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Doug Engelbart: el abuelo incómodo escondido en el desván

    jueves 4.jul.2013    por Pepe Cervera    1 Comentarios

La primera conexión de la red que acabaría por convertirse en la actual Internet se produjo hacia las 22:30 del 29 de octubre de 1969, y resultó un desastre. Era la primera vez que se probaban los protocolos de la entonces llamada ARPAnet entre dos ordenadores en dos instituciones diferentes, en condiciones reales; con una separación de más de 480 kilómetros. Y el primer mensaje transmitido a la vertiginosa velocidad de 50 kilobytes por segundo fue LO, las dos primeras letras de la orden 'login': al llegar la G el ordenador receptor se vino abajo. La máquina emisora estaba en el Network Measurement Center de la Universidad de California - Los Angeles, dirigido por Leonard Kleinrock. El ordenador receptor era un SDS 940 llamado "Genie" (genio) que era la máquina principal del Augmentation Research Center (ARC) del Stanford Research Institute (SRI), un laboratorio dirigido por Douglas Engelbart. Este pionero de la informática y avanzado pensador murió esta semana a los 88 años de edad, y en sus obituarios nunca falta la mención a su invención y patente del ratón informático, de la que nunca vio un euro. Pero su legado es mucho más vasto, y mucho más matizado. Porque lo que hoy conocemos como Internet (una red de hipertexto que conecta ordenadores personales) desciende directamente de su trabajo, pero también lo traiciona en lo más profundo. El mundo que conocemos hoy desciende de Doug Engelbart, pero él lo odiaba. Quizá con razón.

 

El leitmotiv de su trabajo aparece en el nombre de su laboratorio del SRI: Augmentation Research Center, centro de investigación en 'aumentación'. Doug Engelbart era ferviente partidario de una escuela de pensadores informáticos que postula que los ordenadores deben ser prótesis para la inteligencia humana: ayudas para que el cerebro de las personas piense más y mejor, en oposición a los partidarios de la inteligencia artificial como una alternativa mecánica al pensamiento humano. Siguiendo el trabajo pionero de Vannevar Bush en su histórico artículo 'As We May Think' de 1945 Engelbart preconizaba ordenadores que complementaran la memoria de la gente y les ayudaran a establecer nuevas conexiones entre viejas ideas, de modo compartido. No es una casualidad que sea posible reconocer la funcionalidad del Memex de Vannevar Bush en la actual configuración de PC + Internet; hay una línea de desarrollo intelectual que conecta el objetivo de la máquina de Bush con nuestro ordenador doméstico actual, y esa línea pasa por Engelbart y por otros pensadores relacionados con su trabajo. El problema es que por el camino se perdió un factor fundamental, que sólo ahora estamos intentando redescubrir después de darle la espalda durante décadas (y de dejar abandonado a su creador, Doug Engelbart, en los márgenes de la industria): el trabajo colectivo en colaboración.

Además de ser uno de los nodos seminales de ARPAnet, del laboratorio de Doug Engelbart salió, en efecto, el ratón. Pero sólo era un componente de algo mucho más importante: un sistema denominado NLS (oNLineSystem) que es el ancestro intelectual del programa con el que ha arrancado usted su ordenador para poder leer este artículo. La informática basada en metáforas como iconos que activan programas al operar un cursor sobre ellos surge en el NLS, partiendo del Memex y de trabajos de los años 50 sobre interacción hombre-máquina (en especial en relación con radares militares). NLS tenia, es cierto, un ratón para interactuar con iconos en pantalla; un procesador de texto, una hoja de cálculo, e incluso un sistema de videoconferencia incorporado. No es extraño que cuando lo vieron en acción en la que pasó a la leyenda como 'La Madre de todas las Demos' los informáticos estadounidenses se quedaran atónitos: eran los tiempos en los que la interacción con los ordenadores se hacía por medio de tarjetas perforadas o, en el mejor de los casos, de líneas de comando. Del Memex descendió el NLS, y del NLS nació el Xerox Alto, el primer ordenador personal, que nunca llego a comercializarse pero que inspiró a Steve Jobs para crear el Macintosh, cuyo concepto copiaría más tarde Microsoft en sus sistemas operativos Windows. La interfaz gráfica de usuario es, probablemente, la más extendida de las creaciones de Englebart, superando incluso al ratón. Ken Kesey, profeta hippie del LSD en los primeros años 70, describió el NLS como 'Lo que viene después del ácido'. Tenía razón.

Pero la encarnación del NLS como sistema operativo de un ordenador usado por una persona estaba alejada de las ideas de Engelbart. Su pensamiento se dirigía a fomentar la colaboración creativa entre varias personas, para que la interacción de varias mentes mediada por ayudas tecnológicas ('aumentada' por los ordenadores) multiplicara la capacidad de la humanidad. Quería máquinas que hicieran por el cerebro lo que motores de vapor o de explosión hacían por los músculos: amplificar su potencia hasta que el efecto resultase descomunal. Por eso es irónico que el desarrollo de sus ideas se concentrara en máquinas 'personales', es decir, aisladas; que en la base de la informática actual, que tanto contribuyo Engelbart a desarrollar, se instalara un egoísmo insolidario ajeno por completo a su pensamiento. Sus ideas eran tan diferentes que durante décadas Silicon Valley no supo qué hacer con el venerable ancestro incómodo: su Bootstrap Institute, fundado tras el colapso del ARC (en parte provocado por los conflictos que puso en marcha la conversión de algunos de sus ayudantes a la secta psicodélica 'est') y recién renombrado Douglas Engelbart Institute siempre anduvo escaso de fondos, y nadie le financió la creación de nuevas ideas o proyectos. Su filosofía estaba demasiado alejada de la de la industria; sus postulados intelectuales eran demasiado comunales, solidarios, compartidos y (por ello) verdaderamente revolucionarios.

Doug Engelbart en buena parte creó la actual Internet, pero como otros ancestros venerables e incómodos como Ted Nelson al ver en qué se había convertido lloró y desesperó, pues sus bellas ideas originales se habían prostituido y transformado en barro. Lo curioso es que todavía existen destellos de aquellas ideas originales, en sitios tan dispersos como el movimiento Open Source, las licencias Creative Commons o proyectos como la Wikipedia. Incluso movimientos políticos como el 15M y sus antecesores y descendientes participan de alguna forma de esta filosofía de máquinas para ayudar a la mente, máquinas para compartir y multiplicar la inteligencia de todos sin que utilicen como combustible el afán de lucro. Con este tipo de ideas sintonizaba mucho más el pensamiento de Doug Engelbart, el abuelo incómodo que dejaos arrumbado en el desván hasta su muerte. Que la tierra le sea leve; no será olvidado. Y si tenemos suerte y trabajamos por ello acabaremos teniendo una informática como la que él soñaba.

Pepe Cervera    4.jul.2013 14:49    

1 Comentarios

Gran artículo, me ha encantado.

jueves 18 jul 2013, 01:17

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Pepe Cervera

Bio Retiario

Pepe Cervera es periodista, biólogo y, entre muchas otras cosas, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Colabora con diversos medios y es un apasionado de Internet.
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