Cuando la mente cura... o mata
jueves 1.oct.2015 por Pepe Cervera 7 Comentarios
Nuestra mente nos puede matar, y de la misma forma nos puede sanar. Todo depende de lo que tengamos en la cabeza: si cuando estamos enfermos alguien nos convence de que algo que ingerimos o hacemos nos curará, los síntomas mejorarán. Lo malo es que de la misma forma alguien completamente convencido de que algo le hará daño sufrirá, y sufrirá de verdad. Se trata del conocido Efecto Placebo y de su reverso del lado oscuro, el Efecto Nocebo. Dos curiosos fenómenos reales que la ciencia investiga con gran interés porque demuestran que nuestra mente y nuestro cuerpo están íntimamente interrelacionados. Tanto, que muchas dolencias que nos afligen tienen su origen en esa unión entre cuerpo y mente, lo que significa que tratando la mente es posible curar el cuerpo. Pero ojo: también matarlo. Porque el Efecto Placebo es tan real que los animales lo sienten, puede tener efectos secundarios e incluso causar adicción.
El Placebo es lo que ocurre cuando la mente cree que está en contacto con agentes terapéuticos sin que sea verdad. En otras palabras: la clave del placebo es mentir al cerebro, convencerle de que está tomando un medicamento que no es real. De ahí alguna de las particularidades de este efecto tan particular, que se ha comprobado funciona en campos como la supresión del dolor, enfermedades como la depresión o el Parkinson y en fenómenos como inducir la inmunosupresión. Los pacientes de la enfermedad de Alzheimer pierden la capacidad de responder a los placebos, lo que se presume ocurre por la pérdida de las funciones de sus lóbulos cerebrales frontales. Y el bloqueo de la liberación de endorfinas en el cerebro elimina el efecto placebo durante la analgesia.
Un placebo puede alterar funciones biológicas que se pueden medir como el latido cardiaco, la presión sanguínea o los niveles de ciertas hormonas o neurotransmisores. O puede aliviar sólo subjetivamente (sin cambios en los parámetros fisiológicos) en enfermedades como el asma o en la percepción del dolor crónico. Se sabe que la administración de placebos afirmando que se trataba de sustancias dopantes mejoraba de modo comprobable el rendimiento de atletas, por lo que se ha llegado a sugerir que los placebos deberían estar prohibidos en las competiciones deportivas como si fuesen sustancias verdaderamente dopantes. Los efectos, pues, son reales, aunque muchas veces difíciles de objetivar. Y no todos los pacientes responden; se ha calculado que hasta el 65 y el 70% de la población podría ser más o menos inmune al poder del Placebo. Se cree que este efecto explica la inmensa mayoría del poder curativo de las terapias llamadas ‘alternativas’.
Estos efectos son diferentes según el modo de administración: cuanto más agresivo el método, mayor efecto (objetivo y subjetivo); por ejemplo las píldoras o jarabes funcionan menos que las inyecciones o la (falsa) acupuntura. Los placebos caros funcionan mejor que los baratos. Y la administración de un placebo puede provocar mejoría incluso cuando se informa a los enfermos de que se trata de un placebo: el efecto aparece hasta cuando el paciente sabe que es mentira. Los falsos medicamentos pueden llegar a causar síndrome de abstinencia, como se comprobó al retirar la medicación (falsa) a mujeres en un estudio sobre molestias postmenopausia: el 40% de las que habían tomado placebo tuvieron síntomas de abstinencia.
El efecto es tan potente que pueden incluso aparecer el tipo de efectos secundarios que tienen los medicamentos reales. Por el mismo mecanismo las personas que están convencidas de que han tomado un veneno pueden sufrir verdadero daño: se ha sugerido que este ‘efecto nocebo’ (o daño de origen psicosomático) es el mecanismo por el que en ciertas sociedades animistas algunas personas podía matar lanzando una maldición: la persona que recibía el hechizo moría a consecuencia de su propia convicción de que iba a morir. Se conoces casos similares en prisioneros de guerra o en campos de concentración, que morían al poco de convencerse de que estaban condenados. La conexión mente-cuerpo puede sanar, y de la misma forma puede matar.
Los problemas éticos son inmensos: ¿deben los médicos mentir a los pacientes para conseguir que mejoren? ¿Cómo se controlan los posibles efectos secundarios de una píldora de azúcar? ¿Qué pasa cuando el paciente se siente subjetivamente mejor, pero no presenta una mejora real de sus parámetros biológicos? Este caso no es teórico: se sabe que personas con asma que creían estar tomando un medicamento (aunque era un placebo) se volvían más descuidadas con su medicación y se ponían en riesgo al sentirse mejor. Y lo más importante: ¿qué pasa cuando alguien convence a mucha gente de que un elemento (pongamos: las ondas electromagnéticas, las estelas de los aviones, minúsculas cantidades de sustancias químicas o los organismos genéticamente modificados) es nocivo, y como consecuencia de creerlo la gente enferma de verdad? Por su parte los problemas prácticos no son menos peliagudos. Desde hace muchas décadas los ensayos clínicos de los medicamentos han tenido que adaptarse a la existencia y la potencia del efecto placebo, porque es necesario separar el efecto real de la medicina del efecto ilusorio (pero que está ahí) del placebo. Por eso ahora se hacen estudios del tipo doble ciego en los que ni el médico ni el paciente saben si la medicación a prueba es real o no, porque se ha comprobado que el placebo se dispara en presencia de las más ligeras pistas y es necesario discriminar.
Somos una especie sorprendentemente influenciable, tanto que podemos convencer a nuestra mente de que nos cure o de que nos enferme por mera sugestión. La mentira cura, o mata; piénselo la próxima vez que le venga la tentación de mentir, no vaya a ser.
Barredo dijo
La hipersensibilidad química es un síntoma del Síndrome de Fatiga Crónica, enfermedad neurológica e inmunológica que afecta a varios sistemas centrales reconocida por la Oms.
La evidencia cíentífica indica que los sindromes de sensibilización central son esencialmente neurológicos, no psiquiátricos.
Mas info.:
Documento de Consenso sobre la Sensibilidad Química Múltiple (SQM) del Ministerio de Sanidad
http://www.msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/SQM_documento_de_consenso_30nov2011.pdf
y Proposición no de Ley relativa a la inclusión de la Sensibilidad Química
Múltiple en la Clasificación Internacional de Enfermedades
http://www.congreso.es/public_oficiales/L10/CONG/BOCG/D/BOCG-10-D-483.PDF
Retiario dijo
Estimado Barredo:
Algunos extractos de los sumarios del documento de consenso:
"Los trabajos más rigurosos metodológicamente han encontrado resultados que o bien ponen en duda la relación entre los factores desencadentes y la enfermedad o bien concluían que la relación no podía demostrarse. En uno de estos trabajos8 no se encontró relación entre las sustancias químicas y los síntomas mencionados por los pacientes, ni tampoco evidencia sobre una posible exposición inicial ni de posteriores exposiciones desencadenantes. En el estudio de provocación controlado y doble ciego, en el que no se encontraron diferencias entre ambos grupos, sus autores7 concluyeron que en la mayoría de los casos, se debía cuestionar la veracidad de los cuadros de SQM y considerar, en su lugar, otras patologías físicas y psiquiátricas.
En cuanto a las revisiones sobre SQM analizadas, cuatro de ellas fueron revisiones narrativas y dos, revisiones sistemáticas de la literatura. En una de estas últimas13 se dice que *cuando el enmascaramiento se realiza de forma correcta, los pacientes con SQM no son capaces de diferenciar entre estímulos verdaderos y placebo, por lo que consideran que el patrón de reacción de estos pacientes podría deberse a las creencias o expectativas previas a la exposición.*
*Actualmente la OMS no contempla a la SQM como una entidad nosológica con un código específico.*
El conocimiento científico disponible acerca de la asociación entre exposición ambiental y aparición de signos y síntomas de la SQM, no permite extraer conclusiones definitivas. A las dificultades convencionales para establecer relaciones de causalidad entre exposición a sustancias y aparición de patologías, se le suma, en el caso de la SQM, la enorme variedad de elementos desencadenantes y de situaciones de exposición referidas."
Destacar sobre todo que no estoy negando ni que exista la enfermedad ni que los pacientes sufran y deban ser ayudados; lo que pongo en duda, porque numerosos experimentos así lo indican, es la causa.
Muchas gracias por su atención e interés, y un saludo.
PP Cervera
Barredo dijo
Estas son las conclusiones del documento:
.
" CONCLUSIONES
No existen estudios concluyentes que atribuyan el origen de la SQM a factores
genéticos. De igual manera, tampoco disponemos de pruebas concluyentes que
sitúen su origen en factores psicológicos y/o psiquiátricos.
Entre las distintas hipótesis barajadas en cuanto a su etiopatogenia, encontramos:
1. Hipótesis psicológica
2. Hipótesis genética.
3. Hipótesis química, de sensibilización alergénica y respuesta olfativa
4. Hipótesis anatómica.
5. Hipótesis neurológica y alteraciones cognitivas
6. Hipótesis de sobreproducción de óxido nítrico (NO)
7. Hipótesis sobre el estado redox de las mitocondrias
En la SQM se desarrollan respuestas exacerbadas frente a la exposición de diversos xenobióticos. El estrés oxidativo es un mecanismo de toxicidad muy frecuente,
Generalmente se desarrolla la respuesta inmunológica en las primeras etapas de la
exposición a xenobióticos, precediendo a la aparición de efectos tóxicos en otros
órganos y sistemas fisiológicos.
Existe una estrecha relación bidireccional entre tres grandes sistemas encargados de mantener la homeostasis orgánica:
SNC, sistema inmunológico y sistema
endocrinológico,
Es muy probale que los tres sistemas participen en la respuesta
toxicológica que se observa en el desarrollo de la SQM, mediante alteraciones en
los mecanismos de interregulación existentes en estos sistemas.
Ante lo expuesto anteriormente, se observa la necesidad de seguir investigando
sobre los posibles mecanismos fisiológicos responsables de la SQM. "
En el documento de consenso tambien explicitan la comorbidad de la Sqmcon otros síndromes de sensibilización central.
El perjuicio que quiero resaltar es que ciertos periodistas estan simplificando la cuestión clasificando la dolencia como nocebo cuando la evidencia científica no esta concluyendo eso y cuando a los enfermos no nos estan derivando a psiquiatria sino que nos tratan en Medicina Interna.
¿ Por qué nunca apoyan sus opiniones con algún médico? Ojala fuese un nocebo: yo encantado, mi problema sería más sencillo. Estoy siendo tratado por dos unidades, una pública y una privada y en ninguno de los casos tengo un diagnostico psiquiatrico o psicológico y mis diagnosticos los han hecho médicos colegiados, ningún charlatan tecnófobo.
Retiario dijo
Estimado Barredo:
No soy quien para emitir diagnósticos ni para criticar los que han hecho médicos. Pero si el origen psiquiátrico de la enfermedad no está demostrado, tampoco lo está su origen ambiental. Y de hecho hay numerosos estudios que lo ponen en duda. La clasificación administrativa de los enfermos o el departamento médico al que los derivan no constituyen pruebas, como tampoco los informes ministeriales o las sentencias judiciales. Por supuesto que hace falta más investigación, y dentro de ésta será necesario tener muy en cuenta la realidad del Efecto Nocebo.
Sea cual sea el origen de su enfermedad le deseo una pronta y completa curación. Muchas gracias por su atención e interés, y un saludo.
PP Cervera
Emilio Monís dijo
Siento disentir, Barredo, pero usa usted mal los términos, y no me atrevo a imaginar por qué; la SQM no es un síntoma de la SFC-EM o, por sus nuevas siglas en inglés, SEID. Dejando a un lado la controversia sobre la realidad de la primera de ellas, son DOS entidades distintas, cuyos síntomas pueden solaparse.
A partir de aquí, todo lo demás es muy debatible: si la SQM es o no un síndrome psíquico (yo personalmente no lo creo), si se debe a una clase de sustancias exclusivamente sintéticas o se trata de algo más complejo... etc.
Pero no quiero dejar de escribir que, parte de razón, tienen los que no creen en ella; y parte de esa culpa es achacable a los autodenominados activistas, o al menos, a un sector de ellos ; al menos en lo que concierne al efecto nocebo; yo que trato con personas que tienen estos síntomas (yo mismo sufro SFC-EM desde hace 20 años) compruebo la poca idea que tienen muchos de ellos al alarmar sobre peligros que, o bien no son tales peligros, (caso de las sustancias volátiles, con olor o sin él) o bien son, directamente, invenciones, como las supuestas estelas químicas o "chemtrails".
Ellos sabrán por qué lo hacen, y usted sabrá por qué tergiversa los términos.
Gabriela Suárez dijo
Chicos tomen un café...
Pili dijo
Solo decir, que yo no tenía ni idea de que está enfermedad existía ni la había oído nunca, hoy la sufro en mis carnes,hace ya diez años qué está reconocida y ni la mayoría de personal sanitario la conoce existe un protocolo para los hospitales que no se cumplen en ninguno,de verdad piensa alguien que las personas que sufrimos esta enfermedad es mentira? No se la deseo a nadie,cada vez hay más casos. Por favor, yo suplico investigación y apoyo de la sanidad, estamos totalmente abandonados, quiero volver a tener mi vida,una vida digna poder volver a trabajar que con cuarenta y dos años tengo cotizado veinti seis años , quiero volver a poder tener una vida social.El aire tampoco se ve y existe,la depresión tampoco se visualiza y existe como tantas cosas.