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Fukushima Daiichi, año II del apocalipsis (que no fue)

    domingo 28.abr.2013    por Pepe Cervera    3 Comentarios

Fugas de agua radiactiva. Ratas que muerden cables. Serpientes contaminadas. Piscinas olímpicas con barros de cesio en sus fondos, y piscinas de almacenamiento de residuos radiactivos que se quedan sin refrigeración durante horas. Centenares de depósitos de cemento llenos de agua tóxica o contaminada para depurar. Escombros, ruinas, y un trabajo de desmantelamiento por delante que llevará 40 años (en el mejor de los casos). La situación de la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi poco más de dos años después del mayor accidente atómico de la historia no puede calificarse en absoluto como buena; ni tan siquiera como pasable. Pero en los peores momentos del desastre Japón ni se hubiese atrevido a imaginar que hoy estaríamos así, de bien.

Fukushima Daiichi 2013

Los titulares de los últimos días han resucitado los viejos temores. En al menos tres ocasiones diversos incidentes han paralizado durante horas (una vez, al menos 29 horas) las bombas que recirculan y mantienen la temperatura de las piscinas de almacenamiento de residuos radiactivos de los fundidos reactores 2 y 3. Las causas han sido ratas, bien mordisqueando cables, bien electrocutándose y provocando cortocircuitos, y en una ocasión los operarios que instalaban redes para detener a los roedores. La situación es de verdadera plaga de ratas, que además han atraído serpientes, creando un peculiar ecosistema radiactivo.

Hay que recordar que los reactores 1 al 3 sufrieron explosiones y liberación de radiactividad durante la catástrofe, lo que supone que los sistemas internos están destruidos y contaminados. Para mantener las piscinas refrigeradas se instalaron conducciones eléctricas y tuberías de agua sobre la marcha, sin estándares de construcción, en condiciones de emergencia. Además el mantenimiento de estos sistemas provisionales en marcha y su reemplazo por otros más permanentes tiene que hacerse teniendo en cuenta la seguridad de los operarios; algunas zonas internas de los edificios dañados están fuertemente contaminadas y no se puede trabajar en ellas.

Por otro lado se están procediendo a descontaminar el agua usada tanto para la refrigeración de las piscinas como para reducir la temperatura de los núcleos fundidos, parte de ella con muy elevados grados de contaminación. Esta agua se filtra para separar y concentrar las sustancias radiactivas, pero en el proceso ha de ser controlada; para ello se han instalado centenares de depósitos provisionales que complementan a los depósitos subterráneos con que está equipada la planta.

Hay señales de que algunos de estos depósitos subterráneos, donde se almacena parte del agua más contaminada, han sufrido filtraciones. Es posible que el líquido radiactivo haya alcanzado la costa liberándose en el mar. La mayor preocupación es que estas filtraciones pudieran contaminar acuíferos subterráneos y proporcionar una vía de escape a los elementos radiactivos, aunque un informe de la agencia nuclear de la ONU indica que debido a las características del suelo harían falta décadas para esto. Las fugas mayores están más o menos controladas.

Asimismo han comenzado los trabajos de demolición y limpieza en algunas áreas utilizando maquinaria pesada dirigida por control remoto. Los edificios dañados por las explosiones han sido recubiertos con estructuras provisionales para protegerlos de las inclemencias meteorológicas. El principal problema sigue siendo el agua fuertemente contaminada, que debe ser tratada. Y que además se sigue generando, ya que es necesario mantener los reactores refrigerados. Tras varios intentos y problemas buena parte de la refrigeración se realiza con agua descontaminada previamente, evitando así la generación de más líquido radiactivo. Los concentrados que genera el proceso son retirados como residuos de alta actividad.

El mayor riesgo sería que las piscinas de residuos perdieran por completo el agua que bloquea su radiación y refrigera su contenido. En el peor de los casos, según algunos alarmistas, esto podría provocar el incendio del combustible gastado y la dispersión de material radiactivo a gran distancia. Sin embargo las piscinas están ahora bajo control; su agua está siendo desalinizada (se usó agua de mar durante la emergencia) para evitar la corrosión, y se mantiene la refrigeración (salvo cuando las ratas la interrumpen). En todo caso harían falta semanas de bloqueo completo de la refrigeración para que las barras de combustible gastado quedaran al descubierto. Cuando ocurrió en una piscina durante 29 horas la temperatura apenas subió unos pocos grados; esto daría tiempo más que suficiente para detectar y reparar la avería, o improvisar un sistema de emergencia.

Fuera de la planta se está experimentando con sistemas para descontaminar las áreas afectadas, sobre todo para retirar el más pernicioso de los isótopos generados en el accidente: el Cesio 137. Un proceso basado en el lavado de cenizas de incineración de madera y de basura doméstica permite retirar más del 90% del Cesio 137. Otro proceso puesto a punto permite retirar más del 85% del Cesio 137 de barros contaminados, utilizando un lavado en presencia de ácidos diluidos.

Estos y otros similares tendrán que ponerse en práctica en lugares como las dos piscinas olímpicas de institutos de la evacuada ciudad de Fukushima en cuyos fondos hay barros con elevadas contaminaciones. O en las más de 17.000 toneladas de arroz contaminado que el gobierno requisó y tiene almacenadas para su tratamiento. Está claro que la región alrededor de la central afectada tardará décadas en recuperarse.

En el lado positivo no se ha registrado ninguna muerte por efecto de la radiación, ni entre la población civil ni entre los trabajadores de la central. Tan solo unos pocos trabajadores en labores de limpieza han sufrido quemaduras por exposiciones accidentales a agua radiactiva. Los análisis de agencias internacionales muestran que el grado de contaminación de los evacuados de la zona es mucho más bajo del esperado, y se concentra en algunos colectivos de edad y origen geográfico: se calcula que el incremento del riesgo de cánceres a largo plazo entre la población será muy bajo, de un 1% como media. Estos datos quizá explican la reciente sentencia de un tribunal japonés denegando la evacuación solicitada por activistas antinucleares para los escolares de la ciudad de Koriyama, cercana a Ciudad de Fukushima.

Con los edificios cubiertos y controlados y la situación del agua contaminada encarrilada parece que a dos años del desastre Fukushima Daiichi está más o menos estabilizada, y que las consecuencias del accidente están muy lejos de las peores previsiones que circularon en su momento. A pesar de los tres núcleos fundidos la fuga radiactiva ha sido mucho menor que la de Chernóbil, y ha contaminado un área mucho más reducida. Los daños directos a personas han sido muy limitados, aunque recientes estudios sobre el accidente de la central rusa implican que los mayores daños son sicológicos. Y aunque el coste económico será colosal, parece que la recuperación del país e incluso de la región será posible, aunque no rápida. Japón, y el mundo, tienen aún mucho que hacer, pero el Apocalipsis en Fukushima ha sido cancelado, al menos por el momento. Ser conscientes de ello ayudará a mitigar sus efectos.

Pepe Cervera   28.abr.2013 22:48    

3 Comentarios

De los costes psicológicos deberían hacerse cargo los alarmistas.
También habría que tener en cuenta los costes energéticos y también en vidas humanas que debería asumir Japón de no disfrutar de la energía nuclear.

martes 30 abr 2013, 11:49

La situación sigue siendo delicada y no podemos lanzar las campanas al vuelo. La nuclear sigue siendo una energía sucia, costosa y muy peligrosa. Parece mentira que algunos intentan a seguir con la tecnologia del siglo pasado en lugar de avanzar con la tecnologia disponible para crear energía limpia, barata y tan segura como respirar. Me temo que habrá muertos en los proximos años por la radiación liberada como todavía es el caso de Chernobyl y otros accidentes de menor grado. A lo mejor hace falta un accidente más cerca de casa para convencer la gente de que la nuclear no es la solución que queremos. Espero que no.

miércoles 1 may 2013, 16:51

sigue siendo preocupante pero lo peor de todo es que no hay escarmientos somos los únicos que tropezamos con la misma piedra estamos desbastando al planeta y con el a los mas vulnerables niños y ancianos que no saben como defenderse

sábado 4 may 2013, 02:56

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Pepe Cervera

Bio Retiario

Pepe Cervera es periodista, biólogo y, entre muchas otras cosas, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Colabora con diversos medios y es un apasionado de Internet.
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