« El continente perdido (y no es la Atlántida) | Portada del Blog | ¿Y si Sputnik no fue el primero? »

El origen del Bikini

    lunes 4.mar.2013    por Pepe Cervera    1 Comentarios

Y no hablamos de la diminuta versión de bañador que inventó el ingeniero francés (cómo no) Louis Réard y popularizó Brigitte Bardot para escándalo de biempensantes y alegría de lujuriosos. No; la combinación mínima de bañador capaz de cubrir (apenas) las partes pudendas de una mujer tiene raíces antiguas, y antecedentes incluso en la época clásica. El vendedor de lencería que relanzó el modelo en el año 1946 no llevó a cabo una gran innovación en cuanto a confección o a moda. Pero sí en cuanto al márketing, al ponerle el nombre. Pues para superar al imaginativo ‘Atome’ con el que un competidor había bautizado a su propio bañador mini de dos piezas, Réard escogió un nombre evocador que acabó por imponerse: Bikini. Inspirado en el nombre de un lejanísimo lugar: el Atolón de Bikini, en el Pacífico sur. Y es que en aquel año de 1946 todo el mundo estaba loco por lo atómico. Y ese verano el ejército estadounidense llevó a cabo en Bikini una serie de pruebas nucleares, para comprender mejor el arma con el que acababan de derrotar a Japón. Réard pensaba, correctamente, que su diminuto dos piezas causaría en el público un efecto semejante al de las armas atómicas en el atolón. Y acertó, hasta el punto de que ninguna modelo aceptó posar con semejante indecencia, y Réard tuvo que contratar a una bailarina desnudista del Casino de París. Pero mientras el traje de baño penetraba en la moda playera mundial, ¿qué había pasado en Bikini?

Operationcrossroadsbaker2

El nombre ‘bikini’ viene del lenguaje de las Islas Marshall y se deriva de "Pik”, terreno, y "Ni" que significa "coco"; significaría algo así como lugar de cocos. Situado más o menos a mitad de camino entre Hawaii y Papúa Nueva Guinea y alejado de zonas densamente pobladas, Bikini fue escogido por los Estados Unidos en 1946 para realizar pruebas atómicas. Hay que recordar que por entonces sólo tres armas nucleares habían hecho explosión; en Alamogordo, Hiroshima y Nagasaki. Había mucho que los científicos desconocían sobre estas armas y su uso. Las pruebas en Bikini se extendieron hasta 1958, convirtiendo al desafortunado atolón en uno de los lugares más castigados por la Humanidad: más de 20 bombas atómicas y de hidrógeno fueron detonadas allí, dejando el área contaminada y dañando zonas concretas del arrecife. En la imagen de satélite puede percibirse claramente el cráter causado por la prueba Castle Bravo en la esquina noroccidental del atolón. En 2010 este sufriente lugar fue designado como Patrimonio de la Humanidad no sólo por el machaque sufrido, sino por la gran cantidad de buques de la Segunda Guerra Mundial que yacen hundidos en su lagoon.

En efecto la serie de pruebas conocida como ‘Operación Crossroads’ (cruce) consistió en probar cuáles serían los efectos de un arma nuclear sobre barcos de guerra. Y vaya si lo descubrieron. Tras evacuar a los (apenas 167) habitantes de las islas del atolón se concentró una flota de 95 barcos-blanco que incluía cuatro acorazados obsoletos, dos portaaviones, dos cruceros, once destructores, ocho submarinos, un elevado número de auxiliares y buques de desembarco (algunos amarrados en las islas) y tres barcos japoneses y alemanes capturados. En los barcos se repartieron 200 cerdos, 60 conejillos de indias, 204 cabras, 5.000 ratas, 200 ratones e incluso insectos, para estimar el impacto d e la radiación en seres vivos. Los barcos estaban cargados con combustible y munición, y dotados de instrumental de medida. La idea era realizar tres pruebas: Able (una explosión en altura), Baker (detonación submarina) y Charlie (explosión a gran profundidad). De hecho Charlie acabó por cancelarse.

Porque las dos primeras resultaron devastadoras. Able era un arma de 23 kilotones de potencia que detonó a 158 metros de altura en medio de la flota blanco, hundiendo 5 buques y dañando seriamente 14 más. De hecho tendría que haber hundido más barcos, pero Able fue lanzada desde un bombardero B-29 que falló el tiro, por lo que el arma detonó a más de medio kilómetro de su punto previsto de impacto. Algunos de los barcos dañados, como el portaaviones Saratoga, fueron rescatados para evitar su hundimiento, con el fin de reservarlos para Baker. El 10% de los animales de prueba murieron por la sobrepresión, un 15% por la tormenta de fuego, y otro 10% fueron sacrificados para su estudio. En total se calcula que el 35% de los animales murieron a causa de la explosión o de la radiación. Entre los supervivientes estuvo el ‘Cerdo 311’, que apareció nadando en el lagoon del atolón y fue trasladado al zoo de Washington. La prueba Able sirvió además para detonar el ‘Núcleo del demonio’, una pieza de plutonio que había participado en dos accidentes de masa crítica y matado a dos científicos en Los Alamos.

La prueba estrella, sin embargo, fue Baker. Un arma de 23 kilotones, como Able, pero esta vez sumergida a 27 metros de profundidad, colgando de una barcaza de desembarco. Los efectos fueron absolutamente dramáticos. 9 barcos resultaron hundidos, entre ellos dos acorazados y un portaaviones; de la barcaza de desembarco justo encima de la bomba jamás apareció parte alguna. La detonación generó un géiser de agua de casi tres kilómetros de altura: más de 2 millones de toneladas de agua fueron propulsadas hacia arriba. La onda de choque se produjo en el agua, destruyendo los casos de los barcos que estaban a menos de 1 kilómetro del punto de explosión. Y lo peor es que el agua impidió la dispersión de los materiales radiactivos generados por la bomba, lo que provocó severos problemas de contaminación en todos los barcos (afectados, hundidos o próximos), en el lagoon e incluso en las islas del atolón. De hecho alguno de los barcos que se hundieron no pudieron ser abordados para su reparación, por ser demasiado radiactivos. Hasta el día de hoy siguen siéndolo, aunque el paso del tiempo ha rebajado las dosis, de modo que ahora es posible el buceo en el área de pecios, con control radiológico. En 1946 todos los cerdos y la mayoría de las cabras embarcadas para Baker murieron de envenenamiento radiactivo. Por eso se canceló la prueba Charlie: la contaminación era mucho peor de lo previsto.

Las pruebas de Crossroads fueron noticia de primera página en todo el mundo, con sus resultados motivo de discusión por políticos y periodistas. Por eso el uso de ‘Bikini’ para dar nombre a su creación fue un golpe de genio de Louis Réard: los periódicos en la práctica le dieron publicidad gratis. Y así se lanzó este producto de moda. Para el atolón, sin embargo, no fue más que el principio: tras Baker vinieron más pruebas, de armas de mayor potencia, y con consecuencias de contaminación tales que los isleños perdieron cualquier esperanza de regresar algún día. En total se detonaron en Bikini más de 75 megatones en 23 test, incluyendo Bravo, un arma de 15 megatones (la mayor jamás probada por los EE UU) que llegó a contaminar a los nativos de Bikini, que vivían por entonces en otro atolón alejado done habían sido evacuados. Entre 1974 y 1978 descendientes de los nativos intentaron regresar, pero tuvieron que irse de nuevo; la contaminación era simplemente demasiado grande. Hoy solo un operador de cruceros de buceo tiene licencia para llevar a buzos al atolón, durante una temporada limitada. El atolón que dio nombre al traje de baño más famoso del mundo es un paraíso radiactivo y deshabitado. Triste humanidad la que tiene lugares así entre su patrimonio.

Pepe Cervera    4.mar.2013 08:15    

1 Comentarios

Desgraciadamente así es, tener rincones inhabitables en el planeta, no habla muy bien de nosotros como especie. Lo que no me explico es el aire épico de estas "hazañas armamentísticas". El vídeo de la prueba atómica "Baker" tiene música de leyenda y los nombres escogidos para cada operación, "núcleo del demonio", contribuye a la exaltación destructiva.
http://www.youtube.com/watch?v=pXPzZezGu8k
Kraftwerk Radioactivity

martes 5 mar 2013, 01:45

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Pepe Cervera

Bio Retiario

Pepe Cervera es periodista, biólogo y, entre muchas otras cosas, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Colabora con diversos medios y es un apasionado de Internet.
Ver perfil »

Síguenos en...

Últimos comentarios