El fan a pilas de Johnny Cash
jueves 29.may.2014 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Las canciones tan pegadizas que se te quedan dando vueltas en la cabeza sin poder olvidarlas se llaman en inglés ‘earworm’, literalmente ‘gusano de oído’. Es un fenómeno estudiado en psicología, y que el gran Arthur C. Clarke llevó al paroxismo en ‘La melodía definitiva’, uno de sus hilarantes Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco. El carácter adhesivo de estas canciones las emparenta con enfermedades como el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Por eso resulta tan irónico que un avanzado tratamiento contra el TOC resultara en algo parecido a un ‘gusano de oído’ definitivo. Claro que podría haber sido mucho peor, y haber llenado la cabeza de su pobre víctima con canciones de Pitbull. En lugar de eso, lo convirtió en un fan absoluto de El Hombre de Negro: Johnny Cash. Si hay que sufrir una obsesión, ésta es de lo más pasable. De hecho ¿dónde hay que pedir la vez?
El paciente, llamado en la literatura médica ‘Señor B’, era un varón holandés de 58 años que sufría una variante incapacitante de TOC resistente a todos los tratamientos convencionales desde los 13 años. Eso le convirtió en candidato a una técnica reciente llamada Estimulación Cerebral Profunda, en la que un aparato electrónico similar a un marcapasos envía pequeñas señales eléctricas a unos electrodos profundamente embebidos en el cerebro del paciente. Concretamente en el Núcleo Accumbens, un área vinculada a la risa, el placer y el miedo entre otras sensaciones. La intervención resultó un éxito, y el Señor B se recuperó rápidamente y mejoró sustancialmente su estado anímico. La curación resultó espectacular. Pero hubo un curioso efecto secundario: a los pocos meses y tras escuchar una grabación de ‘Ring of Fire’ el Señor B empezó a convertirse en fan de Johnny Cash. Y al poco tiempo era un verdadero forofo que tenía todos sus discos y coleccionaba compulsivamente sus grabaciones y versiones hasta el punto de no querer escuchar ninguna música más. La afición podría haber sido completamente independiente de la terapia, y provenir en exclusiva de la (indudable) calidad de El Hombre de Negro. Pero resultó que la extrema querencia por la música de Johnny Cash se interrumpió en cuanto el aparato que envía las señales al cerebro del Señor B fue desconectado para cambiarle las baterías. En su lugar regresó la vieja afición del paciente por los Rolling Stones.
En la primera estrofa de esta canción titulada 'Hurt’ (herido), Johnny Cash canta: me he hecho daño hoy/para ver si todavía siento/me concentro en el dolor/es lo único real. El cantante estadounidense no era ajeno a la experiencia del dolor psíquico, así que tal vez hubiese comprendido la lucha del Señor B. Los que no acaban de entender lo ocurrido son los neurólogos, ya que sabemos muy poco sobre cómo la anatomía fina de fenómenos tan complicados como la afición por una música, o un cantante, concreto. Ni siquiera pueden estar seguros de que la afición por el cantante sea un producto directo de la estimulación del Núcleo Accumbens, y no un efecto derivado de la mejora en su estado de ánimo que el tratamiento le ha dado. Además de luchador, cínico y dolorido, Johnny Cash tenía sentido del humor; sin duda hubiese apreciado el hecho de tener un fan devoto cuya afición podía apagarse a voluntad. No pocos cantantes querrían disponer de ese interruptor...