¿A qué suena Islandia? Así, a bote pronto, puede que a geíseres, a la música de Björk o, por qué no, al volcán aquel de nombre impronunciable (para los que quieran intentarlo, Eyjafjallajökull) que hace justo tres años dejaba a los aeropuertos de media Europa colgados con sus cenicientas nubes.
Islandia es un país que sonar, lo que se dice sonar, suena más bien poco. Hasta el 2008, que fue cuando de buenas a primeras se declaró en bancarrota y se convirtió en el primer país europeo rescatado por el FMI. Al margen de las innumerables crisis que la crisis genera, valga la redundancia, este fin de semana vuelve a ser centro de atención porque ha decidido quién quiere que le lleve las riendas de aquí a 4 años.
El otro día salí a comer y opté por uno de los miles de restaurantes que ofrecen menú del día: primero a elegir entre tres, lo mismo para el segundo y otros tantos de postre; bebida, café y pan a cuenta de la casa, por supuesto. Me lo repitieron hasta la saciedad porque no me convencía absolutamente nada de lo que había. Vamos, que comí de pena eligiendo entre lo menos malo.
Después de las elecciones de este sábado, hoy los diarios abren con titulares como "Islandia castiga a la izquierda y devuelve el poder a los partidos que la arruinaron" (El Mundo), "Islandia vota un retorno al pasado" (El País) o "Islandia opta por volver a la centroderecha tras apartarla por la crisis " (La Vanguardia), por citar sólo a algunos de tirada nacional.
Y los resultados hablan por sí solos: el Partido de la Independencia y el Partido Progresista, aliados tradicionales, suman más de 50% de los votos. O lo que es lo mismo: los principales responsables del colapso en su momento vuelven a marcar el ritmo al que hay que bailar en la isla.
Parece que poco o nada han aprendido los islandeses en estos casi 5 años de suplicio económico, social y moral, estos años de "recuperación económica ejemplarizante" que no ha quedado resuelta sino en axifia por un PIB henchido de deuda, unas cifras de paro envidiables a base de bajadas de sueldos y subidas de impuestos y unas hipotecas que sólo quitan el hipo, pues vuelven a entronar a los destronados. Aunque visto por otro lado, que hasta en las mejores familias pasa, ¿qué puede esperarse ante la endogámica alternancia de opciones poco resolutivas en tamaño problemón?
Como os enseñamos en el TD, el equipo del programa En Portada se ha desplazado hastra allí para comprobar cómo está la situación en el país nórdico. Os dejo el adelanto de lo que, y tomad nota para junio, tiene todos los ingredientes de un interesantísimo programa...
Si después del descalabro culinario de esta semana me preguntaran a qué me suena Islandia, diría, y sin pensármelo demasiado, que a menú del día: no te apetece lo que hay pero tampoco te quedas con hambre (¡valiente remedio!). Aunque no sé, puede que la siguiente opción sea quedarse sin comer y, como yo el otro día, dejar que se queden muertas de risa en el plato las coles de bruselas (sic)...
