En más de una ocasión hemos pensado modificar, cambiar, incluso jugar con los sabores y con la apariencia de los alimentos.
Al igual que me gusta dejarme sorprender por magos e ilusionistas, nosotros podemos convertir la cocina en una gran juego de magia.
Recientemente, en un concurso de cocina para jóvenes cocineros, unos buenos amigos me pedían ideas para sorprender, después de dilucidar, enredar y soñar…iban saliendo muchas propuestas.
De repente, entre todos apareció el mago o al menos el aprendiz de mago que llevamos dentro. El alimento principal era caballa, pescado que una vez limpio y preparado tiene bastante desperdicio y merma, pero… ¡no estamos para tirar nada!
Se nos ocurrió triturar las espinas retiradas con algo de anís en grano, semillas de amapola, harina, clara de huevo, tomillo, sal y pimienta, obteniendo una pasta densa, dicha pasta fue extendida sobre papel de horno formando un triangulo, triangulo que una vez horneado se convertiría en un cono, exactamente igual que el de los helados.
El sabor era super agradable, crujiente, dorado etc… En breve os cuento más, jeje.:-)
Sergio.