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Los híbridos imposibles

    miércoles 31.jul.2013    por Pepe Cervera    2 Comentarios

Los aborígenes australianos tienen una leyenda (o los guardabosques cuentan a los turistas que tienen una leyenda) sobre el origen del ornitorrinco, un animal muy especial en su cultura. Según ellos en el tiempo de la Ensoñación (dreamtime), cuando los Ancestros recorrían la tierra dando origen al mundo tal y como lo conocemos, uno de ellos era una rata (marsupial) que estaba sola; probablemente un Bandicut. Tan sola estaba que decidió morir y para ello se arrojó al río, pues vivía en la zona meridional de Australia, boscosa y con abundante lluvia y numerosos cursos de agua. Dejándose llevar por la corriente y a punto de ahogarse divisó a un pato, que le pareció el más bello animal que jamás pudiera concebir. Así que decidió vivir y conquistar su amor. Y de aquel amor agónico surgió el Ornitorrinco: mamífero peludo y nadador con pico de pato y que pone huevos, que después tuvo sus problemas para encontrar pareja. Por supuesto que la historia es ridícula, tanto que probablemente no sea ni aborigen; ellos conocen demasiado bien a los animales para creer en tonterías. Pero hace poco una versión siglo XXI de esta absurda historia se ha utilizado como apoyo de otra idea todavía más estulta, si cabe: la de que el origen de la humanidad es un episodio de hibridación, pero esta vez entre un chimpancé y... un cerdo. Porque en efecto, alguien ha decidido defender esta teoría exótica, por decirlo suavemente. Aunque no es la rareza de sus ideas lo que debiera provocar rechazo; al fin y al cabo cosas más raras y contrarias al conocimiento científico de la época se han visto, desde el misterioso influjo de la gravedad en la física newtoniana a la evolución de Darwin o la física cuántica de principios del siglo XX. No; el problema no es que la idea parezca claramente absurda, que lo parece, sino el modo de defenderla.

Platypus

Porque para defender esta teoría su creador ha decidido ignorar todo un compacto y amplio bloque de evidencia, a saber cualquier dato que provenga del campo de la genética. En efecto, como argumentos a favor de una presunta hibridación entre el chimpancé y el cerdo se ofrece todo un completo catálogo de cosas que nuestros sabrosos amigos cuadrúpedos y nosotros tenemos en común en nuestra anatomía y nuestra fisiología, desde detalles del funcionamiento de la piel a la estructura microscópica del riñón, pasando por enzimas que funcionan igual y determinadas semejanzas en la dentición. Como si fuese un anatomista del siglo XIX el autor enumera semejanzas puramente morfológicas, y se niega siquiera a contemplar ninguna evidencia que provenga del ADN. Y es lógico, en su retorcida visión de la biología, dado que la más superficial comparación de secuencias genéticas mostraría una evidente distancia filogenética imposible de conciliar. Así que en lugar de intentarlo, simplemente rechaza toda esa evidencia en bloque, alegando misteriosos efectos genéticos (retrocruzamientos y cosas así) que habrían eliminado del genoma cualquier traza de cerdo, dejando eso sí las huellas morfológicas y anatómicas de su paso por la estirpe prehumana. El cerdo habría hecho su aportación decisiva para después desvanecerse misteriosamente.

No importa que todas las evidencias de que disponemos indiquen que semejante cruzamiento es absoluta y completamente imposible que dé frutos. El autor argumenta que existen híbridos entre especies que pueden ser fértiles, como las mulas en algunos casos o los ligrones (cruces de león y tigre) y algunas cebras, Obvia, por supuesto, que estos escasos, contados y poco comunes casos de hibridación tan sólo se producen entre especies estrechísimamente emparentadas, casi siempre dentro del mismo género, y que nunca jamás se dan entre especies pertenecientes a categorías taxonómicas superiores (como el Orden). Esto es muy sencillo de explicar; el grado taxonómico de separación es un reflejo del tiempo que los dos grupos llevan evolucionando por separado, y por tanto de la distancia entre ellos. Distancias genética, de organización cromosómica, y de patrones de desarrollo que hacen imposible la fecundación, mucho menos el desarrollo de fetos viables, de un cruce semejante. Ningún grado de especulación vaga puede explicar este hecho. Conociendo además a la especie humana y los muchos milenios de domesticación del cerdo que llevamos a cuestas, con su lógica cohabitación cercana, si fuese biológicamente posible crear un híbrido lo habríamos visto. Y no hace falta detallar más.

Pero donde el asunto ya roza el escándalo es cuando el creador de tan peregrina idea alega en su defensa que el Ornitorrinco es un híbrido de mamífero y ave, como según él demuestran los datos publicados sobre su genoma en Nature. Dejando aparte el sorprendente hecho de que de pronto los datos genéticos que no sirven contra su teoría en cambio sí que resultan ser válidos a su favor, resulta que lo que él interpreta del genoma del singular y hermoso ornitorrinco no es lo que el resto de los biólogos ven. Según sus parecidos genéticos el ornitorrinco se agrupa claramente con los mamíferos, y los únicos genes que comparte con las aves son muy ancestrales, ya que éstas se encuadran en una rama evolutiva diferente y muy separada. Por muy tentadora que pueda resultar la teoría los genes demuestran que el ornitorrinco NO es un híbrido de bandicut y ave, igual que demuestran que el ser humano no procede de un improbable cruce imposiblemente fértil entre chimpancé y cerdo. La única pregunta que de verdad merece una respuesta es por qué un sitio de divulgación científica que parecía serio como Phys.org ha decidido publicar semejante idea. Una cosa es tener la mente abierta, y muy otra que el cerebro se te caiga al suelo. Esta teoría no es revolucionaria: es estúpida, y hay una diferencia que un divulgador serio debería comprender.

Pepe Cervera   31.jul.2013 08:30    

2 Comentarios

Buenos días Cervera:

Comparto su comentario; el porqué de que se publique esas supuestas afirmaciones, ello tiene una explicación. Se suelen hacer presuposiciones que determinan el tipo de investigación y matizan sesgando la interpretación de los datos; considerando ciertas variables como importantes y otras secundarias, resultado de ello, se da mayor importancia a la verificación que a su refutación. Es conocido en cualquier revisión del método científico de una tesis la relevancia de la refutación,( muchas tesis no se aceptan aún siendo válidas las premisas de ellas).

Se presta como decía anteriormente poca atención a la refutación, es decir la antítesis. Pero la antítesis tiene una contraindicación a tener en cuenta, crea la ilusión de tener la posibilidad de pensar lo que uno quiera, porque uno cree que no está atado a ninguna realidad.

Ello es lo que sucede con esa -extraña divulgación-, el autor de esa divulgación tiene la ilusión de estar libre de no estar vinculado a ninguna realidad e inventa una antítesis de lo conocido y, los que editaron dicha -tontería- ignoraron la refutación seria, porque modelos contrarios a las hipótesis se ignoran y en este caso se aceptaron las hipótesis alternativas fundamentándolo en su verificación -más que dudosa- sin demandar las refutaciones de ello.

Agradecido como siempre Cervera, por su amable atención y acierto en su elección de temas.

Georges

miércoles 31 jul 2013, 11:30

Que envidia, que bonito escribes y te explicas.

Muchas gracias.

miércoles 31 jul 2013, 15:44

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Pepe Cervera

Bio Retiario

Pepe Cervera es periodista, biólogo y, entre muchas otras cosas, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Colabora con diversos medios y es un apasionado de Internet.
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