Culpable, hasta que no se demuestre lo contrario
Culpable, hasta que no se demuestre su inocencia. Era quizá el proceder habitual de la Santa Inquisición Española cuando quemaban a todo aquél que no fuera capaz de demostrar su inocencia por los delitos que supuestamente habían cometido. Y ese ha sido también el proceder del TAS en el caso Alberto Contador. En plena entrevista ayer en Radiogaceta Juan Carlos Castaño, Presidente de la Federación Española de Ciclismo, mencionó precisamente a la Inquisición en alusión indirecta pero alusión al TAS.
Es evidente. El TAS es la máxima instancia deportiva y está lejos de la institución que tantas vidas inocentes se llevó por delante en nombre de la Iglesia. Sin embargo, tiene algo en común con ella y es la presunción de culpabilidad. Contador no ha sido capaz de demostrar que no se había dopado, cierto. Pero tampoco el TAS ha sido capaz de demostrar que sí lo había hecho.
Otra coincidencia es su carácter autoritario y abusivo. No respeta unos plazos temporales razonables. A veces la incertidumbre hace más daño que una mala noticia. El positivo de Contador se produce en julio, en el Tour y hasta el mes de noviembre no llega a la Federación Española de Ciclismo. Era un mal arranque para un laberíntico proceso que se ha eternizado durante año y medio con constantes e injustificados retrasos que se alejan del habeas corpus del que tanto nos hablaban en clase de Derecho.
No respeta unos mínimos en el trato al acusado...¿de qué han servido responder acertadamente al polígrafo durante cinco horas seguidas? Las intenciones aleccionadoras, las expresiones grandilocuentes como la tolerancia cero contra el dopaje y el deseo de mostrar al mundo una sentencia impactante que alejara a los ciclistas de tramposas tentaciones han podido relegar a tan sólo un aspecto secundario la inocencia o culpabilidad del acusado.
Dicho todo esto, no quiero caer en una estéril variante española del chauvinismo francés y sí quiero tratar la noticia sin prejuicios ni discriminaciones por razón de nacionalidad. Contador dio positivo, no lo olvidemos. La cantidad era inapreciable para la mayor parte de laboratorios del mundo, pero la legislación en vigor no habla de cantidades sino de presencia o no de clembuterol. Y el hecho es que había clembuterol. Por eso, sí se puede entender, nos guste o no, como posible una sanción. Cuando te hace soplar la Guardia Civil, no te preguntan si venías de una cena de empresa o venía demasiado cargado el sorbete de limón. Por eso puedo entender que, si la política es "ejemplarizar", no quedara sin castigo el positivo pero lo que refleja desproporcionalidad e injusticia manifiesta es la decisión de aplicar el máximo castigo de dos años.
Cuando el TAS aplica el máximo castigo evidenciando una más que lamentable ausencia de criterio revela patéticos prejuicios hacia el deporte español. Tras casos como el de Valverde o la Operación Puerto algunos parece que quieren limpiar la era española "al estilo del viejo oeste" para regocijo de los envidiosos vecinos. La Agencia Mundial Antidopaje habla en su recurso de un plan de dopaje controlado de Contador así como de suplementos alimentarios contaminados. Esa es para el TAS la opción más probable. No se cree la teoría del filete y, aunque sin pruebas, castiga el positivo de igual forma que si Contador hubiera sido cazado inyectándose EPO. Pueden no creerse la teoría de la carne contaminada pero por favor que haya proporcionalidad en la sanción.
No entiendo tampoco desde ningún punto de vista que se usurpe a Contador un Giro en el que ha participado con "licencias y beneplácitos" de UCI, Federación Española y demás organismos, y en el que ha superado sin ningún problema controles antidopaje. Es una más de las, en mi opinión de periodista aficionado pero no experto en ciclismo, lagunas de esta sentencia.
Teníamos la bicicleta en nuestra país como un elemento creador de mitos a veces de diversión, otras de emoción, y a veces (sobre todo los veranos) casi religioso que nos había regalado grandes momentos. Después del 6 de febrero de 2012, por desgracia, vemos el ciclismo como un deporte un poco más injusto que además nos quiere borrar satisfacciones pasadas. Pero no lo van a conseguir. El ciclismo volverá a levantarse, porque es demasiado grande. Contador volverá a ganar el Tour, porque es demasiado bueno, de hecho es el mejor. Y el deporte español demostrará que los éxitos, en efecto, no son por casualidad, sino por esfuerzo y trabajo bien hecho.
Hay algo que me preocupa mucho más que todo lo anterior. No sé si son presiones a miembros del Tribunal. No sé si son intereses económicos o intereses políticos de alto rango. Pero sí sospecho que algo se me escapa. Lo que está detrás de todo esto y lo que no vamos a saber, al menos a corto plazo. A lo mejor la comparación con la Inquisición, salvando la distancias, no era tan descabellada.
(No soy ningún experto en derecho, por eso pido disculpas si he cometido algún error. Agradeceré que se me comunique)