La Tierra, el planeta ajeno
miércoles 13.abr.2016 por Pepe Cervera 1 Comentarios
En el esquema que aparece abajo están representadas todas las ramas de la vida que conocemos, clasificadas por los métodos más rigurosos según parámetros biológicos muy significativos. Están las ballenas y las sequoias, los ratones y los champiñones, la hierba, los gorriones, las medusas y los musgos; los dinosaurios, los peces con aletas lobuladas, los tiburones y los hipopótamos, todas las verduras y frutas, cada una de las plantas del Amazonas, todas las personas que han sido y serán y todos los insectos que reptan, escarban o vuelan. Cada uno de los animales plantas y hongos que seamos capaces de imaginar o que existen, aunque no los conozcamos, están en ese árbol. Pero lo más significativo es que todos, todos, están en la misma rama: la verde que aparece en la parte inferior a la derecha. Casi todo el intrincado árbol de la diversidad de seres vivos en el planeta Tierra son bacterias; una enorme, ingente variedad de bacterias que llevan mucho más tiempo viviendo aquí que nosotros y que tienen entre ellas muchas más diferencias incluso que con nosotros. Sabíamos que nuestro planeta es ante todo un planeta vivo por las bacterias; sabíamos que algunas de ellas son capaces de hacer cosas increíbles como alimentarse de electricidad, que hasta las más pequeñas y sencillas tienen sus propios parásitos, que son capaces de habitar lugares donde ningún otro ser vivo sobrevive. Lo que apenas estamos empezando a entender ahora es hasta qué punto este planeta les pertenece, y por tanto nos es ajeno a nosotros, los eucariotas; los raritos en esta Tierra nuestra. Un nuevo Árbol de la Vida lo demuestra matizando anteriores interpretaciones.
En las últimas décadas estamos descubriendo muchas nuevas especies de bacterias al aplicar técnicas de secuenciación genética que nos permiten identificarlas sin tener que cultivarlas; algo que con muchas de ellas no sabemos hacer. Y esta nueva y enorme variedad de nuevas formas que vivían entre nosotros sin que fuésemos capaces de verlas están resultando ser increíblemente variadas entre sí y diferentes de os grupos ya conocidos, hasta tal punto de que ya era hora de renovar el Árbol de la Vida; el esquema básico de relaciones entre grandes grupos de seres vivos. En esta ocasión y para obtener el mayor nivel posible de detalle se han analizado miles de seres diferentes empleando para comparar hasta 16 proteínas distintas del mismo complejo clave que aparece en todas las células vivas: el ribosoma. El resultado (publicado en Nature Microbiology) ha sido este árbol en el que casi todo lo que entendemos como seres vivos, animales, plantas y hongos, ocupan un diminuto rincón, mientras que la gran mayoría de la diversidad está ocupada por grupos de bacterias antes insospechados que llevan ramificándose y diversificándose eones. La gran mayoría de la evolución en la Tierra pertenece a las bacterias, como suyos son los números de individuos y la omnipresencia en los más diversos hábitats, entre los que estamos nosotros mismos, desde el nivel celular (eucariotas) hasta el anatómico (microbiota intestinal). Vivimos en un mundo que en realidad les pertenece a ellas, y ahora sabemos que la variedad, la selección y el tiempo también son suyos. Nosotros sólo vivimos aquí.
Yoldi dijo
Hola Pepe,
Gracias por el artículo.
Teniendo en cuenta el número de bacterias que tan íntimamente nos acompañan y su influencia hasta en nuestro modo de pensar, parece que el planeta podría no ser tan ajeno…
http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=65461&origen=notiweb&dia_suplemento=martes
Saludos.
Carlos.