Da dolor
domingo 12.jul.2020 por Lara López 0 Comentarios
Da dolor es el título del último libro de poemas de Pilar Adón. Ella misma nos lee algunos, al igual que Luis Alfonso Iglesias, de su El mapa de la memoria. Eduardo Gómez nos acerca a Nietzsche, leyendo un fragmento de El estado griego, de "Cinco prólogos para cinco libros no escritos". Alejandro Escudero escribe sobre Lucrecio. Greta Barreiros nos lee Verano inmenso, una canción de Pauline en la Playa.
Chouchin – Meitei
Reminiscence - From "...In the Water" – Eleni Karaindrou
Nami – Meitei
Miroirs: III. Une barque sur l'océan – Maurice Ravel, André Laplante
Reading Of Sacred Books – Keith Jarrett
Sunset – Cosmo Sheldrake
One Day – Nobukazu Takemura
Love Without Boundaries – Markus Stockhausen y Alireza Mortazavi
Sur Le Fleuve – Anouar Brahem
Lucrecio y el desvío de la naturaleza. Pieza de filosofía de Alejandro Escudero.
Stephen Greenblatt, profesor en Harvard y especialista en Shakespeare, ha publicado un excelente libro titulado El giro (de cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno), en la editorial Crítica, 2014.
En él narra con detalle las sorprendentes peripecias que rodearon el hallazgo de un escrito del filósofo romano Lucrecio, que en el siglo I de nuestra era escribió un libro prodigioso: De rerum natura. Su azarosa recuperación en el alba de la Europa del Renacimiento supuso la irrupción de un punto de luz en la teocéntrica oscuridad medieval.
El libro es una mezcla de novela de aventuras y trama detectivesca y nos cuenta con pulso firme cómo un erudito italiano encontró, en 1417, en un remoto monasterio del sur de Alemania, el olvidado escrito de Lucrecio.
Nos dice Stephen Greenblatt: «Poggio Bracciollini era un buscador de libros, quizá el más grande cazador de libros en una época obsesionada con localizar y recuperar el legado del antiguo mundo grecolatino».
Lucrecio, admirado por Cicerón y venerado por Ovidio, fue un singular heredero de Demócrito y Epicuro. Su obra cumbre era un exquisito poema de contenido científico, ético, filosófico.
Así describe Greenblatt el sentido de su planteamiento: «La materia de que se compone el universo, proponía Lucrecio, es un número infinito de átomos que se mueven al azar por el espacio, como motas de polvo en un rayo de sol, chocando, enganchándose unas con otras, formando estructuras complejas, y separándose de nuevo, en un proceso incesante de creación y destrucción. Y semejante proceso no tiene escapatoria. Cuando miramos al cielo nocturno y, sintiendo una emoción inefable, nos asombramos del infinito número de las estrellas, no estamos viendo la obra de los dioses ni una esfera cristalina separada de nuestro efímero mundo. Estamos viendo el mismo mundo material del que formamos parte y de cuyos elementos estamos hechos. No existe ningún plan magistral, ningún arquitecto divino, ningún designio inteligente. Y nada —desde nuestra especie hasta el propio planeta en que vivimos o el Sol que alumbra nuestros días— dura eternamente. Solo los átomos son imperecederos. En este universo sostenía Lucrecio, lo que a los seres humanos les corresponde intentar es aplacar sus miedos, aceptar que tanto ellos como todas las cosas que tienen ante sí son efímeros, amar la belleza y apurar lo que de placentero nos ofrece el mundo».
Los primeros ávidos lectores de Lucrecio, en el Renacimiento, fueron, nada menos, Marsilio Ficino, Lorenzo Valla, Tomás Moro, Nicolás Maquiavelo, Michel de Montaigne, Giordano Bruno y Galileo (y ya en el siglo XVII, en el Barroco, Francisco de Quevedo y Pierre Gassendi). Su impronta se advierte, además, en el cuadro de Sandro Botticelli El nacimiento de Venus, una de las cimas de la pintura de todos los tiempos.
En el centro del libro de Lucrecio nos encontramos el concepto de clinamen: un desvío imprevisible en el trayecto del movimiento rectilíneo de los átomos en el vacío. Al señalar este fenómeno clave se reconoce, en el seno de la naturaleza, el azar, lo aleatorio, la dosis de desorden que anida en la regularidad de un orden. Este concepto y este fenómeno es lo que lanza a Lucrecio hacia los temas y los problemas del siglo XXI.
Por eso Lucrecio ha encandilado a autores contemporáneos como Gilles Deleuze (Lógica del sentido), Louis Althusser (Por un materialismo aleatorio), Michel Serres (El nacimiento de la física), Clément Rosset (La antinaturaleza), Jean-Luc Nancy (La comunidad desobrada) o Michel Onfray (La fuerza de existir).
Además, al presentar la Naturaleza más acá de las cadenas del determinismo mecanicista la cosmología atomista de Lucrecio enlaza con los problemas a los que se enfrentan hoy día la física cuántica y la teoría del caos: un clinamen (un desvío imprevisible) sostiene y atraviesa la dinámica de los inestables sistemas complejos.
Por lo tanto, el texto de Lucrecio, desde el pasado grecolatino, apunta al futuro alumbrándolo con su brillo asombroso. Y el libro de Stephen Greenblatt nos recuerda cómo, tras siglos de ocultamiento y olvido, emergió con la inusitada fuerza que tienen las obras clásicas: esas pocas joyas cuyo sentido es inagotable pues siempre tienen algo nuevo que enseñarnos".