Comprar ilusión.

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Escuché el otro día a alguien decir que cada vez que se compra un décimo de lotería lo que se está comprando es una pequeña ración de ilusión. Que mal debemos estar –pensé - para tener que comprar hasta la ilusión, pero sin duda la persona que dijo esto tenía toda la razón.

Hoy el que más o el que menos ha soñado con pagar la hipoteca o con dejar de trabajar, imaginando una vida con menos lastre. Es curioso pero las ilusiones, algo tan etéreo y elevado, acaban pasando por las necesidades materiales. Llegados a éste punto cabe preguntarse cuáles son los deseos y las ilusiones de los que tienen la vida económicamente solucionada.

Hay veces que da la sensación de que las ilusiones de ricos y famosos se confunden con extravagancias como la de Katy Perry que exige que su chófer no la dirija la palabra, le hará ilusión supongo, al igual que a Jennifer Aniston que quiere comer sola, tal y como exigió en el rodaje de ‘El día de la madre’. Lo que se desprende de éstos dos casos es que tanto a Katy Perry como a Jennifer Aniston lo que las hace ilusión es estar solas.

En el fondo no hay gran diferencia entre los que compran ilusiones a base de décimos de lotería y los que son ricos o famosos y lo hacen con los grandes ingresos económicos, esto quizás decepcione pero soñar también tiene precio.

Sin canto ni grillo. Javier Hernández.