Hasta Egoyan, decepciona en Cannes
viernes 16.may.2014 por Javier Tolentino 0 Comentarios
Ni Abderrahmane Sissako con Timbuktu, ni mucho menos la estupidez de Grace de Monaco, película inaugural prevío pago del impuesto por estar en el más grande de los festivales, ni un Mike Leigh correcto con la biografía del paisajista inglés J.M.W Turner y, tampoco, lástima Atom Egoyan con su repetitiva Captives logran situar nivel alto, de momento, en el lujoso festival de festivales.
Probablemente aquí se viene de todas las esquinas del mundo para ver el mejor cine del planeta, luego las películas deben dar un punto y un tono bastante elevado, de no ser así el público se cabrea, sobre todo una exquisita selección de la crítica internacional que está pidiendo bastante más de lo que estamos viendo. Y con razón, son 30 millones de euros de presupuesto de las arcas públicas francesas y otro tanto de mercadeo y negocio. Así que nadie se va a conformar con el publi reportaje de Olivier Dahan sobre la Costa Azul y el principado monegasco, con una apática Nicole Kidman y con recursos falsos que no se avisan que son falsos. Pitada, pateada y con carcajadas por toda Le Croissier que comenzó a calentar el ambientillo.
Después vino Abderrahmane Sissako, uno de los grandes cineastas africanos que con Timbuktu nos ofreció un relato complejo, teórico y muy en la línea de Mohsen Malkmabaf y su Kandahar, que gustaba a Occidente y molestaba al cine porque está más de lo falsario que de la emoción de la verdad, no quita que adoremos su obra anterior pero Timbuktu no convenció a los niveles que esperamos de Cannes y de Sissako.
Míster Turner del cineasta británico Mike Leigh, con el que nos enamoramos de su cine a través de Secretos y mentiras (1996) y nos siguió convenciendo con Vera Drake (2004), es una película de Sección Oficial de San Sebastián: correcta, técnicamente perfecta y con un reparto de desmayarse. La arquitectura cinematográfica impresiona pero como que todo esto ya estamos acostumbrados a verlo en el tradicional y convencional cine británico. El Turner que le ha salido al actor Timothy Spall es una caricatura, para mi gusto, no evoluciona el personaje y se pasa toda la película como excesivo, como pasado. No así el resto del reparto. A Cannes hay que exigirle extraordinariamente mucho más.
Y la tercera película en discordia nos la trae Atom Egoyam, un realizador al que le hemos declarado nuestro amor por su lenguaje, por el manejo de los tiempos, por proponer del maquiavelismo tierno de un Kubrick, de una hermosa fotografía y de saber como nadie pedir bandas sonoras inquietantes y definitivas. Con Captives vemos una mezcla de El dulce porvenir (1997) y El viaje de Felicia (1999), con alguna insinuación de Chloe (2009). Es la historia del secuestro de una pequeña mientras su padre compra una tarta en la pastelería, la mantienen secuestrada una pandilla de psicópatas pederastas que la exhiben en internet para un selecto club de canallas, mientras tanto el padre se desespera y la policía pasa mucho. Todo muy original y ya no cuela, querido director. Silbidos y voces acusando al director armenio-canadiense de vendido a los finales felices al gusto de la vieja dama de la academia de Hollywood.
No pasa nada, es Cannes, esto acaba de empezar y quedan otros grandes favoritos, los citados lo eran, aunque nunca se sabe.
Nuestras esperanzas por el cine de Naomi Kawase, de Jean Luc Godard, incluso o sobre todo, del realizador turco Nuri Bilge Ceylán, al que todos consideran el gran favorito, con permiso de David Cronemberg y Los hermanos Dardenne.