Matrimonios infantiles, vidas robadas
Muchas niñas se convierten en moneda de cambio para sus famílias, que las casan -sin su consentimiento- para obtener una "buena dote". Las menores son vistas como una carga y casarlas supone la supervivencia para el resto de familiares.
Muchos padres creen que eso les evitará ser víctimas de agresiones sexuales y en la mayoría de los casos consideran que la menor obtiene la protección de un tutor varón. En muchas ocasiones se busca, con ello, que la niña sea más dócil y obediente y que tenga un largo periodo reproductivo.
14 millones de niñas son obligadas cada año a casarse. Si las tendencias actuales continúan, en 2020 estarán casadas 140 millones de menores. Estos matrimonios son habituales en el África subsahariana y el sur de Asia, aunque en otras regiones de esos continentes también es tradicional casarlas nada más alcanzar la pubertad.
El matrimonio precoz conlleva el abandono escolar, embarazos peligrosos y malos tratos. En muchos casos las menores se ven obligadas a vivir con hombres casados, que ya tienen otros hijos y otras mujeres, convirtiéndolas en "semiesclavas".
Huir de ese círculo es muy complicado, y las que lo consiguen no pueden volver a casa de sus padres, porque son repudiadas y pierden la protección de su marido, por lo que se ven abocadas a escapar a las ciudades, donde son víctimas fáciles de las redes de prostitución.
Las Organizaciones No Gubernamentales piden que el matrimonio infantil se considere una violación de los derechos de la infancia.
0 Comentarios