El último cartero de Rusia
El correo sin Zar y sin Marx
Reconozco que me siento muy lejos y muy lejano de una opinión cinéfila y cinematográfica que sigue subiendo y bajando el pulgar, salvando la vida o perdonando a los autores que van desfilando por las pantallas. Andrei Kontchalovsky me fascinó con la fantasía de su Cascanueces, con la ternura de su árbol de Navidad, con la ingenuidad larvada en las decenas de noches de su vida, amando el invierno. Pero si el cine de animación, el cine de aventuras y ese cine que toca los dedos con la novelería de los sueños se convierte o se traduce en un cierto cine de la verdad, que sus personajes son de carne y hueso, que se ...