El corredor de la muerte.

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Pablo Ibar, es el español lleva casi 22 años preso en Estados Unidos, los últimos 15 esperando a que se cumpla su condena a muerte. Estos días ha conseguido que se revise de nuevo, su caso y por lo tanto ha abandonado el corredor de la muerte.

Las sociedades deben defenderse del delito y lo hacen como se ha hecho toda la vida, castigando a los delincuentes con la privación de libertad e incluso quitándoles la vida. Esto es así desde que las civilizaciones más antiguas empezaron a gestionar la justicia, aquí el progreso no ha encontrado otra forma de pagar las deudas con el delito.

Pablo Ibar ha mantenido desde el principio que es inocente, que no es el asesino causante de las muertes de las que se le acusa, ahora tendrá la oportunidad de demostrarlo por segunda vez.

No tengo ni idea ni me gustaría ser el juez o el jurado popular que tuviera que enfrentarse algo así. Por un lado mantener la acusación de asesinato con la posibilidad de condenar a un inocente y por otro la de dejar impune un crimen y por tanto no hacer justicia a las víctimas.

Lo cierto es que un hombre encerrado en una cárcel durante 22 años, los últimos 15  en el corredor de la muerte, esperando a que cualquier día puede ser el último, incomunicado además. Es un hombre torturado.

No sé si Pablo Ibar es inocente o culpable de los delitos por los que fue juzgado, si resulta ser inocente no sé cómo se pueden reparar 22 años de presidio o cómo se paga la angustia de un solo día en el corredor de la muerte.

Sin canto ni grillo. Javier Hernández.