Los virus que hablan, y el invierno y los dolores
jueves 26.ene.2017 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Sabemos que las células de los organismos como nosotros se comunican entre ellas, por varios métodos, y también que lo hacen las bacterias; es un mecanismo que les permite ajustar su comportamiento a la población de sus vecinas y coordinar sus acciones. Lo que no sabíamos y acabamos de descubrir es que los virus tienen también un ‘lenguaje’ químico para enviarse mensajes entre sí. Buscando señales de comunicación bacteriana un equipo de científicos israelíes ha encontrado virus bacteriófagos que se envían mensajes que les sirven para ‘decidir’ qué modelo de infección emplean. Estos virus pueden hacer dos cosas: entrar en la bacteria y reproducirse a lo bestia, lo que conlleva la muerte del microorganismo, o integrar sus genes dentro del genoma bacteriano para esperar tiempos mejores. Cuando un virus infecta y mata una bacteria entre los restos hay una pequeña proteína que los investigadores llamaron ‘arbitrium’; cuando hay gran cantidad de esta proteína en el medio los virus cambian de comportamiento y prefieren 'hibernar’. La lógica es que si muchas bacterias han muerto quizá ya no queden demasiadas cerca, así que puede ser mejor idea esperar. Un comportamiento muy sofisticado para seres que hay quien duda de que estén vivos, por lo cual es un gran descubrimiento. Pero además si resulta estar más extendido en la naturaleza, entre los virus humanos por ejemplo, podría ayudarnos a luchar contra ellos: si aprendemos sus señales quizá podamos interceptarlas y engañarlos.
Imagen de Naturalismus, tomada de Flickr
El invierno y los dolores
Estamos en invierno, fechas en las que todos estamos pendientes del tiempo; y muchos estamos convencidos de que podemos detectar los cambios meteorológicos literalmente en los huesos, que nos duelen cuando se acercan fríos o humedades. Todos estamos seguros de que algunas lesiones óseas como la artrosis o la artritis, o quizá un hueso que nos fracturamos o una cicatriz, reaccionan doliendo cuando el tiempo cambia. Pero no es verdad: un amplio estudio confirma que esta idea es falsa, y las articulaciones o los huesos no nos duelen más cuando va a cambiar el tiempo. ¿Por qué, entonces, estamos convencidos de ello? Pues en parte por la propia creencia y debido a un fenómeno conocido como recuerdo selectivo: cuando el dolor articular coincide con el cambio de tiempo lo recordamos, pero cuando no se nos olvida. Si acertamos, es más probable que nos acordemos, pero cuando fallamos en seguida se nos olvida. El problema, pues, no es fisiológico, sino psicológico; casi más interesante, porque demuestra nuestros errores de percepción intrínsecos.
Sección de ciencia en 'Esto me suena' del día 25/1/2017, minuto 40:50