Gambas.
viernes 8.abr.2016 por Javier Hernández 0 Comentarios
En éstos días en los que aumenta la lista de ricos, famosos, intelectuales, políticos y gentes de la realeza que prefieren guardar su dinero en Panamá, descubro que los langostinos que comemos, cada vez a un precio más asequible no son nada recomendables. Al parecer los baratos, los que se pueden comprar, proceden de países como Tailandia, India o Indonesia, donde se crían en cautividad a base de antibióticos, desinfectantes y otras sustancias poco saludables.
También los hay producto de la pesca indiscriminada y sin control, por si todo esto no fuera suficiente los trabajadores empleados en éste negocio pueden ser considerados directamente esclavos, personas engañadas para embarcarse y trabajar en los arrastreros tailandeses.
Comer langostinos o gambas, marisco en definitiva era algo reservado a los ricos, en los tiempos más difíciles, todo un símbolo hoy todavía hay quien piensa que una boda sin langostinos no es boda.
La realidad nos devuelve a la verdad; que los manjares exquisitos al final son para unos pocos porque si son baratos es porque hay gato encerrado.
Nos cuentan que la Unión Europea ha tomado cartas en el asunto y va intentar impedir que llegue marisco de éste tipo.
Nos asombramos de la lista de defraudadores de Panamá, pero si hay gente a la que no importa esclavizar, envenenar y agotar recursos naturales que no les pertenecen, es imposible que le preocupen los fríos balances empresariales en paraísos fiscales. Al fin y al cabo solo son números anotados en listas diferentes.
El hombre es un lobo para el hombre, vaya se cumple otra vez…
Sin Canto ni grillo, Javier Hernández.