
Esta mañana hemos entrevistado a Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, en la República Centroafricana. Hasta aquí casi nada nuevo. Bueno sí, que en Pueblo de Dios no solemos entrevistar a obispos fuera de sus diócesis. Somos más de ir donde están ellos y grabar lo que hacen, más que lo que dicen. En nuestro viaje por Centroáfrica (noviembre de 2011) no pudimos acercarnos a su diócesis (a 750 kms. de Bangui, la capital) porque la situación en ese momento era crítica. Las guerrillas se habían multiplicado y el riesgo de encontrarnos con el LRA ("Ejército de Resistencia del Señor" en sus siglas inglesas) de Joseph Kony era más que notable.
Infarto
Aguirre está de paso por España. Tuvo que ser evacuado en una avioneta porque le dieron dos infartos consecutivos a finales de febrero que trató de esquivar con Nolotil disuelto en cocacola. Aquí le han puesto siete muelles en el corazón y dice que está perfectamente. Nosotros podemos dar fe de que su corazón es tan grande que en él caben los cuatro millones de centroafricanos y todos los que se crucen en su camino.
Durante hora y media ha respondido todas y cada una de nuestras preguntas. Nos ha hablado de la situación del país, de la miseria en la que vive una población que habita una de las tierras más ricas del mundo (petróleo, uranio, diamantes, maderas...). Y nos ha contado lo que están haciendo en Bangassou, de donde es obispo (una extensión equivalente a la mitad de Andalucía, sin carreteras, donde hacen falta tres días para atravesarla en coche). Ha hablado de educación, de salud, de brujería, de las ongs buenas y las que no lo son tanto, de disparates propios de un mundo que a veces se vuelve loco y pierde el norte, de los abusos del primer mundo, de la bondad de su gente, de la esperanza, de los 25 proyectos que tiene en marcha, de un puente con nueve arcos que han construido sin ingenieros y que no se cae, de un quirófano en mitad de la selva donde médicos voluntarios operan a destajo para salvar vidas. Y de la desnutrición, y de las abuelas que crian a sus nietos porque una generación entera se la ha llevado el sida. Y de la leche en polvo que cada sábado reparten a las madres seropositivas para que se la den a sus niños y asi crezcan sanos, y a las abuelas que tienen el pecho seco y sólo lo pueden utilizar para engañar el hambre de sus nietos. Juanjo ha ido desgranando con paz y serenidad, pero con una palabra firme, todas y cada una de las heridas que supuran en el país donde lleva 32 años viviendo (14 de ellos como obispo).
Kony
Y nos ha explicado que ayer estuvo en el Congreso hablando de la dura situación de la mujer en África... y de Joseph Kony. Y que después de atendernos a nosotros se iba al Senado a hablar de la cooperación internacional... y de Joseph Kony. Y que antes había estado en Roma hablando de su gente porque "yo soy la voz de mi pueblo", nos explicaba, "ellos no pueden venir aquí y tengo que hablar por ellos". Y en Roma, a un cardenal, le contó sus proyectos... y cómo Joseph Kony está destrozando a su pueblo desde hace cinco años.
Y monseñor Aguirre daba nombres y apellidos de niños y niñas secuestrados, violados, torturados, obligados a matar, huídos de la cárcel de la selva, de las largas caminatas de más de diez horas diarias cargados con treinta kilos de alimentos robados en la cabeza hasta llegar al campamento de los malditos guerrilleros. Y nos contaba, como ya lo hizo antes, dónde está exactamente Joseph Kony, y cuántos hombres tiene, y qué aspecto luce, y cómo sus hombres llegan a un pueblo y amontonan todo lo que van a robar en la plaza del mercado, y después cómo juegan con las mujeres violándolas, pasándoselas de uno a otro hasta que se cansan. Y finalmente las cordadas con los niños y niñas, con los adolescentes y jóvenes que secuestran indefinidamente para servirse de ellos en sus campamentos. Unos como niños soldado, otros como esclavos sexuales.

Y mientras Juan José hablaba todos deseábamos que todas las televisiones del mundo estuvieran conectadas en directo allí, con nosotros, en ese preciso instante, con traducción simultánea para todos los países, con el fin de que nadie se quedara sin escuchar su testimonio, su palabra, su denuncia, el dolor de un pueblo saliendo por su boca, el sufrimiento de miles de seres humanos con los que este obispo cordobés de Centroáfrica comparte su vida.
Estamos deseando editar la entrevista. En cuanto la tengamos preparada os avisaremos. Mientras tanto, el eco de sus palabras seguirá golpeando nuestras sienes y zarandeando lo más profundo de nuestras almas.