Todo el arte del Potosí en el Reina Sofía
Principio Potosí es una de las exposiciones que podemos encontrar en el Museo Reina Sofía hasta el próximo 6 de septiembre. A través de la exposición de cuadros barrocos del S.XI y S.XVII se establece un vínculo entre el reflejo artístico del expolio colonial y las relaciones de desequilibrio que se producen hoy con motivo de la globalización más entendida. Una exposición colectiva en la que se da cuenta de proyectos multidisciplinares en China, España, Bolivia, Argentina o Rusia, con artistas como María Galindo, Eduardo Molinari o Isaías Griñolo, entre otros.
Hoy, nos centramos en el blog sobre el trabajo del colectivo feminista, Mujeres Creando, que llega a Principio Potosí a través del proyecto Virgen de los Deseos, de María Galindo.
Y para ello, nada mejor que la recomendación de alguien cercano al sentir y el hacer de este colectivo. E este caso, Esther Moreno, comisaria de arte y organizadora del Festival de Cine de Mujeres de Zaragoza. Esto es lo que Esther escribió de María Galindo para la muestra.
"Pero vayamos a la intervención de María Galindo, de Mujeres creando de Bolivia. Creo es la única autora que ha reinterpretado dos cuadros coloniales. El primero es la Virgen del Cerro, anónimo de 1720, que muestra el Cerro Rico, la montaña de plata de Potosí, convertido en el cuerpo de la Virgen María, como la Pachamama andina. A sus pies el rey de España, el Papa y demás caciques. El culto a la Virgen: extremadamente popular y a la vez patrona de santos, gobernantes e intelectuales, mediadora principal, tierra y cielo a la vez… Junto al cuadro, uno de los grafittis de Mujeres Creando reza: Ave María, llena eres de rebeldía. La virgen rebelde se materializa en el video La Virgen Barbie, donde un grupo de mujeres indígenas transporta a hombros sobre unas andas a una mujer blanca vestida de Virgen barroca. La tela de su vestido está estampada con princesas de Disney y como gargantillas y ornamentos lleva montones de muñecas Barbies ensartadas; una bola del mundo de plástico en una mano y la cabeza de un cordero en la otra. La procesión recorre las calles y se detiene en lo alto de un cerro desde el que se divisa una impresionante vista de La Paz. Y ahí la Virgen Barbie comienza su discurso: Ya no quiero ser la Virgen Barbie. Ya no quiero ser la patrona del racismo ni la protectora del capitalismo. No quiero ser la Virgen Barbie. No quiero enseñar a las niñas a odiar sus cuerpos morenos.
Tras la negación del canon previsto para las mujeres occidentales, pasa a la proposición: "No quiero ser yo. Quiero ser otra distinta. Alegre, amiga, defectuosa, imperfecta y amante".
Y a continuación el canto a la mezcla, al mestizaje, y la heterogeneidad como potencias políticas transformadoras, en el que resuenan ecos de escritoras y activistas feministas americanas como Gloria Anzaldúa, María Lugones o Cherrie Moraga. La impureza y la multiplicidad son amenazas a la ficción imperialista desde la que se ha construido el discurso del poder. Pero amenazan también la ficción indigenista con la que Galindo es crítica en Bolivia:
"Que detrás de mi el capitalismo se derrumbe y pierda hasta los dioses y las vírgenes que lo sustentan. Que detrás de mi se desmorone el racismo y el color blanco que lo sustenta. Que los úteros de las mujeres blancas puedan parir hijas morenas. Que las morenas tengan hijos rubios. Y que el amor y el placer nos mezcle y nos mezcle y nos mezcle. Hasta diluir todas las estirpes de nobles , de patrones y de dueños del mundo"…
La Virgen desciende de las andas, le regala el mundo a un niño, quien juega con él a la pelota, y procede a desnudarse. Bajo su vestido se muestra toda vendada o envuelta en un sudario. Las mujeres la descubren y su cuerpo se ve lacerado, insultado y humillado por el patriarcado. A pesar de ser el modelo de mujer sancionado por el poder, o precisamente por eso, porque no existen las mujeres libres y felices bajo el machismo, aunque sean blancas y rubias. La protagonista es ataviada por sus nuevas compañeras al modo tradicional boliviano y, acto seguido, lava los pies de todas ellas.
Una de las características de los distintos trabajos de María Galindo es la posibilidad de sentido y de descodificación que ofrecen a cualquiera que los ve, combinada eficazmente con tal riqueza simbólica que cuantas más cosas sabes, más aspectos puedes interpretar. De forma igualmente certera combina la denuncia política directa con la poesía, seduciendo y dejando una estimulante sensación de belleza sublevada. Galindo se reapropia de la imaginería patriarcal para subvertir activamente los modos establecidos de representación y de expresión falogocéntricas de la experiencia de las mujeres que tienden a reducirlas a la irrepresentabilidad. La Virgen Barbie materializa en su cuerpo un proceso activo de devenir como condición y posibilidad de un visión alternativa de su subjetividad y su sexualidad. También en Europa autoras feministas como Luce Irigaray o Rosi Braidotti han escrito sobre la necesidad de símbolos para las mujeres. Irigaray propone una estrategia de mímesis: mimetizar las imágenes y representaciones que han sido asignadas a lo femenino por el pensamiento patriarcal pero únicamente para deshacerlas.
"No quiero ser la madre de dios, de ese dios blanco civilizado y conquistador. Que dios se quede huérfano sin madre ni virgen. Que se queden vacíos los altares. Y los pulpitos. Yo dejo este altar mío. Lo abandono por decisión libre. Me voy, lo dejo vacío. Quiero vivir, sanarme de todo racismo, de toda condena, de toda dominación. Quiero sanarme yo misma y ser una mujer simple. Ser como la música que solo sirve para alegrar los corazones. He descubierto que para ser feliz sólo hay que renunciar a tus privilegios, a tus virtudes y perfecciones. Proclamo la inutilidad de los privilegios. La tristeza de los altares. La muerte del capitalismo".
En la imagen , María Galindo.