El lujo de llenar una garrafa de agua
viernes 20.may.2016 por Santiago Barnuevo 1 Comentarios
El agua es un lujo para más de 663 millones de personas. Cada año mueren -que se sepa- 840.000 personas de diarrea, por la insalubridad del agua, la falta de instalaciones de saneamiento o simplemente por no lavarse lo suficiente las manos. Dice la Organización Mundial de la Salud que 360.000 eran menores de 5 años.
Conseguir una garrafa de agua limpia cada mañana puede costar varios kilómetros de camino. Un deber que, en la mayoría de los casos, corresponde a los niños y a las mujeres. Para que la familia pueda tener agua para beber o cocinar, esta juventud pierde la posibilidad de estudiar y, por tanto, de mejorar su situación. Aunque, por supuesto, hay casos que hacen de este pesimismo un reto que superar. Es lo que hizo Gaspary Gratian, que nació en una aldea tanzana sin pozo. El más cercano, a tres kilómetros. Tres de ida, y tres de vuelta. Aquellas peregrinaciones le dieron mucho que pensar, "me convencí de que tenía que estudiar mucho para hacer algo que cambiara esta situación, y ahora soy ingeniero", recuerda con orgullo. Hoy es el coordinador sobre el terreno de la organización española Ongawa, fundada hace 25 años por un grupo de profesionales que querían mejorar el mundo gracias a la tecnología. Enseguida se centraron en lograr agua para el que no la tenía cerca. Y poco a poco han establecido sistemas sencillos que ofrecen resultados. Llevan 14 años en Tanzania, y más de 200.000 personas han mejorado su acceso al agua en 50 localidades.
Gaspary recorre su país para encontrar esos lugares en los que es posible encontrar una fuente estable que no se seque durante varios meses al año. Es fundamental que sea agua limpia porque "abundan las infecciones y enfermedades provocadas por aguas contaminadas". Por eso, uno de los proyectos más exitosos se ha basado en la elaboración de filtros verticales de arena y grava que mejoran la calidad del agua y que sólo requieren de una limpieza cada cierto tiempo. "Consigue reducir bastante los valores de contaminación del agua", nos cuenta Cristina Vela desde Ongawa para explicar que no es necesario recurrir a la última tecnología para solucionar un problema. "Más que nada porque no tiene sentido establecer sistemas para los que no van a poder encontrar piezas en Tanzania si se estropean. Lo que hemos instalado allí tiene que poder arreglarse allí, de manera rápida y barata", añade. E insiste en que "son las propias comunidades las que tienen que aprender a mantenerlo en buen estado".
En Tanzania, cuatro de cada diez personas tienen que dejar sus sueños a un lado durante varias horas para llenar una garrafa de agua. Son los 20 millones que Gaspary todavía tiene pendientes. "Me gusta pensar que gracias a mi trabajo, hemos conseguido facilitar el acceso al agua. Y en todo momento me acuerdo de aquellos caminos de tierra que recorrí cuando era niño. No me olvido, y gracias precisamente a mis recuerdos, no me canso de intentarlo, de cumplir con lo que me prometí si llegaba a ser ingeniero". El teléfono no oculta su sonrisa de satisfacción cuando asegura que "es loq que me empuja a trabajar y esforzarme más cada día para resolver este problema".
Fernando dijo
La mejor medicina para sentirse vivo: poner tus capacidades al servicio de los demás; al servicio del cuidado de la vida. Esa es realmente la vocación de cada ser humano.