Un millón y cuarto de muertos al año
lunes 2.nov.2015 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Nos preocupamos por el efecto de la contaminación y de los aditivos en la comida en nuestra salud. Reducimos el consumo de productos que ahora sabemos que son dañinos, como el tabaco. Hemos conseguido aumentar la esperanza de vida en los países desarrollados de un modo espectacular. Nos preocupamos de hacer ejercicio, de alimentarnos adecuadamente, de esquivar excesos y abusos para llegar en cada vez mejores condiciones a la Tercera Edad, extendida, corregida y aumentada que sabemos nos espera al final de nuestras vidas. Hay quien incluso se permite preocuparse de peligros exagerados o imaginarios, o se permite el lujo de usar medicinas ‘alternativas’ e inútiles, porque puede. E incluso hay quien sueña con no morir nunca, o con alcanzar edades inimaginables fuera del Antiguo Testamento o de las leyendas. En los últimos 150 años hemos limitado la mortalidad de los seres humanos, reducido drásticamente la tasa de personas enfermas, empujado hasta sus límites naturales la biología. Y sin embargo algún día nuestros descendientes del futuro mirarán atónitos a nuestra era y no podrán creer que en estos momentos de tecnología, seguridad y medicina aún mueren cada año un millón doscientas cincuenta mil personas (1.250.000) en accidentes de tráfico en el planeta Tierra, según un informe publicado por la OMS.
Es la mayor causa de muerte en el periodo entre los 19 y los 25 años de edad. Cuesta hasta un 3% del Producto Interior Bruto global. En determinadas zonas, como en África, está creciendo desde números ya insoportables (26,9 muertos por 100.000 personas, frente a 9,3 en Europa, que tiene 10 veces más coches) y convirtiéndose en una carga monstruosa sobre la economía y la sociedad. En la India mueren más de 200.000 personas cada año. Si estas muertes fueran obra de terroristas, arrasaríamos sus lugares de origen. Si fuesen provocadas por una enfermedad invertiríamos los miles de millones que hicieran falta para controlarla. Si se tratase de un riesgo natural gastaríamos lo necesario para protegernos, controlarlo y reducir las bajas. Cada vez que alguien alerte de un peligro reducido, diminuto y escaso, recuerde: cada año un millón y cuarto de personas mueren en accidentes de circulación. Y piense. Nuestros descendientes no se lo podrán creer, pero esta es la realidad. Increíble.