Los caníbales de Alicante y el robot que taladra cráneos
jueves 23.mar.2017 por Pepe Cervera 0 Comentarios
Hace 10.000 años, 100 siglos, los tiempos eran complicados, como siempre: estamos en el Mesolítico, ese confuso periodo entre el Paleolítico y sus prácticas de caza y recolección y el Neolítico y el tránsito a la agricultura y la ganadería, con gentes que practicaban ambos estilos de vida viviendo en los mismos lugares al mismo tiempo. Las herramientas de piedra eran cada vez más sofisticadas, precisas y hermosas, pero las prácticas agrícolas avanzaban, y el clima estaba cambiando entre los últimos estertores glaciales y el inicio del actual periodo de clima más templado. Y en las Cuevas de Santa Maira en Castell de Castells, Alicante, algunos humanos comían carne de humano. En un artículo publicado hace poco investigadores de la universidad de Valencia describen restos humanos con las características marcas de descarnación y evidencias de fuego en los huesos que demuestran un consumo alimenticio. No sabemos si lo hacían por razones puramente alimentarias (un filete es un filete) o tal vez con un sentido ritual, como en ciertas culturas en las que el consumo de carne humana es una especie de comunión, pero los fragmentos óseos excavados en estas cuevas presentan claras marcas de canibalismo en nuestros antepasados de la Marina Alta alicantina.
El robot que taladra cráneos
Hablar de un robot que hace agujeros en el cráneo suena como si hablásemos de Terminator, pero en este caso es un autómata benigno para resolver un problema médico serio. Para curar ciertos tipos de sordera existe una técnica que se llama implante coclear: consiste en introducir en el oído interno un cable para conectarlo con el nervio auditivo. Este cable alimenta al nervio con impulsos eléctricos procedentes de un micrófono, convenientemente tratados; la técnica permite mejorar la audición de personas con sordera severa, u obtener cierto nivel de audición en sordos profundos; el sistema está diseñado para favorecer la captación de los sonidos del lenguaje. Lo malo es que para realizar el implante hay que taladrar un agujero en el cráneo de 2,5 mm de diámetro en el hueso temporal para llegar a la cóclea del oído interno, a través de una zona rodeada de nervios que van a la cara; un error puede causar serios problemas. Para resolver este inconveniente un grupo de médicos estadounidenses ha creado un robot capaz de realizar el taladro con precisión inhumana a partir de datos sobre la anatomía del paciente, evitando así complicaciones. El robot ya ha sido probado en varios pacientes con éxito desde el pasado verano y se espera que se pueda incorporar a la práctica habitual en breve.
Sección de ciencia en 'Esto me suena' del día 22/3/2017