66 posts con categoría "america-latina"

Chile también es tierra de misión

A4893297-6eac-4a96-a41b-759a3db90a12

Parroquia Sagrado Corazón de Jesús (Lo Espejo, Santiago de Chile)

Un equipo de ´Pueblo de Dios´ acaba de regresar de Chile. Hemos viajado hasta el país andino, gracias a Obras Misionales Pontificias, para documentar los testimonios y la labor misionera de algunos curas españoles de la OCSHA, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana. Son sacerdotes diocesanos que han sido enviados por sus iglesias locales para servir a la misión en América Latina por un tiempo, aunque algunos llevan más de 50 años.

Hemos estado en Chile. Sí, sabemos que hay una crisis social, la más grave de los últimos 30 años. Que los pobres siguen saliendo a las calles, pacíficamente en su mayoría, porque no pueden aguantar más descontentos ni sufrimientos.

Y, sí, sabemos que la Iglesia chilena tampoco pasa por su mejor momento, pero también somos conscientes de que la misión de un cristiano es la de evangelizar a quienes no conocen a Cristo y que los límites que marcan una tierra de misión ya no existen.

El “primer anuncio” de Cristo se queda a medio camino en países considerados, tradicionalmente, como católicos. Muchos han abandonado la Iglesia de forma dolorosa y es necesario consolidar la fe bautismal a través de la convivencia, el testimonio de vida misionera y con obras evangelizadoras. 

El Padre Félix antes de su entrevista en Malloco

Padre Félix en la parroquia Niño Dios de Malloco.

El rostro de Cristo misionero en la iglesia chilena

En Chile nos hemos encontrado con los rostros de misioneros españoles encarnados en una iglesia que escucha el clamor de su pueblo. En esa misión se encuentran los sacerdotes diocesanos que trabajan pastoralmente en Santiago de Chile, en Malloco o en la diócesis de Copiapó, al sur del desierto de Atacama.

¿Y por qué hemos ido ahora a Chile, en estos momentos tan convulsos e inesperados? Lo resume muy bien el comienzo de la constitución pastoral sobre la iglesia en el mundo actual, hace casi 55 años (1965):

Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia(Gaudium et spes, 1)

F883ff05-257b-4b21-8fb5-70aa768ced37

Fachada principal catedral de Copiapó (Atacama).

MISIONAR EN CHILE CON TENSA CALMA

Después de salvar la burocracia aduanera y de esquivar una huelga nacional al salir del aeropuerto, nos pusimos en marcha. La primera semana grabamos al padre Jesús Bonachía y a monseñor Ysern en la capital chilena. Luego nos alejamos a la periferia para grabar a dos sacerdotes manchegos: el padre Modesto Núñez en su parroquia de Lo Espejo y al padre Félix Zaragoza en su misión de Niño Dios en Malloco.

Tensa calma en la capital. Las pintadas y destrozos en el mobiliario urbano, después de casi un mes de protestas, las más graves de los últimos 30 años, son cicatrices que tienen marcada Santiago de Chile. En las calles, ejecutivos y vendedores ambulantes por igual se acercan a nuestras cámaras para denunciar las desigualdades e injusticias sociales que callan desde hace años. El pueblo, en su mayoría, grita. También sus miradas.

La catedral estaba cerrada al público cuando entramos a grabar. El miedo a nuevos ataques a los templos sagrados, como los ocurridos en varias iglesias del centro, obliga por prudencia a resguardar algunas de las imágenes más valiosas para la fe del pueblo chileno.

Emigrantes haitianos acogidos en la parroquia del padre Modesto3

Padre Modesto con familia haitiana acogidos en la parroquia de Lo Espejo.

Esta tensión se transformó en testimonio de fe y de alegría cuando hablamos con el consejo parroquial del padre Modesto y con los migrantes haitianos acogidos en su parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Lo Espejo. También, cuando nos alegraron las inocentes risas de los niños en las salas cuna de las comunas de Malloco. Hijos de madres solteras, familias desestructuradas, en barrios dominados por el narcotráfico, el paro y el hambre de Dios. La presencia de Niño Dios alimenta, educa y cuida con cariño el futuro de varias generaciones de chilenos.

Para la segunda semana de grabación volamos al sur del desierto de Atacama, al norte del país andino. Allí nos recogen tres sacerdotes valencianos, misioneros reincidentes que llevan muchos años evangelizando en la diócesis de Copiapó. Tres diocesanos con carismas distintos pero un mismo espíritu misionero, con memoria agradecida por la presencia de tantos valencianos que han servido al pueblo copiapino.

Visita de campamentos en el territorio del padre Juan Pedro

Padre Juan Pedro con el equipo de Pueblo de Dios en un campamento de su parroquia en Copiapó.

El padre Miguel Hernández, el padre Enrique Sarneguet y el padre Juan pedro Cegarra nos acogieron con cariño y dedicación. Han dejado un buen poso en el cuerpo y el alma del equipo de Pueblo de Dios desplazado para la ocasión.

Tuvimos que hacer más kilómetros de lo esperado, a través de carreteras de interior y menos convencionales, para no encontrarnos con las movilizaciones y paros sociales que cortaban el tráfico con barricadas de fuego.

A nuestra llegada a la población de Calderas pudimos ser testigos de la buena convivencia del clero copiapino con la diócesis de Valencia. Pudimos entrevistar al padre Jaime Pizarro, que actúa como Administrador Diocesano a la espera del nombramiento de un nuevo obispo, que fue párroco en San José Obrero de Algemesí y que cursó estudios en Valencia.

Fueron días intensos, de mucho trabajo, poco descanso y buena convivencia. Hemos recogido con nuestros focos la actividad pastoral en las tres ciudades, distantes entre ellas, donde se entregan en cuerpo y alma los tres misioneros diocesanos: Vallenar, Huasco y Copiapó. Hemos recorrido lugares emblemáticos e impactantes, para no olvidar, grabados en nuestras retinas y en las cámaras de TVE. Nos adentramos al desierto con Enrique, donde Dios habla al corazón, para ver cómo sobrevive el ciego Willy, iluminado por la fe y guiado con los ojos del Señor para regar su huerto y alimentar a sus animales.

Con Miguel, subimos a las capillas del Altiplano en Vallenar para vivir una oración y una plegaria por los sacerdotes valencianos que pasaron por allí. Con un recuerdo especial para el Padre Lucho y el padre Luis Gil, enterrados en el cementerio cercano a la parroquia. También pudimos comprobar el compromiso de la comunidad parroquial con el proyecto “Mi pequeño hermano” que cuida a personas que tienen capacidades especiales y a familiares mayores con principio de Alzheimer.

Con el padre Juan Pedro hemos filmado las principales fundaciones valencianas en Copiapó: el Asilo de Santa Teresa Jornet (Hermanitas de los Ancianos Desamparados) y el Monasterio de la Inmaculada de Atacama fundado por las Dominicas contemplativas llegadas desde Torrent en 1986.

En definitiva, nos hemos encontrado con los rostros misioneros españoles en una iglesia chilena que escucha el clamor de su pueblo y que viven la fe con espíritu conciliar. En esa misión se encuentran los sacerdotes diocesanos que trabajan pastoralmente en Santiago de Chile, en Malloco o en la diócesis de Copiapó, al sur del desierto de Atacama.
Padre Enrique Sarneguet en su parroquia de Huasco2

Padre Miguel en la capilla de Ntra. Sra. del Tránsito (Vallenar).

Padre Enrique Sarneguet en su parroquia de Huasco

Padre Enrique en la parroquia de San Pedro en Huasco.
Padre Enrique visita feligreses en el desierto

Grabación en el desierto de Atacama, visita del padre Enrique a Willy (ciego).


Padre Enrique visita feligreses en el desierto

Saludo a las religiosas valencianas en el Monasterio de la Inmaculada de Atacama.Padre Enrique visita feligreses en el desierto


Padre Enrique visita feligreses en el desierto
Padre Enrique visita feligreses en el desierto
Padre Enrique visita feligreses en el desierto
Padre Enrique visita feligreses en el desierto

 

Antonio Montero   26.nov.2019 09:51    

Rumbo a Uru y Para Guay

 

Uru y Para Guay


Ya tengo la maleta abierta sobre la cama. Me voy a Sudamérica. Primero a Uruguay y luego a Paraguay. Una semana a cada uno de estos pequeños países que viven su particular historia entre dos gigantes como Argentina y Brasil. Por cierto, “guai” en guaraní parece que significa “lugar de agua”, lo que viene siendo un río. “Para” y “Uru” hacen referencia a “bonito” y “pájaro”. Lo que nos daría que Paraguay es “río bonito” y Uruguay “río de los pájaros”. Pero hay otras muchas teorías lingüísticas y semiológicas. Esta es la que a mí más me ha gustado.

Es otoño por debajo de la línea del ecuador. Pero está siendo tan atípico y caluroso que ya nos han avisado de que metamos ropa de verano y mucho impermeable. Resulta que las temperaturas están siendo más altas de lo normal y que se suceden los pequeños ciclones con unas tormentas bárbaras que dejan mucha agua.

Total, que uno de los lugares a los que vamos, El Bañado de Tacumbú, se ha vuelto a inundar después de de más diez años sin haber sufrido estas inclemencias del tiempo. Resultado: Trescientas familias han tenido que dejar sus casas para sobrevivir en albergues improvisados. Y allí que nos vamos, con los dominicos de la ong Selvas Amazónicas a documentar esa realidad de inundación, lodo y olvido en la que viven los más pobres de esta barriada de aluvión ubicada en los bordes de Asunción. Esto será en Paraguay, lo mismo que el trabajo de los misioneros con los campesinos de San Roque González formando líderes para acceder así a lo más profundo de la campiña.

En Uruguay la grabación está prevista en dos barrios de Montevideo. Primero iremos al sur que, como el servicio de los bares, suele estar al fondo a la izquierda, con olores nauseabundos y escasas condiciones para lavarse las manos. Iremos al Camino de Maldonado, a una comunidad de la Orden de Predicadores a la que le recientemente les han robado el coche amenazándoles con una pistola. Un lugar donde los religiosos han abierto una guardería para una docena de críos con la intención de que sus madres puedan seguir trabajando. Un barrio con once comunidades eclesiales de base a las que, con todo el sentido del humor, llaman “de quita y pon” porque no tienen capilla fija. Se reúnen en garajes. Sacan antes el coche, colocan una mesa como altar, unas sillas en lugar de bancos, ponen un crucifijo, unas telas y ¡zas! Ya hay lugar para rezar y celebrar la misa en comunidad. Al terminar se recoge todo y se vuelve a colocar el coche en su sitio sin dejar ni rastro.

También iremos al centro de la capital, a la parroquia Nuestra Señora del Rosario. Aquí tenemos previsto contar la resurrección de los que acuden cada semana a las reuniones de “Narcóticos Anónimos” y las de los enfermos de cáncer y sus familias que llegados del interior del “paisito” residen en el hogar San Martín de Porres mientras reciben sus tratamientos de quimio y radio.

Salimos la noche del viernes 4 al sábado 5 de mayo. Tenemos previsto el regreso para el domingo 20. El equipo es de lujo y fantasía. Antonio Urrea llevará la cámara; Felipe Romero, el sonido; Carlos González se ocupará de la realización y yo procuraré enterarme bien de todo apuntándolo en mi cuaderno para contaros lo que me cuenten durante este nuevo periplo. Ah, y si hay wifi iremos contándoos con fotos y algunos comentarios nuestro día a día en las redes sociales de Pueblo de Dios. Seguimos.

Santiago Riesco    3.may.2018 13:39    

El Papa Francisco, los pueblos indígenas y la casa común

2016-05-16 22.09.11-2

El 19 de enero el Papa aterrizará en la selva amazónica peruana. Un lugar muy cercano y familiar para el equipo de Pueblo de Dios ya que hemos estado allí grabando en varias ocasiones invitados por la ONG ¨Selvas Amazónicas¨, la organización de los dominicos encargada de atender a los misioneros que anuncian la alegría del Evangelio a orillas del Urubamba y el Madre de Dios.

En mayo de 2016 me tocó estar dos semanas en ese Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, entre avionetas y canoas visitando comunidades indígenas de machiguengas y ashaninkas para escuchar cómo ha cambiado su vida. Casi siempre para mal debido a la ambición desmedida de empresas multinacionales dispuestas a conseguir beneficios económicos aunque para ello tengan que reventar el planeta. Y grabamos tres reportajes muy duros, reales y directos.

En aquella ocasión no sólo llevamos la cámara, el micrófono, el cuaderno y el boli. En aquella ocasión, con motivo de los 50 años de “Selvas Amazónicas”, también llevamos en la mochila la encíclica del Papa Francisco que aborda la ecología y el medio ambiente. La “Laudato Si” que advierte sobre la necesidad urgente de cuidar la casa común.

En los tres documentales aparece el joven obispo español David Martínez de Aguirre, un dominico de Vitoria que vivió en Kirigueti y que aprendió la lengua de los machiguengas. Un hombre de su tiempo comprometido con el Amazonas y con los pueblos que lo habitan. El viernes, 19 de enero, el Papa Francisco se encontrará con David y con los representantes de los pueblos indígenas. El viernes escuchará de primera mano lo que nos contaron a nosotros. El viernes, en Madre de Dios, el sucesor de Pedro podrá bendecir al Creador y pedir sobre el terreno un poco de sentido común en la explotación de los recursos de todos para que dejen de llegarnos sólo a unos pocos.

 

 

 

 

 

Santiago Riesco   16.ene.2018 17:07    

La Magdalena que no

Trabajadora sexualHace dos años nació su primer bisnieto a la edad en que en España algunos tienen los hijos. No le importa explicar que ha sido una trabajadora sexual, pero deja bien claro a los hombres que buscan el morbo o las bromas eróticas que por ahí no. Cuando acabamos la entrevista se ríe a mandíbula batiente, como dejándose la vida en una carcajada contagiosa y ronca. De pronto cambia el rostro y el tono para darme las gracias porque no le he hecho las mismas preguntas que los periodistas argentinos de la última vez.

Me gusta más hablar de cómo ayudo a las Oblatas, de cómo voy a las cañadas a buscar a las chicas que no vienen al curso porque han tenido una mala noche. O porque llueve. Lo de contar cómo lo hacía, con quién y por cuánto creo que no le tiene que importar a la gente. Trabajaba en el negocio por necesidad. Porque tenía tres hijos, porque mis parejas me lo pedían, porque consumía drogas, porque no conocía otra vida. Era como un payaso. Aunque estuviera muy triste y con mucha pena por dentro, tenía que sonreír todo el rato. Y eso me dolía más que los golpes que me daban algunos clientes. A mi última pareja tuve que darle una puñalada en el estómago porque casi me mata a golpes. Mira la cicatriz que me dejó detrás de la oreja, mira.

Y en efecto, ahí está el cosido que es un memorial al dolor y la impotencia de las mujeres prostituidas. Y enseguida, sin transición, vuelve a soltar otra de sus contagiosas y sonoras carcajadas para explicarnos que a Magnolia la conoce desde que nació. Que su mamá quenpadescanse, también trabajaba en el puerto. Y que la muchacha siguió en el oficio hasta que las Oblatas se cruzaron en su camino.

Fue porque no quería que la primera de sus dos hijas, ya en la adolescencia, se metiese en el negocio. A que las hermanas le echaran una mano para convencerla de que estudiase o se apuntase a algún taller. Hablaron con la psicóloga y acabaron apuntándose las dos: la madre y la hija. Hoy Magnolia se ha sacado el graduado escolar y el título de peluquera y esteticién. Con la ayuda de la Fundación Centro Esperanza y un dinero de Cáritas Donosti ha abierto un local de belleza en su barrio, en el sector Villa Penca, en los Bajos de Haina. El lugar con más prostitución de la ciudad con más prostitutas de República Dominicana. Aquí está el principal puerto del país, la única refinería petrolífera de la isla y el mayor polígono industrial de República Dominicana. Muchos hombres de fuera que vienen a trabajar solos y tienen dinero. Blanco y en botella. La hija de Magnolia estudia en la universidad

Pide pollo en la parrillada. Me encanta el pollo y si sobra, me lo llevo, explica Miladys encendiendo un cigarro al tiempo que nos explica que le da vergüenza fumar en el centro o delante de las chicas. Es consciente de que para ellas es un referente, una mujer fuerte que ha salido del agujero y que está ahí para que se agarren a ella las que decidan dar el paso. Como Magnolia.

Miladys tiene 53 años y un bisnieto, pero no le deja que le llame bisa. Me dice mamá, nos cuenta mientras se le iluminan los ojos. Y cuando nos despedimos, el abrazo es tan fuerte y prolongado que me da tiempo a darle las gracias sin que note que se me ha quebrado la voz porque ha entrado a formar parte de mi pequeño altar de santas y heroínas anónimas. Miladys, la Magdalena que no.

Santiago Riesco   16.oct.2017 17:18    

A la selva amazónica

Selva-amazonia
Con ¨Selvas Amazónicas¨. La organización de los dominicos encargada de atender a los misioneros que anuncian la alegría del Evangelio a orillas del Urubamba y el Madre de Dios. Dos tremendos ríos de 750 y 1.100 kilómetros de longitud que discurren por la selva peruana para acabar desembocando, de una u otra manera, en el padre de todos los ríos, en  el Amazonas.

Estaré dos semanas en el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, entre avionetas y canoas visitando comunidades indígenas para escuchar cómo ha cambiado su vida. Para mal. Con la ambición desmedida de algunos codiciosos empresarios dispuestos a conseguir pingües beneficios aunque para ello tengan que reventar el planeta. Y en eso andan, en acabar con el pulmón de la Tierra cortando maderas sin control, en acabar con el agua vertiendo sin pudor el veneno con el que limpian el oro que arrancan de las entrañas de la selva en minas a cielo abierto, en acabar con el aire puro explotando el gas que genera diferencias obscenas entre los poblados artificiales de los obreros y los oriundos del lugar. Donde los que han venido de fuera tienen agua, luz, teléfono y parabólica mientras los que aquí estaban, los propietarios legítimos de las materias primas que están siendo explotadas continúan en las mismas condiciones de pobreza y abandono.

Esta vez no sólo llevamos la cámara, el micrófono, el cuaderno y el boli. En esta ocasión, con motivo de los 50 años de “Selvas Amazónicas”, también llevamos en la mochila la encíclica del Papa Francisco que aborda la ecología y el medio ambiente. La “Laudato Si” que este 24 de mayo cumplirá un año de vida advirtiendo sobre la necesidad urgente de cuidar la casa común.

Nuestro objetivo es contar con imágenes los desmanes y atentados que se están cometiendo en Sepahua, Kirigueti, Camisea, Cashiriari y Nuevo Colorado. El dolor y la muerte que trae consigo la codicia. La falta de respeto a un mundo que es de todos, también de nuestros nietos. Iremos de la mano de los dominicos. Estaremos atentos a lo que nos muestren los líderes indígenas. Escucharemos a los empresarios que quieran contarnos su versión. Y cuando regresemos, os contaremos lo que hemos visto y oído. Lo que hemos sido capaces de entender. Y sobre todo, lo que no.

El equipo es joven pero experimentado. Sergio Casas y Alberto F. Collantes van como responsables de imagen y sonido. Roberto Domingo como realizador y el que esto escribe como periodista. Si el wifi y el cansancio nos lo permiten, os iremos informando de nuestras aventuras en este mismo espacio. Seguimos en contacto.

Santiago Riesco    3.may.2016 10:27    

Heroínas de frontera

Pisiga selfie

He estado apenas dos semanas en Bolivia. En el altiplano. La primera semana en la frontera con Perú, en Mocomoco, a 3.600 metros. La segunda en la frontera con Chile, en Pisiga, a 3.800. Las experiencias han sido brutales, como los paisajes. Pero nunca me cansaré de repetir que lo mejor de estos viajes, siempre, son las personas. Las de esta última aventura han sido especialmente especiales.

En Pisiga he convivido con tres mujeres fantásticas. Una española, una peruana y una boliviana, como si fuera un chiste, pero muy en serio. Viven de la providencia y de lo que les manda la gente buena desde España a través de la ong COVIDE-AMVE. Se dedican a dar techo, comida y orientación a los migrantes que vienen huyendo de la violencia y la pobreza desde Colombia, República Dominicana y la propia Bolivia buscando una vida mejor en Chile. A cien metros de la casa donde les dan acogida.

El lugar es inhóspito. A las dos de la tarde el viento se hace insoportable. La altura te quita el hambre y la falta de oxígeno te provoca un sueño que no es fácil explicar. El sol quema incluso con una protección 50 (aquí usan protección 100) y las noches de invierno la temperatura llega hasta los 20 bajo cero. María José, Fanny y Zenobia llevan apenas tres meses entregadas a la causa. Visitando algunas familias de un pueblo con 72 personas censadas pero con más de 600 habitantes. Las tres son heroínas de frontera en un lugar donde el principal entretenimiento es contar la ingente cantidad de camiones que pasan mercancías de un lado al otro de la cordillera andina. En el desierto. Donde no hay un solo árbol, donde las llamas y los perros son los únicos animales que resisten la dureza climatológica, donde casi todos los vecinos profesan el pentecostalismo, donde las Hijas de la Caridad tienen que rotar para no morir de frío, de tristeza, de dolor de cabeza y de impotencia.

Cinco días y cuatro noches hemos pasado en un rincón celestial dentro de este infierno. Las hermanas nos han abierto las puertas de su casa acogiéndonos como si formásemos parte de la comunidad. Nos han sentado a su mesa y nos han ofrecido de lo bueno, lo mejor. Unas hermanas que viven de alquiler en una casa sin agua corriente. Entre una y dos horas al día se pasan acarreando cubos desde un pozo o llenándolos con una manguera que suben con una cuerda desde el patio del vecino hasta su ventana. Con el frío que hace. Y el sol de justicia. Y un viento que uno no sabe cómo contar y que no se entiende en las imágenes.

El último día vino Margarita. Una chilena que ha batido el récord de permanencia en esta complicada misión de altísima rotación. Llegó desde Iquique, en la costa chilena, donde ha puesto en marcha una guardería para los hijos de los migrantes que atendió durante los tres años que pasó en Pisiga. Nos contó cómo habían denunciado racismo, clasismo, malos tratos y algunas irregularidades en la frontera chilena para con los migrantes más pobres y de color. Y que el Salvados de la principal televisión chilena se había hecho eco del asunto. Y cómo desde entonces las cosas estaban más normalizadas y había menos migrantes “rebotados”. Vimos cómo fotografiaba con su celular la última denuncia de un colombiano fechada dos días antes de nuestra llegada y entregada a las hermanas para su tramitación. En ella narraba la paliza que dos policías le habían infligido antes de no dejarle pasar la frontera. La hermana Margarita envió el documento fotografiado por wasá a la responsable chilena de migraciones dependiente del Ministerio. Enseguida recibió respuesta: “Mándeme todos los datos por correo electrónico. Abriremos inmediatamente otra investigación”. Y a pesar de la locura del viento, del frío entrando por las rendijas, del sol que no te deja abrir los ojos, del ruido de los camiones a 3.800 metros, de la falta de agua corriente, de la arena en la boca y de la falta de sonrisas en un punto caliente para el tráfico de drogas… a pesar de todo, uno siente en el pecho esa inexplicable sensación de satisfacción y bienestar mirando a los ojos de estas mujeres valientes, de las heroínas de Pisiga, de las Hijas de la Caridad.

Pisiga equipo

Santiago Riesco   19.mar.2016 12:42    

Vuelvo a Bolivia

Río Mamoré (19)

Regreso al país que me sorprendió hace seis años. Al lugar donde tuve la suerte de conocer a una de las heroínas de Cochabamba, a sor Adelina ("Otra heroína de Cochabamba"). Una Hija de la Caridad navarra que nos llevó con la lengua fuera recogiendo gente tirada en la calle, atendiendo enfermos terminales, escuchando a los toxicómanos y dejándose la vida a jirones por los descartes, los invisibles, los nadies ("La infancia amanecida"). Vuelvo a Bolivia dispuesto a que sus pueblos y sus gentes me vuelvan a conquistar. Aunque esta vez no iré en avioneta hasta las entrañas de la selva desde la capital del Beni, Trinidad. Ni caeré en la cuenta de que las Cesna de seis plazas no tienen limpiaparabrisas, ni navegador, ni gps, ni más instrumental que el móvil y la pericia de un piloto capaz de aterrizar guiado por su intuición en medio de una tormenta. Tampoco tenemos en el planning grabar una reducción jesuítica ni cómo los jóvenes indígenas cantan como los ángeles, juegan al fútbol descalzos y cazan pirañas con arpón metidos hasta las rodillas en el agua ("Así en la selva como en los Andes"). Ni siquiera hay prevista una larga jornada en barco remontando uno de los principales afluentes del Amazonas, el impresionante río Mamoré. No hay organizado un regreso nocturno en el que la luz de las estrellas se refleje en los ojos de los caimanes en medio de un silencio espeso mientras nuestro barco, salido de un cuento de Mark Twain, esquiva los troncos que arrastra la corriente. “Ustedes están acostumbrados”, me animaba preguntando a los que llevaban el timón. “Nosotros nunca viajamos de noche porque es muy peligroso. Esta es la primera vez”, me respondían ocultos por la oscuridad y navegando a la luz de una miserable linterna después de pedirnos que apagáramos las nuestras porque les distraían. No sé si volveré a ver a sor Geralda, la misionera norteamericana patrona del Santa Luisa ("Bolivia por tierra, río y aire").

Vuelvo a Bolivia y lo hago de nuevo con la ong española de los Paúles y las Hijas de la Caridad, vuelvo con COVIDE-AMVE, aunque cambiamos de paisaje, de región y de proyectos. Del 1 al 15 de marzo el padre Diego Plá será nuestro guía, tutor y anfitrión para conocer dos misiones de altura. La de Mocomoco, en la frontera aymara con Perú, a orillas del Titicaca, a 3.500 metros de altitud. Y la misión de Pisiga Bolívar, un lugar de migración en la frontera con Chile, a 4.000 metros de altura. Iremos abrigados y preparados para el soroche. Vuelvo a Bolivia que es la misma y muy distinta.

Santiago Riesco    1.mar.2016 08:39    

Casaldáliga: "Mereció la pena... y la alegría"

Desde que me dijeron que grabaría con Manos Unidas en san Félix de Araguaia, sólo pensaba en una cosa: conoceré a Pedro Casaldáliga. No reparé en el largo viaje que me esperaba. Casi 4.000 kilómetros desde Recife, donde empezaba la grabación de proyectos solidarios, hasta las playas del río Araguaia.

Llegamos a mediodía y, al bajar de la avioneta, a mi saludo inicial uní la pregunta por Pedro. Hacía un par de meses que se había roto la cabeza del fémur. Tiene un Parkinson avanzado y ya cumplidos los 87 años. No siquiera sabía si estaba en su casa o recuperándose en cualquier otro lugar. El titular de esta crónica despeja toda duda. No sólo estaba en casa sino que conversamos un buen rato.

Nos llevaron al Centro Pastoral "Tia Irene", en el centro de San Félix, En la orilla oeste del Araguaia. Un lugar privilegiado donde se ve un impresionante amanecer desde la ventana. Allí me encontré a Félix, un agustino de Madrid que lleva junto a Pedro más de cuatro décadas dejándose la vida por los pobres de esta tierra, por la tierra, por sus mujeres y sus hombres. Hablamos de amigos comunes, de sus hermanos agustinos de Salamanca, Mallorca y El Escorial. De los laicos comprometidos que salieron de sus grupos scouts. De José María y Mari Pepa, un matrimonio fuertemente ligado a Casaldáliga. Y me habló de ANSA, la asociación para el desarrollo social que fundaron a los inicios de la prelatura y que ahora camina sola. De sus muchos proyectos y de cómo han puesto en marcha la única industria de la región, una fábrica de zumos en la que han contadocon el apoyo constante de Manos Unidas.

Araguaia

La casa de Pedro sigue igual que cuando era la sede episcopal. Sin muros, cercas ni alambradas. Abierta a la calle. De una sola planta.  Con una sencillez cálida y acogedora en la que resulta imposible sentirse extraño.

Eran las cinco y media de la tarde. Habíamos quedado. Y allí estaba Paulo Gabriel, superior de los agustinos de Brasil y poeta como él. Nos contó cómo unió su destino al de Pedro y qué hacen los hijos de San Agustín en San Félix. Habló de su militancia desde la fe, del compromiso real con la defensa de la naturaleza y de las denuncias al agronegocio por su comportamiento abusivo.

Pedro estaba en el pequeño patio, sentado de cara a la capilla. Mientras mis compañeros grababan a la comunidad de agustinos que vive con el obispo claretiano, yo me acerqué a él con auténtica veneración y respeto, hecho un manojo de nervios.

Casaldaliga

"Don Pedro, soy Santi Riesco" y me cogió una mano entre las suyas mirándome a los ojos. "El periodista", me dijo, "te estábamos esperando". Me senté a su lado y, aún con mi mano entre las suyas, comencé a hablar muy rápido, como temiendo que se acabará el sueño: "Don Pedro, le traigo muchos mensajes, recuerdos y abrazos de gente que le admira y le quiere, los traigo aquí apuntados". Saqué el móvil y comencé a leer los recados. De Charo y Carmen, que se han quedado con ganas de venir a verle, de Benjamín, que me envió el libro monográfico sobre su vida recién publicado. De Jesús que quiere publicar esta extraña entrevista y de Miguel Ángel, que sigue en la lucha implicado. Para cada uno me dio un mensaje. Y tras un largo silencio mirándonos a los ojos rompí la magia soltándole a bocajarro: "Mi compañero Ricardo me dice que no deje de preguntarle si ha merecido la pena", y tras una pausa calmada meditando la respuesta para que el esfuerzo de pronunciarla no se quede en nada, contesta: "mereció la pena... y la alegría". Y no me di cuenta de la profundidad de lo que me respondía porque estaba pendiente de memorizar cada una de sus palabras. Nos pidieron que no grabáramos, que respetásemos su descanso, el martirio de su enfermedad. Y yo tenía que emplearme a fondo para guardar todas sus expresiones. Algunas nada fáciles de entender por el esfuerzo al pronunciarlas, por el Parkinson, por la edad y por el cansancio acumulado de la jornada.

"¿Cuándo vas a entrevistar al Papa Francisco?", ahora era don Pedro el que preguntaba. Y yo trataba de explicarle que somos un programa para los últimos, para los nadies, que el Papa tendría cientos de peticiones de entrevistas de programas y periodistas más importantes. "Es el Papa de los descartes", apuntaba José María, sentado durante toda la conversación a la derecha de Pedro. Y con los nervios intenté contarle tantas cosas que me sorprendí hablándole con sus versos y obligándome a escuchar sus silencios.

"Los obispos están reunidos en Sínodo", sacó otro tema don Pedro. Y no me salía dirigirme a él de tú, a pesar de lo cerca que estábamos, a pesar de la total sintonía, de estar en comunión y experimentar de lleno la alegría. "El cambio tiene que ser grande. Hay que abrir puertas y ventanas; es lo que pedía el Concilio". Y le cuento como siento yo en España el cambio de la Iglesia. Que me parece más de forma que de fondo, que tenemos miedo a perder poder y privilegios.

No quiero despedirme. Temo que esté agotado. Me disculpo por no haberlo hecho antes y le preguntó por su salud. José María sale al quite y dice que antes les ha contado a mis compañeros que se encuentra con fuerzas y, de la pierna, casi totalmente recuperado.

Quiero seguir preguntando, y pienso en la pena que me da no poder grabarlo, no tener la imagen de sus ojos claros, de su hermano Parkinson agitándolo. "Mañana vamos a grabar con los indios Xavante, un referente de la lucha indígena que es un símbolo del triunfo de los pobres", le digo esperando su comentario. Y tras otra lenta, deliciosa y nutritiva pausa don Pedro me dice con un hilo de voz: "Hay que contarlo. Las grandes multinacionales del agro han destruido su tierra. Son un pueblo valiente. Un ejemplo de que unidos, en comunidad, se pueden conseguir grandes metas". Y aunque el volumen es bajo, sus palabras resuenan como un látigo en el atrio del templo.

"Gracias, don Pedro, por este rato. Muchas gracias por su vida y sus poemas". Me despido dándole de nuevo la mano. Y ya de pie, él la vuelve a coger entre las suyas. Entonces me inclino para escuchar su bendición: "Seguimos, Santi. Podemos"

 

Santiago Riesco    6.oct.2015 22:31    

Murilo, diez años después

Murilo y yo

"Rápido, rápido. Al carro, rápido". Gritaba Edson, responsable de la ONG "Rúas e prazas" (Calles y plazas) hace diez años. Era de noche y entrevistábamos a Murilo en plena calle. Estaba rodeado de otros niños, como él, a los que acabábamos de grabar colocando unos cartones para dormir en la acera, al raso, muy cerca de uno de los canales de Recife. "Rápido, rápido. Al carro, rápido". Y con la antorcha de la cámara aún encendida, y los pequeños revoloteando y gritando nerviosos a nuestro lado, pudimos ver de refilón cómo llegaba otro grupo de chicos de la calle corriendo hacia nosotros. Eran algo más mayores. Al parecer estaban cabreados porque habíamos entrado sin permiso en su territorio. Cuando nos subimos a la furgoneta, aún asustados, Edson trataba de explicarnos que Murilo nos había engañado. Al parecer nos había utilizado para alguno de sus múltiples trapicheos. Era el líder del grupo. Estaba completamente drogado. Tenía 12 años.

Hoy me he vuelto a encontrar con él. Ha pasado una década desde aquella entrevista atropellada que emitimos en el reportaje "Las calles de los sueños rotos". No me ha reconocido, al contrario que yo a él. Le he recordado la última vez que nos vimos y tuve que salir corriendo. Se ha sonreído y se ha disculpado: "He cometido muchos errores, no quiero que mis hijos sigan mis pasos". Y me deja asombrado pensar que pueda tener hijos. Le pregunto qué ha sido de su vida desde 2005, en estos diez últimos años. Y aunque es pleno día y no está drogado, a pesar de que estamos sentados bajo la sombra de un árbol viendo como Tiago -uno de sus "hijos" (9 años), juega al fútbol con otros críos- comienza a confesarse conmigo poniendo por testigo ,y a veces como traductor, a "Tonho da Olinda", el educador de calle más experimentado.

Murilo ha cumplido 22 años. Vive entre la calle y la casa de su madre, en el barrio de Coelho. Cobra una pensión que equivale al salario mínimo por la enfermedad mental que le diagnosticaron. Esnifar cola durante tantos años le ha salido muy caro. Me cuenta que la policía le tiene muy vigilado. Que van a menudo a molestarle a casa de su madre con la excusa de buscar droga y para sacarle dinero. Lo cierto es que ayer mismo, a su "hijo" mayor, João (17 años), se lo llevaron preso porque algo le encontraron.

Le pido que me cuente por qué tiene dos "hijos" tan mayores, dónde y cómo los ha adoptado. Y me muestra sus tatuajes en los antebrazos donde se lee: "Tiago meu filho" y "João meu filho". Dos niños que conoció en la calle y a los que "apadrina" informalmente. Viven con él, con su madre, su padrastro y sus dos hermanos pequeños. En total son siete en casa, aunque pasa largas temporadas con sus "hijos" en la calle.

Miro a Tiago jugar con el peto azul. No es un buen cierre, su portero le recrimina un fallo. Van perdiendo tres a cero. Y Murilo me mira mirando a su "hijo" y muy serio me suelta a bocajarro: "Quiero que aprendan en "Rúas e prazas" lo que yo no quise aprender. Quiero que sean más felices que yo, que tengan un futuro mejor". Y me viene a la mente la cara de Murilo con 12 años completamente drogado. La antorcha de la cámara encendida y la voz de Edson gritando: "rápido, rápido. Al carro, rápido".

Murilo

Santiago Riesco    3.oct.2015 07:44    

Una mujer de raíces. De agua

Ivanete

Merece la pena comerse siete horas de viaje y atravesar dos estados brasileños si, al llegar a destino, uno se encuentra con un ángel disfrazado de campesina. Una mujer identificada con su tierra y con su gente. Una cristiana de base con una fe enraizada en que la voluntad de Dios se haga en la tierra como en el cielo. Aunque no llueva.

Porque Ivanete vive en la región del semiárido, en el sertao, en la caatinga, en esa especie de sahel brasileño que recuerda al lejano oeste de las películas de vaqueros con sabor nordestino.

Este peculiar ecosistema mataba de sed campos y ganado. Impedía llevar una vida adecuada. La falta de agua era incompatible con el ser humano.

En la parroquia de Ivanete, Cáritas quiso hacer algo. Y montaron un "Grupo de agua" que más tarde encabezó el comité municipal que abordaba este asunto vital. Fue en 1997 cuando empezaron a construir los primeros aljibes e impluviums para recoger el agua de lluvia. Al poco, Cáritas Nordestina consiguió la ayuda de Manos Unidas para poner en marcha el proyecto "Raizes". Era un plan integral para abordar la falta de agua desde su recogida y tratamiento hasta el uso para el consumo y la producción.

Ivanete se convirtió en animadora rural entre 2010 y 2013. Comenzó a formar a las familias para que aprendiesen a convivir con el semiárido. Puso en marcha el banco de semillas, el fondo rotatorio de animales, unidades de producción de pulpa de fruta, actividades culturales.

Ivanete es ahora voluntaria. El proyecto terminó hace un par de años. Pero ella sigue visitando a las familias, acompañando a los Agentes de Desarrollo Local (ADL) en todas sus iniciativas rurales.

Ivanete es una mujer soltera. Tiene 50 años y, desde que falleció su madre, vive con la familia de su comadre, con el marido de ésta y sus dos hijas. La pequeña es su ahijada. Ivanete va en moto a todas partes. Los domingos a misa y, entre semana,  a su campo de una hectárea donde planta de todo para comer variado. Vende en la feria, una vez al mes, las frutas y verduras que le sobran. Y así consigue algún ingreso.

Ivanete adoptó hace unos meses a un gato abandonado: "Es blanco, muy guapo. El más listo de los gatos".

 

Santiago Riesco    1.oct.2015 04:06    

Pueblo de Dios

Bio Pueblo de Dios

Los de PUEBLO DE DIOS no somos los de la misa. El programa es uno de los más veteranos de la casa. Llevamos en la parrilla desde octubre de 1982. Ahora podéis vernos los domingos a las 11:30, justo después de “El día del Señor” (la misa); y desde marzo de 2010 también salimos los miércoles a las 11:00, también en La 2.
Ver perfil »

Síguenos en...

Últimos comentarios