9 posts de agosto 2009

¿Cuánto tiempo necesitas para decir lo que piensas...?

Hoooola blogfamilia!!! Esta mañana ha habido presentación de la nueva temporada de los servicios informativos de TVE. De nuevo un honor y un lujo participar de este grupo otro año más. Me siento una mujer afortunada... Ya queda muy poquito para empezar a compaginar el TD del fin de semana con el 59 segundos en Madrid... Por eso os dejo la promoción que estos días se está emitiendo (y que algunos ya habéis visto...) La grabamos la semana pasada en Prado del Rey... Espero que os guste... Nos vemos en los TD's y en 59 segundos!!! Muy pronto...

Me he equivoquido... Perdón. Equivocado...

Todas aquellas personas que nos dedicamos a hacer televisión, sabemos que en realidad nuestro trabajo es un oficio todavía muy artesanal. Estamos rodeados de la última tecnología pero no es infalible... Las maquinas tambien fallan y nosotros somos humanos. Los presentadores y las presentadoras tenemos que mantener cierto control frente a una cámara y a pesar de que sabes que las cosas pueden fallar, siempre te "cazan" sin saber a dónde mirar, a qué compañero has de dar paso... te equivocas de palabra... un video que no entra, otro que se atasca... y quisieras desaparecer, otras ponerte a llorar o salir corriendo... Son situaciones incómodas pero muy cómicas. Dice mucha gente que es en esos instantes cuando los presentadores parecemos más "humanos"... más cercanos... nos equivocamos. Pues sí! Afortunadamente nos equivocamos, no somos máquinas. Son cosas del directo, dicen... yo creo que son cosas de la vida...

A veces te sientes así... Se pasa mal, pero después es difícil no reirse...



PD: En breve os anunciaré más cosillas sobre el estreno del 59 SEGUNDOS (empezamos pronto...) Habrá novedades tambien para los internautas. Un beso enorme...

Telebecario 09 y unas fotos

Hola a todos...

Ya estamos trabajando intensamente en los Telediarios de este fin de semana. Os dejo algo que tenía previsto publicar hace un par de semanas aunque no pudo ser por algunos inconvenientes técnicos, el "Telebecario 09", la prueba final de los becarios y becarias que pasaron este verano por aquí. Una curiosidad que espero os guste. Os dejo también las primera fotos que nos hicimos hace poco con el nuevo miembro del equipo del finde, la gran María Escario, que se une ante las cámaras a Cantero&Casado. Estuvo con nosotros otro grande, Alejandro Valverde, que nada más ganar la Vuelta se vino con nosotros al Tedé.

Muy pronto colgaré un video-blog de Informe Semanal, os enseñaré algunos de los entresijos del programa. Un abrazo, hasta pronto...

Las fotos son de nuestro fotógrafo de lujo, el compañero Fernando del Valle.


Escario&Cantero&Casado de uniforme después del Tedé.


Estuvo con nosotros en directo, en el Telediario, Alejandro Valverde, flamante campeón de la Vuelta a España 09... aunque la Casado (que sigue sin saber montar en bici) consiguió arrebatarle el maillot oro, toda una proeza. En la foto, de izquierda a derecha, Alfredo Jimenez y Nico de Vicente de la redacción de deportes, la ganadora virtual de la Vuelta, Maria Casado, Alejandro Valverde el verdadero campeón, María Escario y un servidor, un tanto descamisado tras terminar el Telediario.

Casado&Cantero&Escario de paisano antes del Tedé.


El Telebecario 09


"Amar a un ángel" (relato para el final de un verano)

Amar a un ángel






"Hará cosa de un año que se fue. Desde entonces escribo estos patéticos adioses, como escribe el viento trémulos mensajes en las hojas vencidas a su paso. Hará cosa de un año, en una noche tímida y templada, me estrechó en un te quiero tembloroso. ¡Fue tan dulce escuchar ese susurro de sus labios! Hace ya tanto de eso. No se donde está, siquiera si fue cierto que fue cierto que estuvo…

Se marchó. Mientras se alejaba, una a una, cayeron todas las cuentas de un rosario de dichas apenas vividas en días extraños, furtivos y felices. No se donde está. No se donde quedé yo, ni por donde ando desde entonces, hará un año ya. No, no se nada de ella. Amar a un ángel tiene esas cosas, también tiene consecuencias terrenales, dolores de aquí, rasguños ciertos, que se sienten y se infectan. Amar a un ángel y dejarle que te ame, tiene largas consecuencias.

Al marchar dejó retales blancos y azules en el aire, velos añil velando mi mirada, lagrimas lentísimas que arañaban, peces negros nadando veloces por el cielo, brillos en las sombras y sombras en los brillos. No se siquiera si fue cierto. Hará un año de todo eso, de los velos y las lágrimas y los peces y las sombras y las cuentas perdidas…

Pasó por aquí, estuvo a mi lado, fue real, dejó el aroma de las plumas de sus alas en el umbral de mi puerta, en la pálida transparencia de los visillos que rozaron, en las sábanas blancas que quedaron domadas a su antojo, retorcidas, en las almohadas y las yemas de mis dedos y en mis labios.

No se donde está ni cuanto hace que deje de saberlo, hará al menos un año. Desde ese día, cada noche, los grillos grillan todos al unísono, torturándome, ensordeciéndome, desvelándome…

Aun a veces me pregunto por qué malgastó el oro de su amor conmigo, ¿cómo llegué a conseguirlo?

Pasó por mí como marea y solo quedó la sal de su oleaje. Solo la sal y la nada, espuma de nada…

Aun me pregunto si en verdad me dejó que la peinara, y que la llamara por su nombre, o la renombrara en amorosas palabras. Aun me pregunto si en verdad llegué a domar el candoroso anhelo de mis manos a lo largo de sus piernas y su espalda. Me pregunto tantas cosas desde entonces….

Habrá pasado un año, o tal vez más.

Duró poco. Es cierto. Apenas compartimos un breve resplandor, un fogonazo, un bienaventurado centelleo, nada más. Apenas un segundo que bien valió la vida perdida en esos días, la vida conseguida. Yo la amé y ella tal vez lo hizo. Creo que una vez lo susurró muy cerca de mis ojos… hará un año de eso.

Nos derretimos en un lago de lava helada, bajo una cascada de fuego impotente, a la luz de una llama desprendida, que se consumió veloz en su tenue indolencia. Hará un año. No estoy seguro, no llevo la cuenta del dolor. Tampoco sé cuanto durará esta silenciosa y molesta añoranza, esta mordaza de turbadora desdicha.

Llegó a abrazarme, y a tirar de mí, me llevó de su mano a través de un cielo en el que no titilaban las estrellas. Negro y bello. Luego, descendimos como luz y despertamos deslumbrados, ciegos.

En el penúltimo amanecer se enhebró en mí por última vez. Me atravesó de placer como daga de afilada sonrisa. Y lloré arrodillado, deshecho, humillado ante ella, mientras derrochaba añosas penas en el fondo de su vientre.

Hará cosa de un año de todo eso, hará un año que se derramó su alma alada, que no sé nada de ella. Desde entonces escribo este largo y patético adiós, como si a los ángeles se les pudiera escribir cosas así. Como escribe el viento angustiados mensajes en las hojas que no consigue derrotar".

David Cantero

LRO

“Las cámaras de la sonda LRO (Lunar Reconnaissance Orbiter), han obtenido y enviado las primeras imágenes nítidas de 5 de los 6 lugares de alunizaje de las misiones Apollo, la 11, 14, 15, 16 y 17. Quedan por fotografiar los restos de la misión Apollo 12. Esta sonda, que entró en órbita lunar el pasado 23 de junio, aún no ha alcanzado su posición final sobre nuestro satélite, descenderá hasta una órbita más baja y cercana a la superficie lunar, por lo que en las próximas semanas tomará y enviará otras excelentes fotografías, con mejor y mayor resolución”.

Creer o no creer, esa es la cuestión, ¿no?…

En los dioses, o en las hadas, o en los duendes, se cree o no se cree, se puede creer o no creer, el dogma en estos casos es una opción. Pero esa forma de “creer”, en mi opinión, no vale para las cuestiones científicas.

En cualquier caso me sorprende lo que le gusta a tanta gente creer (o no creer), así, de forma irracional, sin más reflexión o indagación, sin pensar mucho más en el asunto, como se decide que color nos gusta más o menos.

Se puede creer en casi cualquier cosa, por peregrina que sea, hasta en lo más increíble. Pero ¡cuánto les cuesta a muchos creer en las evidencias que nos proporciona la ciencia!

La inteligencia puede conducirnos al escepticismo, a la duda que puede y debe ser investigada, tal vez aclarada. La ignorancia puede incitar a mantener las convicciones más absolutistas, por inconcebibles que sean, conducirnos a la negación, al autoengaño y, al fin, al desengaño.

Se produce un fenómeno, para mí, inconcebible en torno a casi todo lo relacionado con la carrera espacial y la conquista del espacio, en general alrededor de todo aquello que indujo al ser humano a desear volar y conseguirlo, cerca o lejos de la Tierra.

Creo que pocas etapas de la historia de la humanidad están tan profusamente documentadas, fotografiadas y filmadas, tan fielmente explicadas, tan meticulosamente detalladas como la de la carrera espacial. Desde el final de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, todo es historia. Desde la entrada en escena de Wernher Von Braun (padre de los primeros misiles balísticos y del programa espacial de la NASA), hasta el actual director de la agencia espacial estadounidense, Charles Bolden (el primer afroamericano que ocupa ese cargo, un apreciado astronauta, comandante de los transbordadores espaciales), todo es pura historia, historia de la humanidad, que se puede ver, oír y leer, casi oler y palpar.

Pero da igual. Nada de esto sirve a los “luna-escépticos”, prefieren “no creer” a historiadores y científicos, y sí dar crédito a las demenciales teorías que intentan negar lo innegable. Eligieron no creer, del mismo modo que uno puede elegir no creer en lo paranormal, en las hadas, en los duendes, en las sirenas o en los dioses.

No es ciencia ficción, es historia de la ciencia, ciencia pura, puro esfuerzo, absoluta inteligencia aplicada a superar retos de aspecto imposible. Las mentes, los ojos y las manos de cientos de miles de personas trabajando durante muchos años y al unísono con un solo objetivo. Empujando todos a la vez en el mismo sentido y gastando millones y millones de dólares para alcanzar una meta de apariencia inalcanzable: navegar por el espacio, llevar seres humanos a la Luna (que está “aquí al lado”, a algo más de trescientos mil kilómetros) y quien sabe si algún día mucho más allá…

Pero no. No se lo creen, siguen sin creer, del mismo modo en que podrían haber elegido no creer en las gestas de Aníbal o Marco Polo, en las travesías y logros de Colón, Pizarro, Hernán Cortés o Magallanes, Charles Lindbergh o Amelia Earhart, en Buda, Cristo o Mahoma, en Leonardo da Vinci, Antoni Gaudí o Gustave Eiffel, en Miró, Cézanne o Picasso.

También hay quien niega el holocausto, a pesar de todas las macabras evidencias que dejó el nazismo, de todas las imágenes terribles, de todo lo escrito en millones de páginas de horror…

Hace unas semanas, durante mi participación en el programa especial en el que se conmemoró el 40º aniversario de la llegada del hombre a la luna , tal vez algunos pudisteis verlo, me dirigí en un momento dado a un grupo de ¡jóvenes! “luna-escépticos” que estaban justo detrás de mí, en las gradas del plató. ¡Oh la ignorancia!, ¡es tan osada!...

Ante su incrédula postura, y sin mucho tiempo para exponer los miles de argumentos irrefutables que existen (y algunos conozco), les aseguré que pronto, muy pronto, en unos meses como mucho, empezaríamos a recibir las imágenes de una sonda, la LRO , Lunar Reconnaissance Orbiter / Orbitador de Reconocimiento Lunar, que posiblemente pondrían coto a la simpleza humana, al menos en ese sentido.

Acababan de responder a la pregunta de Jesús Hermida acerca de si creían o no que el hombre había estado en la Luna. La mayoría de ellos, a coro, entre risitas, respondieron un sonoro NOOOO. ¡No lo creían! Yo si que no podía creerlo, y no eran ancianitos impresionados y confundidos ante lo ignoto.

No creen que 18 seres humanos viajaron hasta nuestro satélite y regresaron a la Tierra sanos y salvos, (27 hombres si contamos las tripulaciones de los Apollo 8, 10 y 13, que llegaron hasta allí y orbitaron alrededor de la Luna aunque no descendieran sobre su superficie).

12 de esos astronautas sí lo hicieron, alunizaron allí, pisaron la magnífica desolación de polvo y ceniza que cubre nuestro satélite natural, pasearon por ella. No recuerdo bien como me dirigí a ellos y ellas, pero si recuerdo que tuve que morderme la lengua y contener mi irritación ante tan osada ingenuidad, puro desconocimiento.

Puedo entender que personas de generaciones anteriores, que no han tenido acceso a toda la información que ellos tienen a solo un "clic" de distancia, pudieran tener dudas, pudieran no creer. Pero estos chicos y chicas no pasaban de los treinta: ¡qué horror!

Tal vez sean la prueba de que es mucho más sencillo permanecer sumergidos hasta el cuello en la ignorancia, incluso alardeando de ello sin ningún pudor. Parece ser que es más fácil no creer que documentarse, informarse e indagar. Parece ser que es más cómodo creer en absurdas teorías conspiratorias, tragarse sin rechistar todas esas majaderías irreverentes de rápido y fácil consumo.

No recuerdo bien lo que les dije pero sí lo que pretendía decirles:

“No temáis que muy pronto, la LRO, que es una sonda que la NASA ha puesto en órbita alrededor de la Luna (fue lanzada el pasado 18 de junio desde Cabo Cañaveral), empezará a mandar las fotos que hasta ahora nunca se han podido hacer. Ni siquiera el telescopio Hubble tenía esa capacidad. La Luna está muy lejos y es muy grande y los restos que dejaron allí las misiones muy pequeñitos en esa inmensidad. Llegarán fotos detalladas de la superficie lunar en las que se apreciarán esos restos de las misiones Apollo, las toneladas de material que quedaron allí en seis lugares distintos y que pondrán en evidencia vuestra incredulidad y vuestra supina ignorancia”.

Pues bien, el momento ha llegado. ¡YA ESTÁN AQUÍ!


Las fotos de la LRO
han ido llegando a la Tierra durante el mes de junio, julio y agosto. Y llegarán más y mucho más precisas, para poner aun más en evidencia la inútil sandez de algunos de los habitantes de este planeta, que resisten dispuestos a creer en cualquier cosa menos que el ser humano llegó a pisar la Luna...

Muy probablemente, tampoco sirva de nada todo esto. Dirán que las fotos están trucadas, que no se ve claro, que no se ve nada. Inventarán nuevas y patéticas especulaciones al respecto. Tal vez nada pueda convencer a aquellos que están empeñados en creer ridículos argumentos que no demuestran nada, mientras pretenden demostrar (sin una sola prueba real) que todo fue un “montaje” de la NASA.

Llegados a este punto, seguro que alguien estará pensando en ese documental francés sobre la conspiración lunar “Operación Luna” , (Opération Lune, de William Karen, coproducido por Point du Jour y ARTE France), y habrá que recordar por enésima vez que se trataba de un documental/broma perfectamente urdido como admitió el propio director, William Karen. Un inteligente guión satírico , como queda claro al final del documental, cuando vemos las tomas falsas de los participantes, en las que se les ve leyendo sus textos entre risas, bromas y equívocos.

El caso es que las imágenes ya están aquí. En ellas se ven por primera vez los lugares de aterrizaje de las misiones Apollo 11, 14, 15, 16 y 17. En esta primera serie de imágenes falta el Apolo 12, que será fotografiado en las próximas semanas.


Aun no tienen toda la calidad que las cámaras de la LRO pueden proporcionar. La sonda aún tiene que alcanzar una órbita más baja, con lo que enviará nuevas imágenes con el doble o el triple de resolución que las actuales. No habrá que esperar mucho.

Aún así en estas increíbles imágenes ya se puede apreciar la alargada sombra de la base del Eagle, de la misión Apolo 11. También lo que quedó del módulo lunar Antares, el del Apolo 14, incluso las trazas dejadas por los astronautas y los vehículos que se utilizaron en varias misiones para recorrer unos kilómetros por la superficie de la Luna.

El equipo a cargo de la misión LRO también esperaba con ansiedad cada imagen, no solo por el valor histórico de las mismas, también por su valor científico y por ver si las cámaras funcionaban y comprobar su capacidad de enfoque.

Conseguir estas imágenes no es el principal objetivo de esta misión, ni mucho menos. No hay nada que probar, está todo más que demostrado. Pero son bellos recuerdos de pasadas exploraciones, evidencias de que un día estuvimos allí, por increíble que pueda parecer a algunos.

El principal objetivo de LRO es estudiar los polos lunares, bastante desconocidos hasta ahora, obtener todo tipo de datos útiles para futuras misiones, y determinar lugares seguros para el alunizaje de futuros exploradores.

Observar los restos de los logros de los Apollo debería impulsar la exploración lunar, algo que la NASA pretende en las próximas décadas si la economía lo permite, algo que parece muy complicado de momento.

Las fotos que nos llegan desde la LRO, nos recuerdan historias que sucedieron allá arriba. Por ejemplo, cuando el 6 de febrero de 1971, los astronautas Alan Shepard y Edgard Mitchell vivieron momentos muy difíciles en la misión Apollo 14. Anduvieron bastante desorientados en la Luna en su intento por llegar hasta el borde de un cráter que se encontraba, según sus cálculos, a cerca de un kilómetro y medio del Antares, el módulo de aterrizaje. Tuvieron que desistir pues se quedaban sin oxígeno y sin energía.

Sucedió durante la segunda salida extravehicular (EVA) de la misión. Los dos, comandante y piloto, durante 4 horas, 34 minutos y 41 segundos, estuvieron recorriendo el desolado paisaje de Fra Mauro (el destino original de alunizaje para la fracasada misión Apollo 13). Ahora, las imágenes de la misión LRO acaban de revelar lo cerca que estuvieron de ese cráter, sin saberlo, lo cerca que estuvieron de conseguir llegar hasta la embocadura.

La misión LRO pretende fotografiar toda la superficie de nuestro satélite para trazar detallados mapas de la Luna, tal vez ubicar recursos clave para futuras misiones. Proporcionará las imágenes con más alta resolución (alrededor de 50 cm/pixel) de cuantas se hayan obtenido hasta ahora. Los ingenieros de la NASA podrán ver rocas de 60 centímetros de diámetro, lo que permitirá evaluar el terreno para futuros sitios de alunizaje e intentar minimizar posibles riesgos. La sonda LRO también pretende evaluar los daños que provoca la radiación en los seres humanos.


El Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA, entre los días 11 y 15 de julio, ya había tomado imágenes de cinco de los seis lugares en los que aterrizaron las misiones Apolo, incluso unos días antes del cuadragésimo aniversario de la misión Apolo 11, aunque entonces apenas se hablara de ello.

Más información en la web de la NASA y más imágenes en el sitio oficial de la LRO

Y para cerrar este “tochazo” de post-lunar, una frase de Wernher Von Braun:

"En la NASA a menudo nos preguntaban cuál fue la verdadera razón de la asombrosa cadena de éxitos que tuvimos con nuestros vuelos Apollo a la Luna. Creo que la única respuesta honesta que podíamos dar era que tratamos de no pasar por alto nada. En ese mismo sentido de honestidad científica, apoyo que en las clases de ciencia se presenten teorías que son alternativas respecto al origen del universo, la vida y el hombre. Sería un error pasar por alto la posibilidad de que el universo haya sido planeado en vez de haber surgido por casualidad”.

Tal vez nada sea casual, tampoco el empeño de algunos en difundir patrañas que intentan tirar por Tierra la que tal vez sea la mayor y más arriesgada hazaña jamás lograda por el ser humano.

Música terapéutica para el primer día de trabajo...

Es temprano y Madrid no parece Madrid. No hay coches, no hay gente... sólo un aire fresco reconfortante, casi impensable en pleno asfixiante mes de agosto. Llego a Torrespaña con la mochila llena de todo el cariño de mi gente y pensando que hace nada estaba cerca del mar. Todo empieza y todo acaba. Es la vida. Pero lo disfruté. Vuelvo renovada de energías y espero compartir muchas alegrías este año con vosotros: en el TD, en el 59 o donde sea. Así que me encantaría contagiaros un poco de optimismo, todo el cariño que me llega y muchas sonrisas guardadas. Para empezar el curso: una canción de esas que se enganchan y no hay manera de dejar de tararearla... Os aviso! Hoy que empieza el trabajo me resulta algo terapéutica... Se os quiere. Muuuuuuuuuuaaaaaaaaa

Emilio Morenatti

Conocí a Emilio Morenatti hace muchos años, cuando los dos trabajábamos en Andalucía, cuando yo aun era uno más de sus colegas, un reportero gráfico más. Hablábamos con frecuencia entonces de nuestros sueños, de nuestras ansias de recorrer mundo, de ver, vivir y fotografiar de cerca lo peor, de viajar a los lugares más arriesgados y conflictivos.

Yo tuve la suerte de saborear algunas porciones de aventura, riesgo y contiendas, luego me aparté de la profesión después de 15 años viendo la vida a través del visor. Pero Él, y lo pongo con mayúsculas de forma deliberada, realmente se dedicó en cuerpo y alma al reporterismo, al foto-periodismo, a vivir y a contar en imágenes (¡las mejores imágenes!) lo que sucedía en algunos de los lugares más complicados y peligrosos del Mundo. Ese era su deseo, ese era su sueño, ¡y vaya si lo ha conseguido!



Ya entonces, antes de ir en busca de esos lejanos territorios de muerte y miseria, era uno de los mejores fotógrafos, bueno ¡de verdad! Su habilidad para buscar el mejor lugar para disparar y conseguir el mejor encuadre, su olfato periodístico, su meticulosidad, su dedicación, hacía presagiar que sería uno de los grandes. Daba igual que disparara su cámara una tarde en La Maestranza, en un pabellón de la Expo, en una manifestación, en una procesión, en una marcha de jornaleros, o en una simple rueda de prensa. Sus fotos, sus encuadres y composiciones, siempre tenían algo especial. Y él lo vivía siempre, cada instantánea, como si fuera la definitiva.



Pero lo que hace grande a Emilio, por lo que le conozco, por lo que recuerdo y sé de él, es su enorme humildad, su manera de ser, de hacer y vivir, su compañerismo, su humanidad, su simpatía. Parece que Emilio sigue siendo Emilio, aunque sus fotos y su rostro aparezcan en las portadas de todos los medios de este planeta. Y él sigue queriendo pasar inadvertido, y no ser héroe de nada, y no ser entrevistado ni fotografiado, y sigue quitándole hierro a cualquier asunto que le otorgue un protagonismo que merece sin duda, y sigue queriendo no salir en las portadas y los titulares, ni en la foto. Él solo quiere hacerlas, seguir disparando, seguir denunciando con sus cámaras los mil millones de injusticias que hacen de este maravilloso mundo un lugar detestable.

Para Emilio lo importante no es él, no es la notoriedad que pueda otorgarle su forma de trabajar y vivir peligrosamente, no son los sucesos que le han tocado en primera persona y le han convertido en noticia. Lo importante para Emilio es pasar desapercibido y vivir intensamente haciendo fotos, siempre fotos. Y su pareja, y su familia, y sus amigos, y su tierra…

Estoy seguro de que cuando un día hable con él me dirá: “pero “pisha” ¡cuanto tiempo sin vernos!, cuéntame…”. Y no querrá hablar mucho de él, de los impresionantes acontecimientos que ha captado y sufrido en los últimos años, de los centenares de aventuras que habrá vivido, de las miles de situaciones insólitas que habrá visto. No, seguro que querrá que le cuente que extraños acontecimientos me llevaron a mí a dejar la profesión y pasarme “al otro lado”…

Y no reiremos un rato tomando unas cañas, contándonos y recordando. Tal vez.



Me inquietó mucho la suerte que pudiera correr cuando estuvo secuestrado, y me ha inquietado mucho saber que había sido víctima de un atentado en Afganistán. Pero algo me decía que también esta vez le acompañaría su buena fortuna, ese ángel que parece acompañarle allá a donde vaya, allá donde esté.

Emilio Morenatti es un gran fotógrafo, uno de los mejores del mundo, una gran persona, un tipo honesto, humilde y con mucha, mucha, mucha suerte.

Ha perdido un pié, pero bien podía haber perdido la vida. Él sabrá superar lo ocurrido y volverá al tajo con muletas, con una prótesis o en patinete si hace falta, pero volverá. Seguirá haciendo maravillosas fotografías que removerán nuestras entrañas y nos dejarán sin palabras… Porque una de sus imágenes vale mucho más que ciento cincuenta mil palabras…

¡Ánimo Emilio! ¡Y un abrazote enorme!


¡¡QUE DECÍA YO!!, PUES ESO, QUE EMILIO MORENATTI ES UNA PERSONA EXTRAORDINARIA CAPAZ DE SUPERAR LO QUE LE ECHEN... SOLO UNOS MESES DESPUÉS YA CORRE POR AHÍ SIN DEJAR DE SONREIR. ¡¡QUE ALEGRÍA!!

Agosto, lienzos, palabras, música...

En cierto modo es cierto, como se apunta en un comentario del anterior post, que esto del blog, al menos a mí, llegó a saturarme. Demasiados asuntos que atender, demasiadas cosas que abarcar, tal vez.

Tras un año de blog, la sensación era esa: saturación. Propia y posiblemente ajena. La experiencia ha sido y es positiva, claro, de lo contrario no hubiera vuelto a entrar aquí, pero esto de actualizar con frecuencia puede resultar fatigoso, sobre todo si uno pretende hacerlo sin caer en la estupidez, incluso en lo grotesco.

Para no saturar ni saturarme, procuraré no prometer demasiado. (¡Se hará lo que se pueda, maestro! – que dijo la lamparita al sol del atardecer).

Esto, supongo, seguirá siendo lo que fue, un espacio insólito y sin pretensiones en el que cabrán muchas cosas diferentes. También la pausa, el silencio, la ausencia, incluso la nada…

Pero he de ser agradecido con esas personas que aquí me suelen demostrar su admiración y su afecto, algo que sigue sorprendiéndome. Para vosotros un post de agosto “saturado”. Si os apetece, os invito esta tarde a mirar unos lienzos y a escuchar algo de música mientras leéis las palabras que forman un relato.

Espero que os gusten…

Mirando hacia otra parte.

Detalle de un pueblo costero.

La dama que lleva el timón.

Bolonia, mi máxima alegría.

Y algo de música para leer lo que viene justo debajo...



El dictamen

"Fue un momento dantesco para él. Tal vez pueda parecer una exageración emplear esa palabra, pero no lo es. Llegar hasta allí le había costado tanto, ¡tantísimo! Tardó en atreverse a rasgar el discreto sobre que contenía los resultados de la prueba.

Desde el preciso instante en que decidió enviar las muestras, empezó a temer el momento que, por fin, dos semanas después, había llegado. No recordaba cuándo le abordó ese imprevisto afán por saber, cuándo le asaltó la primera duda acerca de su verdadera paternidad.

El informe aseveraba que el niño no era hijo suyo, aunque también advertía que el análisis no era fiable al cien por cien. Él asumió el dictamen como seguro. Nunca llegó a desearlo, por nada quería ser padre, que existiera la posibilidad de sufrir por ello. Pero cuando llegó al mundo y lo tuvo en sus brazos, su aprensión cedió y todas sus reticencias se desmoronaron.

Amó a ese niño de inmediato y sin medida, como sólo se ama a los hijos. Siempre, para siempre. Pero ante lo que le pareció una tragicómica evidencia, todos los momentos vividos con su madre, con él, por él, por ellos, buenos y malos, se mezclaron en su mente convirtiéndola en un pastiche infecto, incomprensible. Intentó recapacitar, pensar con cierta lucidez, sin demasiada afección, sin dramatismo.

No sentía la furia previsible en el cornudo, siquiera un desasosiego demasiado insoportable. No era odio o rencor lo que experimentaba ante la inmensa patraña urdida por aquella mujer. Al conocer la verdad, se vació, así de simple. Evacuó su alma convertida en diarrea. Su espíritu giró en un sucio sumidero hasta desaparecer, hasta perderse en un inmundo retrete salpicado de mierda.

¿Qué hacer ante semejante evidencia? Tal vez fingir no saberlo, no saber nada. Continuar con la farsa que aquella pérfida hembra había impuesto a sus vidas. ¿Quién sería el verdadero padre? ¿Qué hacer? Daba igual lo que dijera aquel papel redactado con prudencia, enviado con discreción. No podía creerlo. En el pequeño se adivinaban parecidos inequívocos, intentó convencerse aún. Todos aseguraban que tenía sus mismos ojos, la misma mirada de su padre. Se parecían. Dudó sin dudar.

Bien saben los humanos afanarse en las ilusiones, hacerlas parecer ciertas a fuerza de aludirlas o eludirlas, pensó, apuntarse a los engaños conscientes o inconscientes de ellos. No era un imbécil, sabía que los análisis de parentesco no eran infalibles, pero también que raramente erraban. Ojeó otra vez la escueta carta y desesperó de nuevo...

“…el informe no podrá ser utilizado ante los Tribunales de Justicia, en procedimientos civiles o penales, siendo imprescindible la autorización de la madre del menor para que la prueba realizada, siempre con el consentimiento previo, tenga capacidad probatoria…”

Sintió náuseas y repugnancia de sí mismo, de su actuación, más que de la de ella. No tenía la más mínima intención de acudir a ningún tribunal, ni probar nada ante nadie, si quiera ante sí mismo.

¿Por qué había hecho aquello? ¿Para qué saber aquello? ¿Para qué inflar hasta ese punto el globo de las dudas? Sus vacilaciones le habían estallado en plena cara dejándole aturdido, ridículo. El resultado de la pesquisa no tenía ningún sentido a esas alturas. Una vez alcanzada la certidumbre, maldijo tener que digerirla, haberla deseado alguna vez, haberla conseguido. Aún a su pesar, a pesar de sus pocas ganas de ser padre, mucho antes de que naciera ya sintió que lo amaba, como si por sus venas corriera su propia sangre. De forma clara. ¿Y qué importaba eso? Todos los hijos son solo uno, son siempre el mismo, nazca en un solo cuerpecillo o repartido en varios. Aquel era su hijo aunque no fuera suyo, aunque su sangre fuera otra.

Y seguiría amándolo, ¿cómo evitarlo? De abandonarlo intuía que sufriría por él, por su ausencia, hasta lo indecible. La mala idea pasó fugaz por su mente, frunciéndole alguna víscera, plegándole el nacimiento del alma.

Recordó que el niño saldría del colegio en apenas un par de horas. Estaba demasiado perturbado para ir a recogerle. ¿Cómo mirarle a los ojos esta vez? ¿Cómo sonreírle? ¿Cómo abrazarle sin delatar su tremenda zozobra? Llamó a la madre. No empleó muchas palabras. Sin dar lugar a la réplica, le aseguró que no podría ir por el pequeño a la salida de la escuela, que era completamente imposible, que debía ir ella, o llamar y avisar para que lo metieran en la ruta. No ofreció más explicaciones, el comunicado fue tajante, las palabras ásperas. La madre, aturdida, indignada, intentó eludir la imposición, el imprevisto mandato. Tenía mucho trabajo por hacer, quiso explicarle, no llegaría a tiempo, pero no pudo acabar la frase…

Él colgó y dejó descolgado el auricular. Luego, despacio, muy despacio, metió en una maleta lo imprescindible y sin mirar atrás salió de la que ya no podía considerar su casa. Sintió que allí dentro quedaba encerrada una existencia corta, ficticia, anómala, grotesca, que ya no le pertenecía en modo alguno. Punzó su corazón un dolor extraño, un inclemente deseo de partir, de acabar de una vez por todas con todo.

No podría dejar, así por las buenas, de ser padre del pequeño, pero tampoco obviar lo sucedido y seguir siéndolo. Al cerrar la puerta, supo que dejaba atrás a la mujer que un día creyó amar y a un hijo que, a pesar de los dictámenes, seguiría sintiendo suyo eternamente. Al que añoraría y querría de forma definitiva, incluso más allá de la muerte...".

David Cantero

De nuevo aquí...

Acabó el tiempo de la desconexión. Vuelvo a casa, vuelvo a la información, ahora en la segunda edición del Telediario, a las 9 de la noche, de lunes a viernes.

Sustituyo a Lorenzo Milá…, hummm, pero Lorenzo ya se ha despedido. Es raro esto, ¿no? "¡Nos vemos en Washington...!" - nos dijo el otro día con elegancia, con cierta nostalgia, con algo de incertidumbre y seguro que con renovada ilusión por la aventura que emprende. Lorenzo es grande al frente de un Telediario y lo será (de nuevo) al frente de una corresponsalía. ¡Mucha suerte! Nos veremos, claro que nos veremos, y le daremos paso para que nos cuente lo que sucede por allí. Eso también será muy extraño...

No se a quien sustituyo este verano. ¿A Pepa Bueno? No, todavía no, Pepa llegará en septiembre, en ese precioso mes lleno de comienzos y asombros. ¡Buena fortuna! también para ella.

Tal vez me sustituyo a mi mismo que aun, de algún modo, sigo por ahí saltando de playa en playa, de ola en ola, como un niño gozando del gozoso verano...

En cualquier caso será un placer, como siempre, volver a estar a vuestra disposición a diario. La desconexión ha sido enorme, he pasado unos preciosos días de gran evasión, de hacerlo todo y de no hacer nada, de disfrutar del tiempo y de los míos sin medida.

Toca regresar, contar de nuevo lo que ocurre a los telespectadores de La 1 de TVE... y es magnífico poder hacerlo.

Os espero en casa... ¡Nos vemos en los Telediarios!


Los presentadores del TD


Son los rostros del Telediario, lo primero que ves al encender la TV.
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