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Otras formas de ser humano

    domingo 11.ene.2015    por Pepe Cervera    3 Comentarios

Se dice que encontrar vida inteligente sería el mayor descubrimiento de la historia de la Humanidad, porque nos permitiría responder a una pregunta básica: ¿pensamos bien o mal? Nosotros, los humanos, estamos muy orgullosos de nuestra ciencia, nuestra tecnología y nuestra filosofía, pero no tenemos con qué comparar nuestro modo de pensar: hoy no queda ninguna otra especie viva inteligente con la que medirnos. Las hubo en el pasado; varios de nuestros parientes, ramas separadas pero cercanas de nuestro árbol de ancestros coexistieron durante millones de años con nosotros. De hecho llevamos poco tiempo en solitario; tan sólo desde la extinción de los Neandertales, hace unos 40.000 años, pero desde entonces no tenemos un punto de comparación para saber si lo estamos haciendo bien. Y es importante, porque hay una cosa que sabemos con certeza: la nuestra no es la única forma de ser humanos. Incluso dentro de nuestra propia especie hay personas que piensan de modo sustancialmente diferente al nuestro, que siguen tradiciones intelectuales que se separaron de nuestra rama antes de que se extinguieran los Neandertales, y que han mantenido esa diferencia desde entonces. Gentes que piensan de un modo fundamentalmente diferente al nuestro, y no necesariamente peor: entre ellos, los aborígenes australianos.

Aboriginal_Australians_montage

Nosotros tenemos un pasado y un presente, unos dioses que están en los cielos (aunque en tiempos pisaron la Tierra), una historia que está separada de la geografía, una política que es diferente de la memoria. Para los aborígenes australianos las cosas son diferentes; hubo un Tiempo de los Sueños en el que dioses, personajes mitológicos y héroes vivieron aquí y a través de sus viajes y de sus aventuras crearon el paisaje; las montañas, los ríos, los bosques o los desiertos surgieron de lo que estos seres mitológicos hicieron. El hecho de que esos rasgos geográficos existan hoy es la prueba de que aquellos sucesos son reales. A la vez ese tiempo es ayer, hoy y siempre: el Tiempo de los Sueños no se termina nunca, porque el paso del tiempo se incorpora a sus canciones. Y no hay relatos, sino músicas, porque tanto el paisaje como los mitos se cantan y cada paso que una persona da en su vida se incorpora a las canciones y les da forma. Cada uno de los senderos o líneas de canciones recorridos por los seres del Tiempo de los Sueños entre diferentes lugares sagrados tiene su particular letra y música. En Australia antes de la llegada de los blancos había centenares de idiomas y al menos 900 pueblos diferentes, pero eran capaces de comunicarse y de mantener fronteras y relaciones a través de estos senderos y sus canciones.

Y no sólo eso: las canciones del Tiempo de los Sueños guardan recuerdos muy antiguos que la ciencia ha sido capaz de confirmar hoy. Como las explosiones volcánicas que crearon unos lagos llamados de los cráteres en la Meseta de Atherton y que se produjeron hace nada menos que 10.000 años, recordados en las canciones de los aborígenes locales que precisan que en aquel entonces estaban rodeados de eucaliptos y no de selva tropical, detalle confirmado por estudios de polen. También se han identificado cambios en las costas que tienen su origen en las variaciones en el nivel del mar durante las últimas glaciaciones. Nosotros no tenemos apenas recuerdos de lo que ocurría en Europa hace 10.000 años, 8 milenios antes de que existiera Stonehenge o las pirámides y apenas un rato después de que se pintara el último bisonte de Altamira. Sin embargo los aborígenes australianos recuerdan hechos de entonces, y lo hacen sin escritura.

Aboriginal_rock_art_on_the_Barnett_River,_Mount_Elizabeth_Station

Los senderos y canciones del Tiempo de los Sueños no son sólo un registro religioso e histórico; también son mapas que permiten a los aborígenes recorrer algunos de los ecosistemas más hostiles al ser humano y sobrevivir, porque indican rutas y también recursos: caza, agua, alimentos, refugio, peligros, etc. Las canciones indican qué animales hay, cuáles se pueden comer y dónde encontrarlos. Por las canciones sabrán qué gentes viven en cada lugar y cuáles son las relaciones del pueblo del caminante con cada uno de los grupos que se encuentra: si son hostiles, si es posible hablar con ellos, etc. Las canciones, por tanto, son también tratados de política y de relaciones entre pueblos, además de un atlas etnográfico. Hay entes mitológicos y sucesos que son comunes entre las diferentes tribus, lo que permite entenderse a gentes que hablan idiomas muy diferentes.

Y por supuesto el Tiempo de los Sueños es también una explicación de la creación del mundo que, como cualquier religión, también ordena el modo de vida y ayuda a lubricar las relaciones sociales entre las personas. En este sentido reemplaza a otras formas de organización social como pueda ser el aparato jurídico, ya que la resolución de conflictos y problemas sociales está también embebida en este tejido de senderos y canciones. El centro del universo aborigen no es el ser humano sino la tierra, que es perfecta tal y como está y por tanto no debe ser cambiada en absoluto. A la tierra pertenece el ser humano al igual que los demás animales; por eso el a aborigen matará un canguro para comer, pero al recogerlo le dará las gracias. Cada animal, cosa o persona tiene tiene un papel que cumplir como todos los demás. La misión de la humanidad es seguir los senderos del Tiempo de los Sueños y sobre todo mantener vivo al mundo cantando las canciones, sin las cuales literalmente el universo dejaría de existir.

Para los aborígenes australianos las canciones del Tiempo de los Sueños reemplazan a los libros de historia y de leyes, a los mapas, a las fronteras y los tratados, a los libros sagrados y a las escuelas. Son al mismo tiempo una biblioteca y una llave que abre el universo, y una responsabilidad, puesto que el papel de la Humanidad es mantener vivo al conjunto cantando esas canciones, ampliándolas y extendiéndolas en cada vida individual, cuyos pasos quedan incorporados a la siguiente generación de canción. Por eso en lugar de universidades y escuelas los aborígenes tienen el ‘irse de caminata' ('walkabout'), en origen un rito de iniciación y hoy una costumbre común que consiste en recorrer enormes distancias en solitario, guiándose por y cantando las canciones para aprenderlas y ampliarlas y al mismo tiempo para comulgar con la naturaleza y encontrar su destino. Andando y cantando el mundo lo mantienen vivo y aprenden sobre el cosmos y sobre sí mismos.

Su mundo no es nuestro mundo; su universo está organizado de manera diferente que el nuestro. Y es por eso que son humanos, claro, pero lo son de un modo fundamentalmente distinto a la triunfante civilización occidental. Debido a lo cual son una riqueza de nuestra especie que nos demuestra que somos más adaptables y creativos de lo que pensamos. Y que nuestro modo de pensar puede ser triunfante, pero eso no quiere decir que sea el único; ni siquiera el mejor. Quizá en el futuro necesitemos un poco más del universo de los aborígenes, y menos del nuestro.

Pepe Cervera   11.ene.2015 23:39    

3 Comentarios

Muchas gracias por este artículo. ¡Qué gran lección!

domingo 18 ene 2015, 20:07

¡¡Me encanta!! ¡Gracias! :) ¿Sabes de algún otro sitio donde pueda leer más acerca de otras maneras "fundamentalmente distintas" de ser humano?

jueves 22 ene 2015, 01:42

Genial, hoy mismo lei otro blog sobre la tradicion oral de los Imazighen de Marruecos, conservan recuerdos milenarios, http://viajaorevienta.es/marruecos-estrellas-en-el-universo-bereber/

sábado 31 ene 2015, 16:58

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Pepe Cervera

Bio Retiario

Pepe Cervera es periodista, biólogo y, entre muchas otras cosas, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos. Colabora con diversos medios y es un apasionado de Internet.
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