Físicos contra arqueólogos: cuando las ciencias colisionan
domingo 1.dic.2013 por Pepe Cervera 0 Comentarios
¿Qué se puede hacer con lingotes de plomo romano sacados de un naufragio de hace 2.000 años? Los arqueólogos querrán catalogar el material, estudiando posibles marcas e inscripciones que puedan tener para determinar su origen y destino, y también analizar su contenido químicamente para ver si es posible conocer de qué minas se extrajeron. De este modo es posible reconstruir circuitos comerciales de la antigüedad y conocer en detalle de qué modo circulaban las mercancías en la época del imperio romano. Así se determinó, por ejemplo, que el plomo rescatado de un naufragio en Cerdeña procedía de las minas situadas en las cercanías de la actual Cartagena, en España, para deleite de los arqueólogos especializados en pecios romanos. Pero el material en sí mismo, el plomo, resulta tener un valor incalculable para otra ciencia diferente: la física de partículas subatómicas. Esos lingotes de plomo acabaron fundidos y su material incorporado al blindaje de un detector de neutrinos que se está construyendo debajo de una montaña italiana: el Cryogenic Underground Observatory for Rare Events (CUORE, observatorio criogénico subterráneo de eventos raros). Plomo rescatado por una compañía privada de un pecio francés del siglo XVIII acabó formando parte de la protección del detector de materia oscura Cryogenic Dark Matter Search (CDMS, búsqueda criogénica de materia oscura) en los EE UU. Los físicos quieren más lingotes para blindar más detectores. Y los arqueólogos se están quejando.
Resulta que el plomo antiguo no contiene, como el extraído actualmente, minúsculas cantidades del isótopo radiactivo Pb 210. Esto lo hace vital para el blindaje de este tipo de detectores ultrasensibles, diseñados para recibir señales muy tenues y que por tanto deben estar fuertemente protegidos de cualquier fuente de radiación. CUORE, por ejemplo, detectará neutrinos mediante 988 cristales de dióxido de telurio enfriados hasta 10 mK (10 milésimas de grado por encima del cero absoluto), de tal modo que un neutrino que atraviese el conjunto provocará un aumento diminuto, pero detectable, de la temperatura. CDMS utilizará detectores conocidos como iZIP (interleaved Z-sensitive Ionization Phonon, detector de fonones de ionización z-sensible intercalados; gracias, Mario Herrero), que están formados por capas ultrafinas de superconductor depositadas sobre grandes cristales de germanio y todo ello a bajísima temperatura; serán instalados en su primera fase en una mina estadounidense para después trasladarse a otra canadiense, aún más profunda.
El uso de este material recuerda la famosa historia del acero de blindaje procedente de la flota alemana de la Primera Guerra Mundial que acabó en la Luna como parte de detectores de radiación. La cuestión es que el uso por parte de las herramientas de los físicos destruye los lingotes antiguos, y además permite la existencia de un mercado de este material (los físicos lo compran) que anima a compañías privadas a localizar y expoliar pecios. Los arqueólogos están pidiendo un mayor control, aunque los físicos de CUORE, por ejemplo, han explicado que sus lingotes fueron estudiados antes de ser destruidos, y sus inscripciones rescatadas. Lo cierto es que si se garantiza que los arqueólogos tienen acceso al material antes de que sea reutilizado ambas ciencias deberían poder coexistir en paz.