VUELTA AL PASADO

‏Soy ajena a lo que cuesta ganarse la vida en el mar, en la mina, en el campo.... Soy ajena a lo duro que debe ser sembrar, cuidar unos cultivos, recolectar los frutos...las horas al sol, los desvelos que provoca la meteorología adversa, o el esfuerzo físico de simplemente agachar un riñón. Y lo digo con pena y con un poco de vergüenza porque he de confesar que todo esto me lo transmitieron de palabra mis mayores, que vivieron en las coordenadas terribles de pueblos pequeños y de tiempos marcados por la pobreza, hambruna y desesperación típica de la posguerra. Pero lo olvidé, inmersa siempre en una ciudad y en otros tiempos. Sin embargo, algo en el subconsicente se me debió quedar, y lo he recordado al acercarme para este nuevo "Reporteros" a los temporeros inmigrantes que se sacan un pequeño jornal en las miles de hectáreas de futas de la zona zaragozana de El Jalón.

Y si todo surgió a raiz de una operación policial en la que detuvieron a cuatro agricultores-empresarios por explotar con salarios ridículos y jornadas infernales a muchos sudamericanos sin papeles, no podiamos dejar de echar un ojo a los "legales" que se sienten afortunados por vivir unos meses del campo.

Este año son menos, pero no sólo aqui, también lo han sido en Huelva con la fresa, en Andalucía con la aceituna, en Murcia y Almería con el tomate, o en todo el corredor mediterráneo con los cítricos. El invierno largo y duro ha mermado o retrasado muchas cosechas, y hay menos trabajo. Y además está la crisis que ha hecho que mucho español que quizá juró que nunca volvería a la tierra, la utilice ahora para enterrar estas palabras.

Asi que los inmigrantes que son contratados en origen se sienten afortunados y contentos y con ellos hemos hablado y nos enseñaron donde comen o duermen; qué hacen los domingos, o cuánto dinero mandan a sus casas; eso sí, bajo el permiso y la mirada de aprobacion de sus jefes, los capataces o dueños de las fincas..que por momentos parecen los dueños de sus vidas bajo una especie de ley del campo inaccesible a los urbanos

Con los empresarios que hablamos afirman que prefieren contratar a los inmigrantes que ya conocen de otros años más que a españoles. El convenio les obliga a pagarles la mitad del viaje y a darles un alojamiento. El salario suele estar a cinco euros la hora, y en principio las jornadas, según nos contaron, son de ocho horas. Ellos, los temporeros, que con el sueldo pueden mandar unos 300 euros a su familia, y que a ellos no les da mucho para vivir o permitirse caprichos.

Y esta es la nave donde duermen...

Habilitada para albergar a unas cincuenta personas. Habitaciones conjuntas donde las camas son literas, una de matrimonio, e individuales para hombres. Estos tienen tres duchas en el baño comunitario, las mujeres, una.

No podíamos dejar de hablar con el sindicato UGT que, año tras año, publican sus campañas de ayuda, y hacen sus informes de las deficencias que hay en el trato hacia los temporeros. Nos contaron que en España, la asignatura pendiente son los alojamientos. Por ejemplo, dicen, en Francia son casas más antiguas, pero son casas. En sus informes recogen alojamientos en nuestro campo con deficencias de espacio, luz, o saneamiento. Algo que para el sindicato es también explotación laboral.

Esta foto sería un ejemplo de esas carencias. Pero si salimos de esta habitación encontramos, de nuevo, el espacio abierto del campo, un horizonte que se pierde en las copas verdes de los frutales, y el recuerdo de unos abuelos que en su día emigraron por unos meses o años, por ejemplo, a Alemania para buscar el pan que aqui faltaba. Algo tienen estos inmigrantes temporeros de nuestra historia reciente...Asi podiamos ser nosotros, asi eramos nosotros hace sesenta o cincuenta años..

Y sobre sus condiciones de trabajo aquí no me atrevo a escribir, a juzgar, desde la ley urbana los códigos de la tierra...A fin de cuentas, soy una ajena.