Estudio científico sobre la venta de burras en ciencia
viernes 21.sep.2012 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Ocurre con frecuencia que la ciencia en los titulares de la prensa es equívoca, apareciendo sus resultados en los medios como más impactantes, más definitivos o más amplios de lo que respaldan después las publicaciones científicas. Cualquier actividad biológica de un compuesto en ratones es en los titulares un paso de gigante hacia la curación del cáncer; cualquier cartografía de moléculas, genomas o transcriptomas será un manantial de fármacos; cualquier experimento sobre el entrelazado cuántico nos deja a un paso del transportador de Star Trek. Típicamente cuando esto ocurre se echa la culpa a los periodistas y divulgadores, que en su afán de extender y hacer más comprensible el conocimiento científico lo desfiguran. Los científicos se quejan de que los periodistas simplifican en exceso, hinchan los significados para aumentar el impacto, o exageran las aplicaciones de sus resultados. Que ‘venden la burra’, vaya, para hacer la ciencia más fácil de digerir por los medios y sus lectores. Los periodistas niegan que esto ocurra, y destacan la dificultad de traducir el a menudo hermético lenguaje científico a términos comprensibles por meros mortales, y la necesidad de que el público comprenda la ciencia, que en última instancia está financiando con sus impuestos. Ambos gremios deben colaborar, pero sus relaciones y responsabilidades no están claras. Así que lo lógico sería estudiarlas, para ver si es verdad que existe esa exageración, y de ser así de quién es la responsabilidad. Un grupo de investigación ha procedido a estudiar la situación, de la mano de la ciencia. Y los resultados son interesantes y polémicos: en ciencia se vende la burra, y no siempre los culpables son los periodistas.
En el estudio se analizaron 70 comunicados de prensa de resultados científicos publicados en Eurekalert entre diciembre de 2009 y marzo del 2010, y sus correspondientes artículos científicos originarios. Todos ellos del área médica, y todos relacionados con pruebas controladas aleatorias (RCT, en sus siglas en inglés). Los autores encontraron signos de ‘spin’ (la torticera práctica de hinchar los resultados) en casi la mitad de los comunicados de prensa (47%). Pero también apareció en el 40% de los resúmenes que forman parte de los artículos originarios, proviniendo el ‘spin’ en este caso de los propios científicos. Es más: analizando los resultados estadísticos la única asociación estable con el ‘spin’ en el comunicado de prensa era el ‘spin’ en el artículo original. O dicho de otra forma: en la difusión de resultados científicos se vende a menudo la burra. Muchas veces, los propios investigadores.
A veces los intereses o las aficiones particulares pueden contribuir a que un científico presente sus resultados de un modo que aumente su impacto público, para de este modo recibir una beca, estar en mejor posición para optar a una plaza, ser más conocido o simplemente para abrir un mercado a sus libros y actividades de divulgación. A veces el investigador es un activista, alguien dedicado a defender una causa y no a buscar la verdad. A veces simplemente es un estafador, que promociona sus intereses comerciales a costa de lo que sea. Los investigadores no son una casta sacerdotal, ni supermujeres o superhombres; son humanos, y en ellos encontramos los mismos defectos y virtudes que en cualquier otra profesión. Incluyendo el mismo porcentaje de buenos políticos de empresa, de vagos, de aprovechados y de venales que en la abogacía, la publicidad, el pilotaje de aviones o el periodismo. De modo que a nadie debe sorprender que algunos resultados sean hinchados por los mismos investigadores que los publican; lo verdaderamente extraño sería que todos los científicos se comportaran con inhumana honestidad.
Para lo que debe servir esta investigación es para llamar la atención de periodistas y divulgadores, para recordarles que no todo lo que se lee en una revista científica es 100% veraz; que deben afilar su escepticismo, y esforzarse aún más en buscar la verdad bajo las afirmaciones y las cifras. Es verdad que comunicar la ciencia en lenguaje inteligible no es sencillo, pero eso no es excusa para que no sometamos a los científicos al mismo tipo de escrutinio y análisis al que sometemos a banqueros, políticos o futbolistas. Si no nos creemos a pìes juntillas lo que dice un portazos empresarial o un líder político, tampoco debemos creernos lo que diga el ‘abstract’ de un artículo, por muy publicado en ‘Science’ que esté. Es normal que los científicos, como cualquier otro profesional, intenten presentar su trabajo a la mejor luz posible. La responsabilidad de desconfiar y comprobar, cuando se trata de titulares de prensa, no es de ellos, sino de los periodistas. Haremos bien en recordarlo. A no ser, claro está, que los resultados de esta investigación hayan sido exagerados en el resumen...