Antonio, José Manuel y Ángel. Bienvenidos a casa.

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Antonio, José Manuel y Ángel. Bienvenidos a casa.

Hace pocos días los periodistas nos lamiamos las heridas, nos lamentábamos y denunciábamos las condiciones imposibles de muchos colegas para contar lo que pasa en el mundo.

 Éste fin de semana, tres periodistas españoles han sido liberados después de sufrir un largo secuestro, tres heridas que no hay que lamentar, tres vidas salvadas, tres vocaciones que seguirán desarrollándose.

Una buena noticia, que ha provocado reacciones y reproches que critican un supuesto pago por la liberación de éstos tres compatriotas, por parte del ejecutivo español. Supongo que los que critican han perdido cierta capacidad de ponerse en el lugar del otro.

 Algunos dicen que ni Estados Unidos ni otros países europeos, pagan por liberar a sus nacionales, ya que de ésta manera se financia el terrorismo. Una decisión en la que prima la frialdad, la distancia con la vida. Ir dejando mártires del periodismo y de otras causas; dudo que a largo plazo, sea la mejor de las decisiones. Al fin y al cabo solo es dinero frente a la vida de una persona, dinero negro producto del crimen y la extorsión, cierto, pero que cuya primera función ha sido la más noble: salvar vidas.

Es cierto que los terroristas necesitan fondos para seguir matando y ésta parece ser la fuente de financiación más fácil y cómoda. Con éste dinero seguramente que en el mercado negro se comprarán armas fabricadas en Europa y en Estados Unidos. Al final parece que el círculo se cierra.

Sin canto ni grillo. Javier Hernández.