Bob Dylan.
No es éste un lugar para efemérides y recordatorios, pero es que Bob Dylan tiene ya 75 años, Bob está por encima de los cumpleaños y las efemérides. Tuve la suerte de verlo actuar en directo hace ya demasiados años en Glastonbury en el 98. Casi lo más emocionante fue la espera interminable, en un buen lugar para ver de cerca al poeta que puso música a los versos o al músico que puso poesía a la música.
Sobre el escenario todo fluía con naturalidad, tocaba y disfrutaba haciéndolo, las canciones se coreaban susurrando para no perder detalle de aquel hombre vestido con un traje de domingo de labrador de Tennessee con sus botas tejanas impecables, que alguien había dejado a pie de escenario, para que no se mancharan del barro del festival, allí mismo se las puso. Ver a Bob Dylan actuar, ser testigo de un ritual parecido a éste, no es una excepción o rareza, el músico ofrece unos 100 conciertos al año, porque no entiende vivir de otra forma. No necesita ni más dinero ni más fama, pero si necesita las tablas de un escenario y el contacto con la gente.
Dylan no es moderno ni antiguo, ni tiene que convencer ya a nadie de nada porque es una referencia, un punto de partida un lugar común incluso discutible, se lo puede permitir todo.
Discúlpeme señor Bob Dylan por atreverme a felicitarle por su 75 aniversario, deje que le felicite por conseguir la dosis de libertad justa que le permite hacer lo que le da la gana.
Sin canto ni grillo. Javier Hernández.