La esposa de que coleccionaba canciones
viernes 18.sep.2015 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Para algunos Laura Bolton es casi una heroína; la salvadora, ella solita, de un tesoro de músicas étnicas de todo el planeta que sólo se conservan gracias a su intervención. Para otros es el arquetipo de la rapacería occidental: blanca, rica y ociosa dedicó sus abundantes periodos de vacaciones en todo el mundo a coleccionar cantos de tribus locales como quien compra souvenirs, apropiándose de la cultura de sociedades autóctonas y lucrándose después con ella. Es cierto que su aproximación a la cultura de las tribus locales era la prevalente en su época: imperial, casi de divertida condescendencia. También es verdad que sin ella no dispondríamos de grabaciones de algunas músicas que se habrían perdido junto con los últimos habitantes de sus culturas. Desde que su marido, ornitólogo, le regaló en 1929 un a grabadora para que entretuviese sus ocios durante un viaje de campo de un trimestre, Laura Bolton recorrió el mundo entero, a veces con su marido y otras veces sola, capturando grabaciones de toda música tribal que conseguía obtener. En la década de los 60 ya había reunido más de 30.000 grabaciones de todo tipo de pueblos, desde el corazón de África a los indígenas norteamericanos (como los Navajos de la grabación inferior) o las poblaciones ‘esquimales’, que acabo depositada en una fundación en el Centro de Etnomusicología de la Universidad de Columbia. Hoy el centro intenta digerir, y sobrevivir, a su legado.
Porque hoy las cosas han cambiado mucho. Lo que Laura Bolton veía como un acto de caridad, la salvación ‘in extremis’ de la cultura de pueblos abocados a la desaparición por ser incapaces de adaptarse al mundo moderno, hoy es percibido como muy cercano al expolio. Las gentes a las que Bolton grababa no eran tan ignorantes como ella creía; de hecho se sabe que algunos de ellos le tomaron el pelo, por ejemplo interpretando deliberadamente canciones de tribus vecinas a sabiendas de que la señora blanca sería incapaz de detectar la trapacería. Muchas tribus guardan celosamente sus cantos y tradiciones más sagradas, ya que sus religiones y culturas no son proselitistas sino que ensalzan el secreto; las partes a las que Bolton tuvo acceso a veces son las menos interesantes. Hoy el centro de investigación está trabajando con las tribus sobre cómo preservar y dar a conocer estos retazos de cultura extraídos de su contexto hace décadas por una diletante bienintencionada, pero en el fondo ingenua y poco informada. La antropología es una ciencia que tiene muchos peligros, físicos e intelectuales. La historia de Laura Bolton y su colección de músicas así lo demuestra.