no somos los de la misa. El programa es uno de los más veteranos de la casa. Llevamos en la parrilla desde octubre de 1982. Ahora podéis vernos los domingos a las 11:30, justo después de “El día del Señor” (la misa); y desde marzo de 2010 también salimos los miércoles a las 11:00, también en La 2.
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