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Una mujer de raíces. De agua

Ivanete

Merece la pena comerse siete horas de viaje y atravesar dos estados brasileños si, al llegar a destino, uno se encuentra con un ángel disfrazado de campesina. Una mujer identificada con su tierra y con su gente. Una cristiana de base con una fe enraizada en que la voluntad de Dios se haga en la tierra como en el cielo. Aunque no llueva.

Porque Ivanete vive en la región del semiárido, en el sertao, en la caatinga, en esa especie de sahel brasileño que recuerda al lejano oeste de las películas de vaqueros con sabor nordestino.

Este peculiar ecosistema mataba de sed campos y ganado. Impedía llevar una vida adecuada. La falta de agua era incompatible con el ser humano.

En la parroquia de Ivanete, Cáritas quiso hacer algo. Y montaron un "Grupo de agua" que más tarde encabezó el comité municipal que abordaba este asunto vital. Fue en 1997 cuando empezaron a construir los primeros aljibes e impluviums para recoger el agua de lluvia. Al poco, Cáritas Nordestina consiguió la ayuda de Manos Unidas para poner en marcha el proyecto "Raizes". Era un plan integral para abordar la falta de agua desde su recogida y tratamiento hasta el uso para el consumo y la producción.

Ivanete se convirtió en animadora rural entre 2010 y 2013. Comenzó a formar a las familias para que aprendiesen a convivir con el semiárido. Puso en marcha el banco de semillas, el fondo rotatorio de animales, unidades de producción de pulpa de fruta, actividades culturales.

Ivanete es ahora voluntaria. El proyecto terminó hace un par de años. Pero ella sigue visitando a las familias, acompañando a los Agentes de Desarrollo Local (ADL) en todas sus iniciativas rurales.

Ivanete es una mujer soltera. Tiene 50 años y, desde que falleció su madre, vive con la familia de su comadre, con el marido de ésta y sus dos hijas. La pequeña es su ahijada. Ivanete va en moto a todas partes. Los domingos a misa y, entre semana,  a su campo de una hectárea donde planta de todo para comer variado. Vende en la feria, una vez al mes, las frutas y verduras que le sobran. Y así consigue algún ingreso.

Ivanete adoptó hace unos meses a un gato abandonado: "Es blanco, muy guapo. El más listo de los gatos".

 

Santiago Riesco    1.oct.2015 04:06    

La "raspadeira" que regresó a la escuela

Flavia raspadeira

Se llama Flavia Josefa Dos Santos y tiene 34 años. Vive en la comunidad Jarvs Gonzaga del municipio de Feira Nova; un lugar perdido en el brasileño estado de Pernambuco. A una hora de Vitória de Santo Antao. A dos horas y media de Recife. 

Flavia entró a trabajar en una fábrica de harina cuando era una niña. Y dejó los estudios para comenzar una vida de esclavitud. Las mujeres negras y afrodescendientes son la principal mano de obra en estos lugares insalubres. Ahí pasan alrededor de 15 horas al día raspando mandioca para conseguir un salario que no llega a un euro diario. Exactamente les pagan 4 reales brasileños por cada cien kilos de mandioca que dejen pelado y preparado para su molienda.

Son legión las mujeres negras y afrodescendientes que sólo han conocido esta forma de vida hasta que se les apareció Manos Unidas y el Centro de Mujeres de Vitoria (CMV). Hasta entonces su vida era nacer, raspar, sufrir abusos de todo tipo, raspar, tener hijos, raspar, enfermar, no poder raspar, no tener qué comer, volver a raspar, morir para liberarse de una vida de esclavitud que era más muerte en vida que cualquier otra cosa.

Flavia tiene dos hijos de 13 y 14 años que se llaman Evelyn y Everton. Estudian octavo y quinto curso. Flavia se sienta con ellos en la mesa de la estrecha cocina de su casa para resolver dudas y hacer las tareas de la escuela. Pero no como haría cualquier otra madre. Flavia también está en la escuela. Va al turno de noche y cursa séptimo y octavo a la vez. Comenzó hace cuatro años y, desde el principio, sus hijos se han sentido orgullosos de ella. Casi tanto como sus vecinas y, sobre todo, sus compañeras del centro de producción. Porque Flavia dejó la casa de harina en la que raspaba mandioca para entrar de lleno en el programa de Manos Unidas que ofrecía la posibilidad de organizarse con otras mujeres. Y así lo hizo. Y desde entonces cocinan dulces y salados en un local alquilado para venderlos luego en ferias, instituciones y en su pequeño puesto ambulante. 

Son tres grupos de doce mujeres cada uno. Todas ellas son negras o afrodescendientes. Muchas no pudieron ir a la escuela y todas se han dedicado (alguna todavía sigue haciéndolo) a las tareas del raspado de la mandioca sin derechos y en unas condiciones indignas. Ahora, con la ayuda de Manos Unidas, van recuperando la dignidad. Son madres e hijas. Vecinas, primas, amigas. Todas quieren mejorar sus vidas. Y han encontrado en estos centros de producción una alternativa.

Flavia es un caso de éxito. El de la "raspadeira" que regresó a la escuela.

Santiago Riesco   29.sep.2015 00:23    

Rumbo a Albania

El sábado, 20 de junio, salimos para Albania con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). Recorreremos este pequeño país balcánico grabando las historias de la minoría cristiana católica apoyada por esta Fundación de la Santa Sede que este año cumple sus bodas de oro en España.

Albania tiene poco más de tres millones de habitantes en una extensión como la de la Comunidad Valenciana. También a orillas del Mediterráneo. Es un país eminentemente rural y musulmán. Los católicos suman un 15% y el año pasado tuvieron la fortuna de recibir la visita del Papa Francisco para animarles en la convivencia pacífica con otras religiones y rendir homenaje a los mártires de la persecución religiosa durante los más de 45 años años de dictadura comunista (1946 - 1991). El domingo, 21 de junio, tendrán lugar las elecciones locales en esta joven democracia que sigue siendo uno de los países más pobres de Europa. Las razones que impiden su desarrollo son múltiples. La alta tasa de emigración y la corrupción generalizada son dos de los factores que más se repiten en los análisis económicos de los expertos.

De la mano de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) tenemos previsto visitar algunas comunidades católicas en Tirana, Laç, Nanshët, Bathore, Mollasi, Lumas y Fier. El objetivo es ver cómo la generosidad de los católicos españoles a través de AIN llega a su destino y sirve para animar y mantener la vida de estas comunidades, especialmente la de los que menos tienen.

Bunker iglesia
En el plan de grabación tenemos escuelas, capillas, hogares para menores en situación de riesgo, comedores sociales, talleres pre-laborales, el seminario mayor y la atención a inmigrantes que viven la miseria en los suburbios de las grandes ciudades huyendo de la pobreza de las montañas.

Durante estas dos semanas seguro que nos encontramos con la huella de la Madre Teresa de Calcuta que, aunque nació en Macedonia, se crió en Albania y como tal es querida y reconocida en el país. El aeropuerto de la capital, Tirana, lleva su nombre. También será inevitable que grabemos alguno de los más de 500.000 búnkeres construidos por el régimen comunista. Algunos de ellos reconvertidos en originales viviendas, cafeterías, tiendas y hasta hay alguno que ha funcionado como capilla hasta que se construyó la iglesia actual. 

El equipo que se traslada en esta ocasión a Albania está compuesto por Roberto Domingo (realizador), Fernando de Andrés (cámara), Pascual Barraca (sonido) y el menda lerenda que firma esto. Nos guiarán y acompañarán durante la grabación Josué Villalón (prensa AIN) y Evaristo de Vicente (voluntario AIN). Si el cansancio y el wifi nos lo permiten os iremos contando -desde el terreno- las historias que se nos vayan cruzando por el camino de esos pueblos de Dios.

Seguimos en contacto.

Santiago Riesco   19.jun.2015 10:37    

Viaje a las misiones más cercanas

Mision catolica española en paris

Un equipo de PUEBLO DE DIOS acaba de llegar de Ecuador y otro equipo del programa sale hoy para ver, oír y contar la labor que las Misiones Católicas de Lengua Española han hecho y siguen haciendo con los emigrantes españoles y latinos en Europa.

Francia

En Francia grabaremos la Misión de París que lleva cien años acogiendo a emigrantes y refugiados españoles. Al frente de la Misión están los religiosos claretianos. Visitaremos el Centro Hispanoamericano “San Fernando” en el que las Hijas de la Caridad atienden, desde 1892, a emigrantes hispanohablantes (dispensario médico, residencia…). Estaremos con las Religiosas del Servicio Doméstico que hacen una gran labor con las jóvenes emigrantes y desayunaremos un día en el Comedor Social “Santa Isabel”, de la Orden de Malta.

Bélgica

En Bruselas, grabaremos la Misión de la Estación del Norte a cuyo frente está, desde hace más de 30 años, el sacerdote navarro, Ángel Salinas, y la Misión de la Estación atendida por el jesuita Jorge Puig. Conoceremos la Asociación Hispano-Belga que se ocupa de los emigrantes españoles mayores.

Este viaje completa el recorrido por las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa que PUEBLO DE DIOS ha hecho este año por los países donde la emigración española es más fuerte (Alemania, Holanda y Suiza, Francia y Bélgica). El recorrido por las “misiones españolas en Europa” ha sido posible gracias a la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española que ha estado muy atenta a las necesidades religiosas y sociales de los emigrantes españoles.
El servicio que los misioneros “más cercanos” (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos) están prestando a los emigrantes españoles y latinos en Europa desde hace cien años, es muy poco conocido y PUEBLO DE DIOS lo está dando a conocer.
En el trabajo a pie de misión me han acompañado: Carlos González Herrero (realizador), Sergio Casas (cámara) y Alberto Collantes (técnico de sonido). Un equipo a la altura de lo que las “misiones más cercanas” merecen.

Julian del Olmo    5.jun.2015 09:22    

Sam Sam: las princesas de Regina

Regina

El cansancio arrastrado durante casi dos semanas de grabaciones se evapora en cuanto das con una historia que merece ser contada. Justo lo que nos pasó ayer. Dos horas para recorrer menos de diez kilómetros. El error del conductor y el horror del atasco casi acaban con las pocas energías que aún reservábamos para llegar a Pikine, una gran ciudad dormitorio muy cercana a Dakar. Aquí nos esperaba una misionera española en el suburbio de Sam Sam, "un lugar en el que quieren que vivamos como las ratas", explicaba sor Regina Casado (Bembibre, 74 años - aunque parezcan veinte menos-). Y es que Sam Sam, con sus 12.000 habitantes de aluvión procedentes de la pobreza rural y de los países vecinos que viven aún en peores condiciones que Senegal, es un lugar pretendido por los especuladores para levantar un complejo hotelero en el que incluirían un lago. Y es por eso que las autoridades no mueven un dedo por echar una mano a estos vecinos y mejorar mínimamente sus condiciones de vida. Conclusión: Sam Sam es una cloaca en la que la lluvia estancada inunda casas, calles y hasta la escuela que los escolapios abrieron en su día para rescatar a los críos que pierden el ritmo del colegio porque repitieron o abandonaron. Aquí todo, o casi todo, es informal. Lo ilegal también supera los estándares admitidos.

Sor Regina es una berciana de mucho carisma. Una de esas mujeres capaces de hacer posible lo imposible. Una religiosa enamorada de su vida radical y entregada a los más pobres porque así lo quiso el Dios en el que cree. Desde que entró a formar parte de la familia de las Hijas del Niño Jesús ("Damas Negras" para los madrileños), sólo pensaba en la misión. Tanto que interrumpió sus estudios de piano y solfeo en el tercer curso para no perder la ocasión de ir a Camerún. Allí fundó una comunidad internacional con otras dos hermanas italianas y una francesa para ocuparse de la promoción de la mujer y la atención de los más pobres durante 22 años. Aprendió dos lenguas locales, perfeccionó el francés, se especializó en medicina tropical, algo de Sagrada Escritura enfocada a las comunidades eclesiales de base y vuelta a España. En la comunidad de El Raval se ocupaba también de los que menos tenían, pero África no dejaba de llamarla. Y por medio de sus hermanas de comunidad, consiguió que la superiora general la enviase a Senegal a echar una mano a los escolapios durante un año. Eso fue en 2002. Desde entonces no ha parado de trabajar en Sam Sam. Sobre todo con la gente del barrio y con las chicas. Tanto, que las costumbres han comenzado a cambiar.

Sam Sam es un barrio muy musulmán. Hasta la llegada de Regina las muchachas no tenían más futuro que esperar a que su familia les buscase un hombre para casarlas por interés. De modo que acababan, en el mejor de los casos, convertidas en empleadas domésticas sin sueldo, sin derechos y con más obligaciones y malos ratos que otra cosa. Y esto se ha acabado. Como las inundaciones de las casas, las calles y el barrio. Sor Regina tiene funcionando dos bombas de agua para achicar los charcos. También ha construido un centro de promoción femenina hace ya más de diez años. Y los mosquitos y sus enfermedades ya no rondan el agua estancada. Ni las chicas esperan a que les busquen un marido que, al menos, no las pegue demasiado. Donde antes había un lago, juegan ahora los chavales partidos de fútbol callejero con camisas de laureados equipos europeos. Donde las chicas no tenían más opciones que el matrimonio, encuentran ahora la posibilidad de emanciparse como modistas y diseñadoras de ropa, como cocineras, panaderas, reposteras y camareras. Durante cuatro años los padres se comprometen a que sus hijas reciban una formación esmerada en el centro de Regina sin entregárselas a ningún hombre en matrimonio. Y eso ha transformado Sam Sam. Ahora las chicas de Regina, son auténticas princesas.

Santiago Riesco   21.may.2015 10:51    

Los 80 hijos de Justina

Sor Justina Dakar

Apenas nos miramos y parecía que nos conocíamos de toda la vida. Justina es una madrileña nacida en Vijuesa, un pueblecito de Zaragoza. Cuando tenía nueve años, junto con su madre y sus otros cinco hermanos, viajó a Madrid. Ahí estudió enfermería y, cuando tenía 21 años, sintió que quería entregar su vida a los demás. Y en eso anda, entregando vidas que rescata del abandono y de un futuro incierto para que hagan florecer las vidas de matrimonios que no pueden tener familia por esos caprichos infames de la naturaleza. De modo que Justina Miguel Gil, desde hace 19 años, se encarga de poner en contacto a niños sin padres con padres sin niños. De dar vida a más no poder.

Sor Justina ingresó en las Franciscanas Misioneras de María como enfermera y sus superioras enseguida la enviaron a Senegal. Era el año 1973. Pero sólo estuvo un año aprendiendo francés y casi de paso para Burkina Faso -que de aquellas aún se llamaba Alto Volta-. Ahí pilló la malaria y la cosa se complicó tanto que a los cuatro meses estaba trabajando en el hospital de Niamey, en Níger, donde no paró de dar vida como enfermera durante nueve años. Luego regresó a Burkina Faso para quitarse la espinita de su anterior paso fugaz y, durante otros siete años, trabajó en una maternidad ayudando a traer vidas a este mundo tan mal repartido. Aquí la cosa comenzó a torcerse con una lesión en un ojo y porque los antipalúdicos empezaron a no hacerle efecto. De modo que no tuvo más remedio que regresar a Madrid para recuperarse. Era 1990 y había estado 19 años dándolo todo en África. Parecía que había llegado el momento de descansar. Pero los caminos de Dios son inescrutables y, seis años después, más o menos con la salud recuperada, se ofrece para volver a la misión y sus superioras le confían una de las actividades más hermosas que jamás hubiera imaginado: la Pouponniere de Dakar. Un hogar cuna en el que recogen a niños huérfanos de madre (algunos de padre y madre), bebés abandonados y recién nacidos cuya madre ha caído enferma y no puede atenderlos durante el primer año de vida. Y tiene 80 muñecos de entre 0 y 12 meses que no dejan de llorar, de reír, de ponerse malos, de tomar biberones y papillas, de pedir que les cambien el pañal, de solicitar baños, mimos, masajes en la tripa para los cólicos y que les cojan y les canten para dormirse después de que les llenen de besos.

Justina insiste una y otra vez en que sus niños son los más guapos de Senegal. Conoce a todos y cada uno de ellos por su nombre. Sabe cuál es su juguete. Impresiona escuchar a un bebé llorar en una sala repleta de cunas y que la hermana diga el nombre de un bebé para que una de las chicas que colaboran con ella en este Hogar Cuna se dirija hasta su camita y lo coja para calmarle.

En la Pouponniere han sacado adelante, desde 1955, a más de 4.000 niños. La inmensa mayoría han vuelto con su padre o sus familiares después de superar el primer año de crianza. Alrededor del 12% han encontrado una nueva familia en Senegal, en Italia o en España. 

Son ya 19 años los que sor Justina lleva dando vida en esta misión. Ahora tiene que cuidarse un poco más porque ya ha cumplido los 78. Cada año va a España a que el cardiólogo controle su corazón al tiempo que se reúne con las familias de los más de 40 niños de chocolate que viven y dan vida en nuestro país. Ellos son los que le curan realmente el corazón. 

Nosotros nos vamos de la Pouponniere para pronto volver. Mañana nos espera sor Hortensia en la misión rural de Thies, a hora y media de Dakar. 

Nos llevamos a sor Justina muy dentro y, con ella, las historias de Clemence y sus hermanas de la corrala en el barrio de Ouakam; de Angela, Ambroggio e Isabel y el amor gigante por el pequeño André que muy pronto irá con ellos a Milán para formar parte de su familia; de Joseph Malick y su bebé Christelle; de Benedicta y la felicidad por haber encontrado un trabajo de cocinera en un hotel; de un grupo de 14 monjas de 10 países empeñadas en demostrar con su testimonio que el Pueblo de Dios es mucho más que el título de un programa de televisión en el que os contaremos todas estas historias y muchas más.

Seguimos en contacto (si el wifi y el cansancio nos lo permiten)

Santiago Riesco   11.may.2015 21:18    

Rumbo a Senegal

Rumbo a Senegal

Entre el 9 y el 22 de mayo estaremos por Senegal, grabando historias de gente anónima a la que más que un programa de televisión habría que erigir un monumento en mitad de la Gran Vía. Personas a las que aún no conozco y de las que ya he escuchado hablar mucho y bien. Mujeres valientes como Justina, Regina y Hortensia, misioneras españolas que se han dejado la vida en los peores barrios de Dakar y sus arrabales rurales ayudando a los huérfanos, a las niñas maltratadas, a las jóvenes violadas y a las mujeres sin futuro con un único objetivo: devolverles la dignidad arrebatada recuperando su autoestima con mucho cariño, paciencia y siendo muy prácticas. Y claro, para eso también hace falta algo de dinerillo. Un dinerillo que se encarga de recoger y repartir desde hace más de 50 años otro grupo de mujeres españolas: las voluntarias de Manos Unidas

De modo que andamos contando las horas para subirnos a ese avión que nos permitirá cruzar nuestros caminos con los de estas heroínas que dejarán de ser anónimas para nosotros y que, con toda seguridad, nos presentarán a otras personas que también merecerían un monumento en cualquier Plaza Mayor. Personas -generalmente mujeres- agradecidas porque los distintos proyectos financiados por la generosidad de los españoles a través de Manos Unidas les permiten alimentar, educar y cuidar a sus familias un poquito mejor que antes.

El viaje tendrá una segunda parte en el sur, por debajo de ese otro país con forma de río que se llama Gambia y que en los mapas parece una mueca de Senegal. Iremos a la región de la Casamance. Aterrizaremos en Ziguinchor, su capital, y nos desplazaremos a las islas de la costa y a los campos del interior. La Casamance ha sufrido durante más de 20 años un conflicto que enfrentaba al Gobierno de Dakar con los que pretendían la independencia de la región. Ya digo, por debajo de Gambia y por encima de Guinea Bissau. Después de dos décadas de violencia la comarca ha quedado asolada y medio desértica. A los desplazamientos hacia los países limítrofes y el abandono de pueblos enteros hay que sumar la ya de por sí complicada situación geográfica y las dificultades de acceso que, desde siempre, ha tenido la Casamance. Pues bien, aquí grabaremos uno de los grandes proyectos que la AECID (Agencia Española para la Cooperación Internacional y el Desarrollo) está sacando adelante con la colaboración de Manos Unidas para recuperar a las personas que se fueron y procurar que renazca la vida económica, social e institucional.

El equipo, una vez más, es de auténtico lujo. Antonio Urrea y Juan Cabrera se encargarán de grabar las imágenes y sonidos necesarios para que Roberto Domingo y un servidor podamos contaros lo que hemos visto y oído de la manera más organizada y entretenida que seamos capaces. Poniendo el foco en que es posible un mundo mejor sin dejar de tener los pies en el suelo y el ojo avizor.

Si el wifi, el calor, la humedad y el cansancio nos lo permiten... seguiremos en contacto.

Santiago Riesco    8.may.2015 17:09    

Nos vamos a Benín

Benin_mapa1


El martes, bien tempranito, partimos hacia Benín. Es la tercera vez que un equipo del programa visita este pequeño país en el Golfo de Guinea. La primera vez fue en 2005 para visitar las misiones salesianas y sus obras de promoción con los jóvenes. En 2009 regresamos para ver los proyectos financiados por la solidaridad española a través de Manos Unidas. El martes iremos a grabar la realidad musulmana en la que viven inmersos (y en paz) los misioneros combonianos.

Estaremos fuera 16 días con la intención de grabar cuatro reportajes. Dos en la misión de Toko-Toko, con el padre Juan José Tenías; y otros dos en la de Manigrí, con el padre José Girau. En la escasa y complicada comunicación que hemos mantenido con ellos a través del correo electrónico nos han ido contando lo que hacen por allí: escuelas, pozos, hogar para chicas, evangelización y, sobre todo, presencia. Una presencia cristiana -y reciente, pues ambas misiones tienen menos de una década- en mitad de una región eminentemente musulmana. 

El viaje se plantea apasionante. En primer lugar por las complicaciones de las comunicaciones. Las dos misiones están en la región de Djougou, al noroeste de Benín. Cerca de la frontera con Togo. Llegaremos en avión a la capital, Cotonou, y desde allí nos desplazaremos en coche hasta Toko-Toko. Al parecer son 500 kilómetros de carretera para los que necesitaremos un día entero. Ya vamos mentalizados. Parece que los repetidores de telefonía móvil dependen de las idas y venidas de la corriente eléctrica. Y el tema de internet vía satélite ha resultado un fiasco. O sea, que será complicado llegar y contar desde allí lo que estemos viviendo. De modo que habrá que esperar a la vuelta.

En segundo lugar, los temas que vamos a tratar son de máxima actualidad. Benín limita al este con Nigeria, el país en el que los terroristas de Boko Haram están cometiendo los más abominables actos de terror amparándose y justificándose en la religión. La región de Djougou es musulmana en su inmensa mayoría y los misioneros católicos son respetados y queridos por su importante labor social y porque llevan una vida que es un ejemplo para todos los vecinos de la comarca, una vida de auténticos hombres de Dios.

Y en tercer y último lugar porque el padre Juan José Tenías protagonizó, en 1978, el capítulo dedicado a los misioneros de la emblemática serie de TVE "Vivir cada día". Esta semana, 38 años después, grabaremos con él un capítulo de "Pueblo de Dios" en el que también será protagonista. La idea es mostrar los cambios que se han producido en la vida de los misioneros (si es que se ha producido alguno). 

El equipo de este viaje, como siempre, es una auténtica garantía. Alberto Novo y Sergio Rodríguez se encargarán de la parte técnica con las cámaras, los micros y las luces. David Herranz se estrena con Pueblo de Dios en la realización y la parte artística. Y yo me encargaré de no molestar más de lo necesario para poder contar las siempre interesantes historias que nos vayamos encontrando en Toko-Toko y Manigrí. 

Benin

 

Os dejamos aquí algunos de los reportajes grabados y emitidos por Pueblo de Dios en Benín:

- Benín, amaneció de noche

- Benín, mujeres de piedra viva

- Benín, la esperanza es femenina

- Misión entre los baribá

- Benín, las fuentes de la vida

 

 

 

Santiago Riesco    1.feb.2015 20:27    

Adiós Jerusalén, adiós

La foto 3
Estamos cerrando las maletas. En un par de horas salimos hacia Tel Aviv. Mientras Sergio y Alberto empaquetan el material con todo el equipo, yo apuro el wi fi de la Casa Nova donde hemos tenido un auténtico hogar durante nuestra estancia en Jerusalén.

Hemos estado seis días grabando en Belén, Ortás, Betfagé y Jerusalén. Hemos conocido cómo viven y sufren las familias cristianas en un ambiente enrarecido, tenso, en minoría, dependendiendo casi exclusivamente de la obra social de la Custodia de Tierra Santa. Los franciscanos, desde hace casi ochocientos años se ocupan de los cristianos. Son los que les dan trabajo, los que compran, construyen y reforman las viviendas, los que ofrecen educación a sus hijos, los que mantienen viva la memoria de Jesús en una tierra donde cada vez son menos porque la presión sobre ellos es más. Los cristianos han pasado del 20% a un 1,4% en Jerusalén. La población musulmana aumenta, la población judía aumenta. Sólo los cristianos disminuyen. Seguir a Jesús en la ciudad donde fue crucificado, muerto y sepultado. En el lugar donde resucitó al tercer día según las Escrituras, se ha convertido casi en un martirio diario.

Nos vamos con muchos nombres anotados en el cuaderno, con la maleta llena de discos con imágenes y sonidos de vidas entregadas. Pero lo que es más importante, los tres vamos con el alma tocada por la presencia de Dios y con el corazón repleto de sensaciones inolvidables. El siguiente paso es ser capaces de contar lo que hemos visto y oído. De contagiar la plenitud, la entrega, la fe y el milagro cotidiano de un grupo de hombres y mujeres que construyen la paz aún a costa de sacrificar sus vidas. Nos vamos admirados y agradecidos. Nos vamos con la sensación de que los cristianos están en peligro de extinción, de que si no hay un esfuerzo por parte de todos las cosas aún pueden ir a peor.

Santiago Riesco   17.nov.2014 09:51    

Palestina: En casa de los Sayeh

Familia Sayeh 1

Salim y Patricia junto a sus tres hijos: Jalil (15), Stephanie (14) y Jennifer (7). Las familias cristianas de Belén viven una situación económica y social cada vez más comprometida.

Al teléfono ya sonaba acogedora y dulce la voz de Patricia Sayeh. Quedamos a las cuatro de la tarde en la puerta de la Basílica de la Natividad, el lugar donde nació Jesús. Y allí nos está esperando junto a Salim, su marido. Nada más vernos nos quedamos en silencio y casi al unísono exclamamos un "¡qué sorpresa!" que rompe todas las barreras. La Providencia ha querido que nos volvamos a ver. El año pasado habíamos entrevistado a Patricia en una de las tiendas de artesanía de la cooperativa cristiana en la ciudad de la estrella. En esta ocasión era la parroquia la que nos había dado el teléfono de esta familia cristiana porque todos sus miembros hablan español.

Y es que Patricia es colombiana. De Barranquilla. Conoció a su marido Salim en su Colombia natal cuando éste no pudo aguantar la situación de Palestina y salió en busca de empleo y un futuro en paz. Hace 16 años que se casaron y, después de tener a Yalil y a Stephanie, hace ya una década, decidieron regresar a la tierra donde nació Jesús; donde nació Salim y donde nacería Jennifer, la menor de la familia.

Patricia y Salim trabajan en sendas tiendas de recuerdos y artesanía gestionadas por la Cooperativa de Artesanos Cristianos de Tierra Santa en Belén. Sus ingresos dependen directamente de la cantidad de peregrinos que compren algún artículo para llevarse a su país. Desde un rosario de madera hasta un Nacimiento de nácar labrado con filigrana árabe. Pero si la violencia entre Israel y Palestina aumenta en intensidad, entonces los viajes organizados se resienten y su economía se ve seriamente afectada. "Hasta tres meses hemos estado cobrando la mitad de nuestro salario. Un salario que ya es muy ajustado para poder sacar adelante a toda la familia", comenta Salim con los ojos tristes y cansados de quien ha apostado todo por regresar a su tierra cuando la mayoría de los cristianos se están yendo para buscar un futuro mejor.

Mientras los hijos hacen los deberes en árabe en la cocina, nosotros charlamos en castellano en el salón. Y nos cuentan con entusiasmo la visita del Papa Francisco y cómo los cinco estuvieron juntos celebrando con él la misa en la plaza de la ciudad, frente al Auditorio de la Paz. Y a Salim se le llenan los ojos de agradecimiento cuando va recuerda los aplausos espontáneos que siguieron el gesto del Papa Francisco parando su coche junto al muro de la vergüenza para rezar por la paz. "Antes íbamos los fines de semana a Jerusalén dando un paseo para tomar el aire. Ahora, por primera vez desde que nació Jesús, estamos separados y no podemos entrar. Sólo nos dan un pase especial una vez al año para ir al Santo Sepulcro a celebrar la Pascua. Y no a todos. El año pasado me lo dieron a mí, pero no a Salim, y claro, para no ir con mi marido, pues no fui", explica Patricia mientras a él se le nubla la cara.

Y nos cuentan que sus hijos estudian con becas en los colegios de la Custodia Franciscana de Tierra Santa. Y que llegan muy justos a fin de mes para no deber nada a nadie. Y que si las cosas siguen así tendrán que salir para Colombia porque en Palestina, en Belén, la estrella se está apagando. Los peregrinos, por las noticias del conflicto, dejan de venir y los ingresos son cada vez menores. Y no nos dejan ir sin tomar un té, y un anís, y unas estupendas empanadillas de espinacas y frutos secos y dulces y una conversación franca, directa, de hermanos heridos, de cristianos en pañales que necesitan todo nuestro apoyo. 

Familia Sayeh y EQUIPO 1

 

 

Santiago Riesco   11.nov.2014 22:22    

Pueblo de Dios

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Los de PUEBLO DE DIOS no somos los de la misa. El programa es uno de los más veteranos de la casa. Llevamos en la parrilla desde octubre de 1982. Ahora podéis vernos los domingos a las 11:30, justo después de “El día del Señor” (la misa); y desde marzo de 2010 también salimos los miércoles a las 11:00, también en La 2.
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