2 posts de febrero 2010

"Soy padre, dicen ellos"

“Amar, que palabra tan sencilla trazamos para pretender describir emociones tan complejas. ¿Nunca se han parado a pensarlo? Los seres humanos sentimos e inspiramos amor, por inexplicable que esto pueda parecer si se reflexiona un poco al respecto. ¡Qué insólitas bestias somos! Experimentar tales sentimientos es algo en verdad inconmensurable. Algo innato, eso parece. Algo inevitable, algo realmente grandioso que pervierten las obsesiones, el insano afán de la posesión, la perversa idolatría, el egoísmo… Justo al otro lado de éste, del amor, y del odio, en la oculta orilla de lo más insondable, allí se encuentra el mejor Amor, el más noble y magnánimo. Quizá lo hayan sentido ya. De entre todos los posibles destinos del amor, entre todas las posibles formas de amar, hay uno que eclipsa cualquier otra perspectiva: el Amor por nuestros hijos…”.

Estas palabras son solo parte de un texto que he escrito para un libro que hoy recomiendo desde aquí: "Soy padre, dicen ellos - La paternidad sin complejos" de Sara Fontacaba y Beatriz Galán, (Plataforma Editorial).

Una generosa experiencia editorial anterior, "Cinco madres, cinco historias" firmada también por Sara y Beatriz, las autoras de "Soy padre..." , junto a Rosa Hernández, Daniela Kähler y Montse Vilà, ya fue todo un éxito , que todos los que hemos participado en esta nueva aventura solidaria esperamos se repita.

"Soy padre, dicen ellos", recoge el testimonio de 36 papás solidarios y enamorados de sus hijos, que tal vez sean el reflejo del nuevo papel que el hombre debería tener en la sociedad. Los beneficios de esta obra irán destinados, de forma íntegra, a una buenísima causa solidaria, a un hogar de niños y niñas abandonados: Amantaní. Una asociación que trabaja desde 1997 en Cusco, Perú , en defensa de los derechos e intereses de algunos de los pequeños más necesitados y desprotegidos de ese país.

El libro se presentará el martes 16 de marzo en Barcelona. Una página web, www.soypadre.net estará operativa en unos días y hay también un grupo en Facebook que ya funciona

"¿Qué tienen en común Jordi Cadena, David Cantero, Xavi Díaz, Josep Antoni Duran i Lleida, Jorge Fernández, Xavier Graset, Albert Llovera, Lluís Marco, Óscar Martínez, Gabriel Masfurroll, Quim Morales, Fernando Morientes, Ramon Pellicer, Màrius Serra, Carlos Sobera… y hasta veinte nombres más? Las páginas de este libro revelan la respuesta…"

Y aquí dejo un curioso enlace, para echar unas risas que nunca vienen mal... "La fin del mundo", un sketch de la genial tropa de "Muchachada Nui", con el "cameo" más surrealista que se pueda imaginar.

Emulando a Tootsie

Imagino que muchos lo saben, que muchos lo habrán visto. Recientemente he aparecido en la portada de un prestigioso suplemento dominical vestido de mujer, de "mujer policía" para más señas. ¡Menudo revuelo!, ¡qué vergüenza he pasado! Pero, intento consolar mi maltrecho pudor, el fondo del asunto encerraba una buena causa.

Me ha sorprendido hasta que punto puede llegar a impactar que, de forma absolutamente excepcional, un hombre se travista. Aunque sea por carnaval y con el pretexto de denunciar las injusticias y desigualdades que aun sufren tantas mujeres.

Lo sé, soy muy poco agraciada como fémina. No soy lo que se dice una "chica de portada" al uso. Imaginaba que la fotografía daría que hablar, que arrancaría más de una sonrisa, incluso alguna carcajada. Pero también supuse que cualquier persona, más o menos sensible e inteligente, se daría cuenta de inmediato de que se trataba de un guiño cómico, de una pose patosa y bromista, que solo pretendía llamar la atención sobre el contenido del artículo que ilustraba y de las entrevistas que contenía.

Tanto yo como mis compañeros de "mascarada" ante el objetivo del gran fotógrafo Chema Conesa, dejamos muy clara en esas páginas nuestra postura respecto a la mujer y acerca de lo que pensamos impulsa a los hombres, de tanto en tanto, a disfrazarse de féminas. De eso se trataba.

El asunto, creo, no tiene más trascendencia, o no debería tenerla. Ni por asomo he pensado que mi credibilidad como comunicador o mi rigurosidad a la hora de informar, pudieran verse cuestionadas en lo más mínimo. Creo que esas cualidades, que para muchos poseo, no deberían quedar en tela de juicio. Eso espero...

Soy una persona extremadamente seria, comedida, discreta y bastante tímida, lo saben bien los que me conocen, mis amistades y compañeros. También deben suponerlo o intuirlo los millones de personas que, desde hace ya muchos años, me ven y me siguen en los Telediarios. Tengo además, bien lo saben los que tratan conmigo, un exacerbado sentido del ridículo.

Estos dos extremos, mi seriedad y mi facilidad para azorarme, creo otorgan cierto valor a este bienintencionado gesto de travestismo, a esta cándida bufonada, a este inocente acto público de "desvergüenza" que ha puesto a prueba los cortos límites de mi pudoroso espíritu.

Es una llamada de atención carnavalesca, nada más. ¿Es oportuno que un periodista se preste a este juego? Imagino que tanto como que lo haga un cocinero, un actor, un futbolista, un economista, un cirujano, un diseñador de moda, un arquitecto o un político. En este caso, como en tantos otros, la popularidad, unida a la insólita imagen que proporciona el disfraz, son el reclamo. El verdadero sentido del asunto está en las palabras que hay detrás de las imágenes, por ridículas que estas puedan parecer.

Voy a colgar aquí, un poco más abajo, la entrevista completa que me hizo la compañera del suplemento dominical, tal vez así quede aun más claro cual era el verdadero sentido de someterse a semejante prueba. Les aseguro que no es sencillo aceptar el reto de salir así, con semejantes pintas, en una revista de gran tirada, y estar expuesto a las miradas, al "cachondeíto" y las opiniones de miles de personas.

Si el hecho de travestirme de mujer ha servido para algo, habrá valido la pena la sensación de ridículo que, de forma inevitable, me ha embargado. No intento justificarme, créanme. En cualquier caso, mis disculpas si en algún momento mi "patética" imagen ha podido ofender o herir alguna sensibilidad. Espero puedan olvidarlo. Yo lo superaré. Por fortuna tengo la enorme virtud de saber reírme de mi mismo, cada día. En ello estoy todavía, porque ¡mira con que pintas me han sacado!, ¡ay!...




1) ¿ Se ha disfrazado alguna vez de mujer?

No muchas, un par de veces, que recuerde una siendo un niño y otra de jovencito.

2) ¿ Porqué cree que los hombres se disfrazan más habitualmente de mujeres, que las mujeres de hombre?

Por que en el fondo, detrás de la prepotencia de los machos se esconde una enorme envidia hacia las féminas. Hay algo en todos nosotros de mujeres frustradas. Unos lo llevan mejor y otros mucho peor. Tras las mujeres se esconden fuerzas, habilidades y bellezas que envidiamos sin duda. Unos lo envidian en silencio, reconcomiéndose, otros reconociéndolo e intentando aprender de ellas. Imagino que es una tentación aproximarse a ellas travistiéndonos durante unas horas.

3) ¿ Qué cree que no puede faltar en un disfraz de mujer?

No lo se. La inteligencia, el sentido común, la prudencia, la buena educación. Imagino que las mismas cosas que en un disfraz de hombre. Muchos dirían que una falda, que el maquillaje, que unos tacones, yo no lo veo así. Tal vez lo que nunca debería faltar es la dignidad. No se disfrazarme de mujer exteriormente, sin embargo si se hacerlo por dentro. Mi lado femenino que me proporciona muchas satisfacciones en muchos aspectos de la vida. Ese reverso femíneo bien combinado con la hombría es de enorme utilidad, un seguro salvavidas. Ser solo hombre es muy triste, muy aburrido, y le aseguro que nada tiene que ver eso con la homosexualidad. Sentirlo así te hace ser una persona mucho más completa, un ser humano más respetuoso, más sensato y comprensivo.

4) La mujer, ¿ sigue siendo algo "exótico" para el hombre, que despierta curiosidad, al menos en España?

Tu pregunta puede entenderse desde una perspectiva más o menos peyorativa. Las mujeres pueden ser una exótica y excitante fuente de curiosidad en el mejor de los sentidos. Pero también puede suceder todo lo contrario, algo que suele ser la norma entre muchos machos. Por desgracia para muchos hombres las mujeres son un par de tetas y un culo, unas buenas piernas, un tanga, ahí empieza y termina el exotismo y la curiosidad para muchos.

5) ¿ Cree que falta convivencia entre ambos sexos en nuestra sociedad?

Falta buena convivencia, respeto, entendimiento, empatía, conocimiento mutuo, verdadera igualdad, esa palabra tan manida, tan usada, tan necesaria. La verdadera y buena coexistencia es una carencia que va más allá de hombres y mujeres. Vivimos en una sociedad que lentamente va olvidando el verdadero sentido de la convivencia y la tolerancia.

6) Como hombre, mantener el tipo marcadamente varonil que dictan lo cánones españoles, ¿ supone, en alguna ocasión, coartar la propia personalidad, o la expresión de sentimientos?

En mi caso no, por fortuna, NO. Me traen al fresco los cánones machistas españoles. Soy varonil, los que me conocen lo saben, y me gusta serlo, pero nada tiene eso que ver con los preceptos que los varones puedan haber impuesto como válidas. Los machos son así o asa, la mujercitas así, ¡cuanto detesto eso! Ser varonil no está reñido con la sensibilidad, con la ternura, con la sencillez, con la discreción, con la humildad, con la debilidad ni, llegado el caso, con las lágrimas. No todos los machos somos machistas, no todos somos esa especie de bestias intolerables que se supone deberíamos ser. No. Como te decía tengo la inmensa fortuna de haber sentido desde niño y con intensidad mi “lado femenino” y lejos de haberlo rechazado, he sabido aceptarlo, cultivarlo y disfrutarlo. A medida que pasan los años con mucha más certeza y de forma más viva. Mi personalidad es muy femenina, me alegra infinito que así sea, y nada me gusta más que saber expresar mis sentimientos. En fin, no solo no tengo nada que ver con ese tipo de machos, me repugnan.

7) ¿ Encuentra el molde masculino de nuestra sociedad, algo demasiado "cavernícola", o "torero", en relación a otras?

Cavernícolas, como dices, los hay en casi todas las sociedades que he tenido la oportunidad de conocer. En unas viven más en la clandestinidad, ya que realmente se ha avanzado mucho en ese sentido, y son una especie condenada al cambio o a la extinción. Por desgracia en esta sociedad nuestra tan “torera”, tan “hispánica, tan machista sin comillas, a pesar de lo mucho que ha cambiado en las últimas décadas, sigue existiendo una verdadera turba de machos de la peor especie. Brutos, cerriles, cínicos, impresentables, ignorantes, violentos, muy peligrosos, en especial para las mujeres que, engañadas o no, caen en sus garras…

8) ¿ Envidia algún aspecto del carácter de las mujeres?

Hay muchas facetas fascinantes en las mujeres, una infinidad de matices. Al hablar de carácter no se puede generalizar, creo que no vale simplificar y hablar de hombres y mujeres. Cada ser humano tiene uno propio, el que nos viene de fábrica por decirlo de alguna manera. Pero este es muy maleable, para bien y para mal. Lo cierto, en mi caso, es que de la feminidad he obtenido los mejores frutos para mejorar como persona, como hombre. Realmente he aprendido más de las mujeres que de los hombres, y así sigue siendo. Tal vez por ello siempre he tenido más amigas que amigos, tal vez se deba a que siempre he preferido su sofisticada compañía. La mayor parte de los hombres, incluso los más sensibles y avanzados, me parecen burdos sucedáneos de lo que verdaderamente encierra las almas femeninas. De todas las que he conocido a lo largo de mi vida he aprendido lo más valioso que poseo. Entre los hombres, de tanto en tanto, he encontrado buenos camaradas, poco más, su huella no es tan indeleble como la de ellas. Tengo mi propio carácter, el que heredé, con sus virtudes y sus defectos, y en el que vengo trabajando desde que recuerdo, desde que tengo uso de razón, siempre empeñado en forjarlo de la mejor manera posible, en pulirlo con paciencia y esmero. En esa tarea la única ayuda valida de verdad la he encontrado entre las mujeres que me he ido encontrando.

9) En la carrera por la igualdad de géneros, ¿ qué aspectos cree que nunca deberían perderse en una mujer?

Hay una infinidad de cosas por cambiar para alcanzar la verdadera igualdad. Creo que la primera sería apartarse de una vez por todas del rol de objetos sexuales, del papelón de tener que ser bella, sexy y seductora a toda costa para ellos, porque ellos así lo desean. No sé. Muchas mujeres todavía tienden, desde mi punto de vista, a infravalorarse, a la sumisión, a ese tipo de entrega que las relega y las hace dejar de brillar al lado de algún zoquete que no les llega ni a la suela del zapato. No sé que es lo que falla, de qué depende que así sea. Pero por desgracia así es en muchos casos. Muchos hombres intentan ejercen aun una férrea dominación. A las tristes, cotidianas y dramáticas pruebas me remito. Para avanzar en la igualdad, muchísimo más de lo que se ha avanzado, es preciso que las mujeres sean más firmes, más tajantes con los hombres, mucho menos tolerantes con sus bravuconadas, más solidarias entre ellas, mucho más corporativistas, por decirlo de alguna manera. Tampoco creo que la única salida sea aferrarse al feminismo más militante, aunque para las mujeres, hoy por hoy, siga siendo imprescindible ese movimiento. La mujer necesita además otro tipo de beligerancia, más sutil, más interior, más perturbadora, cotidiana y personal. Una beligerancia que de una vez por todas las conduzca a dejar de someterse a los machos. Luchando cada día casa a casa, en todas las oficinas y los despachos, en cada calle de cada pueblo y de cada ciudad. La igualdad real de géneros llegará el día que muchísimas mujeres digan BASTA, hasta aquí hemos llegado. Queda mucho por hacer, pero no me cabe duda de que las sociedades del futuro, dentro de cien o doscientos años, habrán dado la vuelta por completo y serán más matriarcales, las mujeres llevarán la voz cantante, tendrán el poder que ellos tienen ahora y serán las que gobiernen en muchos casos. Libres ya de cualquier complejo ante los machos, todo irá muchísimo mejor. Para ellas, por supuesto, y también para nosotros. Seremos al fin mucho más civilizados, y seguramente ellas se encarguen entonces de conseguir que la igualdad entre géneros sea por fin real…

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