El entierro de El Antiguo y los uniformes alteran
jueves 23.feb.2017 por Pepe Cervera 0 Comentarios
El pasado fin de semana hubo un funeral en un rincón del valle del río Columbia, al noroeste de los Estados Unidos: miembros de las tribus indias de los Yakama, Umatilla, Nez Perce, Colville y Wanapum dieron tierra a los restos que ellos llamaban El Antiguo y que los antropólogos conocían como el Hombre de Kennewick. Se trata de restos humanos hallados en 1996 en las orillas del río Columbia, entre ellos un cráneo bastante completo, que una vez estudiados resultaron tener más de 9.000 años de antigüedad; es decir, estaban entre los más antiguos hallados en América. Los investigadores querían estudiarlos y guardarlos en un museo como representantes de las primeras poblaciones en llegar al continente americano desde Asia. Pero las tribus indias locales reclamaron sus restos: para ellos se trata de uno de sus antepasados, un miembro de su familia tribal. Los antropólogos se negaron, ya que según sus análisis el Hombre de Kennewick estaba más emparentado con poblaciones asiáticas actuales que con los indios de la región, que habrían llegado en una segunda oleada migratoria no emparentada con los fósiles. La cosa acabó en los tribunales; históricamente ha habido mucha polémica con tumbas e incluso restos humanos de indígenas profanados y tratados como especímenes naturales cuando se trataba de sepulturas con valor religioso o ceremonial, y hoy hay leyes que proteger los derechos de las comunidades aborígenes. El análisis de ADN demostró que las tribus tenían razón; el Antiguo está emparentado con los indígenas de la zona, por lo que el pasado diciembre Obama firmó la entrega de los restos, que por fin han hallado la paz con los rituales y respetos debidos de su pueblo.
Llevar uniforme te altera
La psicología nos demuestra que muchos factores de los que no somos conscientes alteran nuestra forma de pensar, y un reciente experimento muestra hasta qué punto: resulta que llevar un uniforme similar al de los policías cambia cómo vemos el mundo. Cuando en una universidad canadiense se mostraron imágenes de diversas personas a un grupo de estudiantes y se midió con un test estándar la atención dedicada a cada categoría resultó que lo que llevaban puesto los estudiantes (no las figuras que examinaban) determinaba el resultado. Los que se ponían para el experimento un mono de mecánico reaccionaban de forma similar a figuras de hombres blancos, negros, con una sudadera con capucha o con un traje, mientras que cuando los estudiantes estaban vestidos con un uniforme paramilitar su atención se fijaba especialmente en las personas con capuchas. Es decir que el simple hecho de llevar un uniforme les hacía más consciente de posibles amenazas, ya que se considera que los encapuchados simbolizan un riesgo mayor; en cambio el color de la piel no pareció afectarles. O sea que la forma como vestimos podría inducir una especie de sesgo sistemático contra determinado grupo, incluso en ausencia de cualquier comportamiento agresivo; algo a tener en cuenta en el entrenamiento de las fuerzas policiales. Aunque también es verdad que como ocurre a menudo el estudio no sólo se basa en números bastante reducidos (apenas 28 sujetos en cada categoría), sino que además es WEIRD (white, educated, from industrialized, rich and democratic countries, en conjunto 'raro'). Quizá en otras culturas el efecto sea diferente y el efecto de los uniformes no tan marcado.
Sección de ciencia en 'Esto me suena' del día 22/2/2017