Chile también es tierra de misión
Parroquia Sagrado Corazón de Jesús (Lo Espejo, Santiago de Chile)
Un equipo de ´Pueblo de Dios´ acaba de regresar de Chile. Hemos viajado hasta el país andino, gracias a Obras Misionales Pontificias, para documentar los testimonios y la labor misionera de algunos curas españoles de la OCSHA, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana. Son sacerdotes diocesanos que han sido enviados por sus iglesias locales para servir a la misión en América Latina por un tiempo, aunque algunos llevan más de 50 años.
Hemos estado en Chile. Sí, sabemos que hay una crisis social, la más grave de los últimos 30 años. Que los pobres siguen saliendo a las calles, pacíficamente en su mayoría, porque no pueden aguantar más descontentos ni sufrimientos.
Y, sí, sabemos que la Iglesia chilena tampoco pasa por su mejor momento, pero también somos conscientes de que la misión de un cristiano es la de evangelizar a quienes no conocen a Cristo y que los límites que marcan una tierra de misión ya no existen.
El “primer anuncio” de Cristo se queda a medio camino en países considerados, tradicionalmente, como católicos. Muchos han abandonado la Iglesia de forma dolorosa y es necesario consolidar la fe bautismal a través de la convivencia, el testimonio de vida misionera y con obras evangelizadoras.
Padre Félix en la parroquia Niño Dios de Malloco.
El rostro de Cristo misionero en la iglesia chilena
En Chile nos hemos encontrado con los rostros de misioneros españoles encarnados en una iglesia que escucha el clamor de su pueblo. En esa misión se encuentran los sacerdotes diocesanos que trabajan pastoralmente en Santiago de Chile, en Malloco o en la diócesis de Copiapó, al sur del desierto de Atacama.
¿Y por qué hemos ido ahora a Chile, en estos momentos tan convulsos e inesperados? Lo resume muy bien el comienzo de la constitución pastoral sobre la iglesia en el mundo actual, hace casi 55 años (1965):
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia” (Gaudium et spes, 1)
Fachada principal catedral de Copiapó (Atacama).
MISIONAR EN CHILE CON TENSA CALMA
Después de salvar la burocracia aduanera y de esquivar una huelga nacional al salir del aeropuerto, nos pusimos en marcha. La primera semana grabamos al padre Jesús Bonachía y a monseñor Ysern en la capital chilena. Luego nos alejamos a la periferia para grabar a dos sacerdotes manchegos: el padre Modesto Núñez en su parroquia de Lo Espejo y al padre Félix Zaragoza en su misión de Niño Dios en Malloco.
Tensa calma en la capital. Las pintadas y destrozos en el mobiliario urbano, después de casi un mes de protestas, las más graves de los últimos 30 años, son cicatrices que tienen marcada Santiago de Chile. En las calles, ejecutivos y vendedores ambulantes por igual se acercan a nuestras cámaras para denunciar las desigualdades e injusticias sociales que callan desde hace años. El pueblo, en su mayoría, grita. También sus miradas.
La catedral estaba cerrada al público cuando entramos a grabar. El miedo a nuevos ataques a los templos sagrados, como los ocurridos en varias iglesias del centro, obliga por prudencia a resguardar algunas de las imágenes más valiosas para la fe del pueblo chileno.
Padre Modesto con familia haitiana acogidos en la parroquia de Lo Espejo.
Esta tensión se transformó en testimonio de fe y de alegría cuando hablamos con el consejo parroquial del padre Modesto y con los migrantes haitianos acogidos en su parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Lo Espejo. También, cuando nos alegraron las inocentes risas de los niños en las salas cuna de las comunas de Malloco. Hijos de madres solteras, familias desestructuradas, en barrios dominados por el narcotráfico, el paro y el hambre de Dios. La presencia de Niño Dios alimenta, educa y cuida con cariño el futuro de varias generaciones de chilenos.
Para la segunda semana de grabación volamos al sur del desierto de Atacama, al norte del país andino. Allí nos recogen tres sacerdotes valencianos, misioneros reincidentes que llevan muchos años evangelizando en la diócesis de Copiapó. Tres diocesanos con carismas distintos pero un mismo espíritu misionero, con memoria agradecida por la presencia de tantos valencianos que han servido al pueblo copiapino.
Padre Juan Pedro con el equipo de Pueblo de Dios en un campamento de su parroquia en Copiapó.
El padre Miguel Hernández, el padre Enrique Sarneguet y el padre Juan pedro Cegarra nos acogieron con cariño y dedicación. Han dejado un buen poso en el cuerpo y el alma del equipo de Pueblo de Dios desplazado para la ocasión.
Tuvimos que hacer más kilómetros de lo esperado, a través de carreteras de interior y menos convencionales, para no encontrarnos con las movilizaciones y paros sociales que cortaban el tráfico con barricadas de fuego.
A nuestra llegada a la población de Calderas pudimos ser testigos de la buena convivencia del clero copiapino con la diócesis de Valencia. Pudimos entrevistar al padre Jaime Pizarro, que actúa como Administrador Diocesano a la espera del nombramiento de un nuevo obispo, que fue párroco en San José Obrero de Algemesí y que cursó estudios en Valencia.
Fueron días intensos, de mucho trabajo, poco descanso y buena convivencia. Hemos recogido con nuestros focos la actividad pastoral en las tres ciudades, distantes entre ellas, donde se entregan en cuerpo y alma los tres misioneros diocesanos: Vallenar, Huasco y Copiapó. Hemos recorrido lugares emblemáticos e impactantes, para no olvidar, grabados en nuestras retinas y en las cámaras de TVE. Nos adentramos al desierto con Enrique, donde Dios habla al corazón, para ver cómo sobrevive el ciego Willy, iluminado por la fe y guiado con los ojos del Señor para regar su huerto y alimentar a sus animales.
Con Miguel, subimos a las capillas del Altiplano en Vallenar para vivir una oración y una plegaria por los sacerdotes valencianos que pasaron por allí. Con un recuerdo especial para el Padre Lucho y el padre Luis Gil, enterrados en el cementerio cercano a la parroquia. También pudimos comprobar el compromiso de la comunidad parroquial con el proyecto “Mi pequeño hermano” que cuida a personas que tienen capacidades especiales y a familiares mayores con principio de Alzheimer.
Con el padre Juan Pedro hemos filmado las principales fundaciones valencianas en Copiapó: el Asilo de Santa Teresa Jornet (Hermanitas de los Ancianos Desamparados) y el Monasterio de la Inmaculada de Atacama fundado por las Dominicas contemplativas llegadas desde Torrent en 1986.
En definitiva, nos hemos encontrado con los rostros misioneros españoles en una iglesia chilena que escucha el clamor de su pueblo y que viven la fe con espíritu conciliar. En esa misión se encuentran los sacerdotes diocesanos que trabajan pastoralmente en Santiago de Chile, en Malloco o en la diócesis de Copiapó, al sur del desierto de Atacama.
Padre Miguel en la capilla de Ntra. Sra. del Tránsito (Vallenar).
Padre Enrique en la parroquia de San Pedro en Huasco.
Grabación en el desierto de Atacama, visita del padre Enrique a Willy (ciego).
Saludo a las religiosas valencianas en el Monasterio de la Inmaculada de Atacama.