Un epitafio para Fluxus
domingo 15.mar.2015 por Javier Tolentino 0 Comentarios
María Pérez ha elegido la movida de Fluxus para su debut en el largometraje y no ha podido hacer mejor elección. La voz ronca y profunda de un hombre del pueblo extremeño, Paco Corrales se cruza con la subversión cultural que planteó en los setenta el círculo Fluxus con Wolf Vostell a la cabeza. Un artista alemán que descubrió en la hondura extremeña de Malpartida la forma de hacer un corte de mangas al mercado, a la banca y a un mundo del dinero empeñado en decir quien es y quien no es artista.
Para los vecinos de Malpartida Wostell era un buen hombre, excéntrico y probablemente algo loco que prefirió los granitos y las piedras extremeñas a las contradicciones de Berlín. Y ahí tenemos a María Pérez, apenas treinta años de edad y con el desparpajo de una Mercedes Álvarez y la locura de una Agnes Varda, aunque me ha recordado mucho a los textiles profundos de los gobelinos de Andrea Milde, sobre todo en esa escena de las mujeres lavanderas extremeñas.
María construye un divertido documental pero si te paras, la aparente dulzura divertida se torna amarga y trágica, dramática. Porque sin quererlo da fé de la muerte del deseo de libertad y de la libertad misma: No, no son tiempos para la Nouvelle Vage pero tampoco para Fluxus y tampoco para la poesía y tampoco para el arte y tiempos difíciles para el cine. Esa voz ronca de Paco Corrales (gracias a Pepe Hijes) es todo un lamento de la perdida del arte para el arte, el mismo Corrales jamás se convirtió en un cantaor profesional y probablemente eso a Vostell también le fascinaba. Magnífico este documental de María Pérez, excelente mestizaje entre el arte moderno y la antropología, pero, sobre todo, un manual para saber separar el arte del mercado.
Lástima que no haya podido ser incluida en su sección oficial, porque es de esas películas que un festival como éste de Las Palmas de Gran Canaria, anda siempre buscando.