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El mono ciborg

    viernes 23.sep.2011    por Pepe Cervera    4 Comentarios

Somos una especie de primate muy peculiar. Llevamos usando herramientas desde hace casi tres millones de años y le debemos nuestros números y nuestra calidad de vida a la tecnología, y sin embargo seguimos teniendo miedo a las novedades, a las innovaciones, a lo diferente, aunque sea mejor. Es cierto que a lo largo de la historia la introducción de nuevas tecnologías siempre ha creado dislocaciones y cambios que han perjudicado a unos y favorecido a otros. Y por eso para ciertas personas el ideal del futuro humano debería ser un retorno a la naturaleza, la vuelta al perdido edén del que fuimos expulsados por morder la manzana de las herramientas, de la tecnología. Para algunos el mejor y más sostenible futuro es el pasado.

Pero se equivocan. No podemos volver a la naturaleza y renunciar a la tecnología, porque la tecnología ES nuestra naturaleza. Somos animales fusionados con nuestras herramientas. Somos monos ciborg. Y un experimento mental nos ayudará a entender hasta qué punto.

El novelista de ciencia ficción escocés Charles Stross propuso un experimento mental para demostrar una simple verdad: nuestro planeta, la Tierra, es inhabitable por nuestra especie. O al menos la inmensa mayoría de su superficie, durante la inmensa mayoría de su historia. Veamos su idea.

Para determinar si un planeta es habitable podemos analizar su espectro, que nos dará información sobre temperatura y composición de su atmósfera, presencia o no de agua, y cosas así. Pero si tuviésemos que enviar una nace colonizadora desde gran distancia un mero análisis telescópico no sería muy fiable; ¿y si haces todo el viaje y resulta que un factor no detectable desde lejos hace el planeta hostil a la vida humana? Sería mejor comprobar antes de hacer la inversión del viaje interestelar. Y Stross diseñó un modo: enviar un satélite capaz de fabricar sondas de carne.

Una sonda de carne sería un animal sin cerebro, clonado a partir de ADN humano pero sin actividad neuronal de modo que tenga las mismas necesidades biológicas que un ser humano, pero no inteligencia ninguna; al fin y al cabo vamos a emplearlos para muestrear un planeta; no sería ético que fueran conscientes. El análisis consiste en fabricar muchas de estas sondas de carne y dejarlas caer sobre el planeta para comprobar si son capaces de sobrevivir. Y en ver qué pasa según pasa el tiempo.

¿Cuánto tiempo? Para esto convendría recordar la llamada Regla del Tres, que emplean los socorristas; una persona puede sobrevivir como máximo tres minutos sin aire; tres horas sin refugio (en clima hostil); tres días sin agua; y tres semanas sin comida. Así que tendría sentido comprobar cuántas de nuestras sondas sobreviven tras el descenso a los cuatro minutos, a las cuatro horas, a los cuatro días, y a las cuatro semanas. Esto nos dará un claro perfil de hasta qué punto ese planeta es habitable, o no.

Lo divertido es lo que ocurre cuando aplicamos este método a nuestro planeta, la Tierra. A los 4 minutos casi el 80% de nuestras sondas se han ahogado, porque han caído sobre mares, ríos o lagos, y sin cerebro no pueden nadar. A las cuatro horas otro 10% más habrá muerto, pues habrán descendido en montañas o zonas polares, donde el frío acabará con ellos, porque sin cerebro no pueden construir un refugio. El primer día habremos perdido el 90% de nuestras sondas. A los cuatro días habremos perdido por sed una buena parte de los supervivientes, ya que casi el 10% de la superficie terrestre son desiertos, y sin cerebro no se puede buscar agua. Y del minúsculo porcentaje que sobrevivan a la primera semana prácticamente todos habrán muerto a las cuatro semanas, porque sólo en muy contados entornos (ciertos bosques tropicales, algún área de sabana especialmente rica) hay alimentos disponibles para un humano carente de herramientas para consumirlos.

Dicho de otra manera: sin saber nadar, sin conocer cómo construir un refugio, sin ser capaz de encontrar y obtener agua, sin poder usar herramientas de madera o de piedra sencillas un ser humano morirá en la superficie de la Tierra más del 99% de las veces. Sin tecnología no somos capaces de sobrevivir en nuestro planeta natal. No existe un estado ‘natural’ de la Humanidad anterior a la tecnología. Nuestro estado natural es artificial, y lo lleva siendo desde que los primeros homínidos empezaron a cascar piedras para aprovechar con ellas la carne que dejaban los grandes carnívoros. Somos una especie de primate fusionada com nuestras herramientas; un mono ciborg. Y no hay vuelta atrás.

Basado en la charla de Amazings 2011.

Pepe Cervera   23.sep.2011 12:11    

4 Comentarios

Apreciado Sr. Cervera :

Es cierto que el ser humano precisa herramientas para sobrevivir, es cierto que sin ellas no podría subsistir por lo ya comentado por usted, al igual que otras especies de fauna precisan de medios no naturales para sobrevir, hasta los organismos microscópicos utilizan medios elaboradísimos para sobrevivir desde la ingeniosíma bacteria que se transforma en endoespora (los medios no serían externos pues la naturaleza de la bacteria únicamente le permite hacer variaciones consigo misma, pero es evidente que su estado natural es variado adaptándose al nuevo medio vital ) hasta esas aves que saben anudar (tampoco es el estado natural de las aves, algo que el ser humano debe aprender y muchos no pueden por déficits cognitivos).

No obstante el tema propuesto cuando dice el estado natural refiriendose (supongo si no he comprendido erróneamente) a la vida física y al uso o desuso de los elementos del hábitat, tiene usted razón afirmando que es un estado artificioso pues siempre debe usar artefactos, no obstante, se debe esclarecer que hay otro tipo de estado natural.

Este estado natural es referente al self, al interior de lo que designamos como ipseidad de la conciencia (en la actualidad comenzamos a utilizar la expresión "función específica de vigilancia" en el contexto de los estudios de las funciones de la mente). Lo explicaré brevemente : El proceso de pensar no es el pensamiento en sí mismo, el proceso bioeléctrico del cortex y otras masas neurologícas tampoco es el pensamiento, tampoco es el pensamiento los conocimientos, pues ello es la memoria concreta o abstracta de algo que servirá de base para la elaboración de elementos nuevos para el proceso de pensar, sin embargo, el pensamiento la ipseidad intríseca eso es un estado natural del ser humano, díficil de expresar en unas breves lineas.

Pienso que hay personas que se refieren al estado natural del que usted hace referencia y otras que hacen referencia al estado natural de conciencia "función específica de vigilancia".

Así que estoy de acuerdo que es dificil muy difícil vivir en un contexto de estado natural, refiriendose específicamente a lo mencionado en el comentario inicial, pero también sería posible hallarse en un contexto de estado natural del self, viviendo o conviviendo sin ser afectados por esas enfermedades sociales que nos asolan día a día.

No sé si me he explicado correctamente, pero siempre modestamente en el intento de abreviar en pocas lineas temas que requerirían extensos trabajos de campo, pues queda en el tintero la mayor parte de lo substancial.

Saludos (en la soledad deseada del estudio),

viernes 23 sep 2011, 14:43

Desde mi punto de vista lo que explica ese experimento es que no es un buen experimento para comprobar si un planeta es habitable, ya que es de sobrada cuenta que nuestro planeta es habitable.

miércoles 28 sep 2011, 12:00

Si tiramos "seres humanos" sin cerebro...

No se podrían mover, respirar, comer, etc...

Morirían todos.

Si los tiramos con cerebros limitados...

¿Cuánto de limitados?

viernes 7 oct 2011, 15:46

Estimad@ no lo entiendo:

Por mor del experimento en este caso se plantean cuerpos con las mismas necesidades biológicas que un ser humano pero incapaces de pensar, y sobre todo de utilizar herramientas. De todas formas es un experimento mental, una especie de trampolín de ideas, más que una propuesta.

Muchas gracias por su atención e interés, y un saludo.

PP Cervera

viernes 7 oct 2011, 18:34

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Pepe Cervera

Bio Retiario

Pepe Cervera es periodista, biólogo y, entre muchas otras cosas, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Colabora con diversos medios y es un apasionado de Internet.
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