48 millones de pollos y pavos muertos
lunes 5.oct.2015 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Este año en los Estados Unidos se han producido 219 brotes de gripe aviar, casi todos de la cepa EA/AM H5N2, en establecimientos de cría de pollos y pavos, muchos grandes granjas comerciales. La cepa EA/AM H5N2 surgió al mezclarse en una ruta migratoria de aves silvestres una cepa asiática con otra americana, y apareció por primera vez en diciembre de 2014. Las detecciones se han producido en criaderos de gallinas ponedoras, de pollos para su venta y de pavos, y han causado carestías de huevos en determinadas zonas del país durante el verano. Asimismo se espera que afecte al precio de los pavos durante el próximo día de Acción de Gracias, por no citar la navidad. Porque el destino de las aves infectadas ha sido el mismo: todas y cada una de ellas han sido sacrificadas. Más de 48 millones de pollos, gallinas y pavos han muerto para evitar la extensión de la epidemia al resto de las granjas comerciales de cría. Y se esperan más contagios y sacrificios según comience la temporada invernal de migración de aves silvestres, que dispersarán de nuevo el virus. La epidemia, que no ha afectado a ningún humano, ha costado ya más de 600 millones de dólares y sus repercusiones se sienten desde la industria de la restauración a la agricultura (mucho maíz se siembra para pienso de aves). Las cifras son vertiginosas, y van a peor.
En los EE UU se matan cada año 8.000 millones (sí, con 9 ceros) de pollos ‘broiler’ de carne, hay 360 millones de gallinas ponedoras en activo y se crían 107 millones de nuevas gallinas ponedoras para reemplazar a las que mueren. Toda esa ingente cantidad de animales han de ser alimentados, transportados, sacrificados, cuidados y utilizados de acuerdo con los estándares sanitarios y veterinarios pertinentes. Todos ellos forman parte de una industria enorme y perfectamente planificada, donde la eficiencia económica manda. Y por eso mismo los criaderos son tan vulnerables a infecciones masivas, y cuando éstas se producen los efectos son tan devastadores y la acción debe ser tan drástica. Nuestro sistema de suministro alimentario es hipereficiente en lo económico, lo que ha permitido que la alimentación ya no sea uno de los principales gastos de las familias y ha extendido nuestra dieta permitiéndonos comer cosas que antes eran un lujo. A cambio esta misma eficiencia lo hace vulnerable a epidemias, y por tanto a nosotros también, aunque los virus no nos afecten directamente.