Visitando Tánger, la puerta de África
jueves 9.ago.2018 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
El escritor tangerino Ramón Buenaventura decía que Tánger es "una ciudad que ya no existe, en un país que entonces no existía", el tangerino de adopción ,Emilio Sanz de Soto, añadía que era "una deliciosa mentira, pero capaz de hacer correr ríos de literatura", pero todo el mundo coincide en que es "una ciudad de todos y de nadie". Sí, eso era Tánger en la época del protectorado internacional. Un imaginario colectivo, que cada uno la vivía a su manera.
Decenas de escritores quedaron fascinados por la ciudad norteafricana de las décadas del 20 al 60, del siglo pasado. Y de esa realidad/ficción vive todavía la ciudad que este domingo acoge la final de la Supercopa española, que disputaran el FC Barcelona y el Sevilla. Miles de aficionados se desplazarán hasta allí, muchos con el suficiente tiempo como para caminar por las sinuosas callejuelas de la medina que desemboca en el Zoco Chico, bañadas por una cálida luz, atravesando una de las puertas que da a la calle de Italia y paseando por la plaza Mexuar, donde se encuentra el museo de la Kasbah, antigua vivienda del sultán, que también fue cárcel y juzgado.
Tanto los que viajen con poco tiempo, como los que decidan estar unos días, descubrirán una ciudad abierta y cosmopolita, como ha sido siempre. Para conocerla hay que pasearla tranquilamente. No tiene importantes monumentos, pero sí un atractivo especial en sus bares y restaurantes. Piérdanse por el barrio de la Alcazaba, con su olor a jazmín en las noches de verano, tomen un té en el interior del gran Café de París, fundado en 1920; en el hotel Continental, pegado a la Medina y lugar de inspiración de Paul Bowles, o en el café Hafa, en el barrio de Marshan, desde donde se divisa la costa española. Cafés que son remanso de paz a los que cada vez se añaden más las locuciones de partidos de fútbol internacionales en pantallas de plasma.
Tánger es hispanófila e hispanohablante, y es muy habitual encontrar tangerinos que hablen español, principalmente taxistas. Es un valor añadido para visitar una ciudad que cautiva porque no acaba de mostrar abiertamente todo lo que tiene, rincones, historia, las comunidades que vivieron en ella, una ciudad que ha inspirado a muchos escritores. María Dueñas, autora de "El amor entre costuras", la define como "la ciudad que tiene mil dobleces, y que cada vez descubres una doblez nueva".
Aunque sus primeros habitantes proceden del paleolítico, fue fundada por los fenicios. La leyenda dice que no fueron ellos sino Anteo, el hijo de Neptuno que le dio nombre de mujer, Tingis. A lo largo de la historia ha vivido invasiones occidentales y orientales y a sus costas han llegado cartagineses, vándalos, romanos, fenicios y árabes. En los últimos siglos se añadieron europeos y estadounidenses, especialmente durante el protectorado y tras la II Guerra Mundial, o después de la guerra civil española.
"Es de los moros y de todos también", escribía Magnia Tingis, el 14 de septiembre de 1917, en un artículo en el diario "El porvenir de Tánger". Hay muchos cafés y restaurantes que muestran su relación con grandes escritores que alguna vez quedaron cautivados por el encanto y el exotismo, que ellos mismos crearon de la ciudad. Paul Bowles, Tennesse Williams, Samuel Becket, Matisse, Delacroix, se dejaron envolver de la multiculturalidad de la denominada ciudad blanca.
"Es una gran seductora, ya un poco achacosa", dice la escritora María Dueñas. Pero vale la pena descubrirla poco a poco, sin prisas. Porque si vas con el reloj en la mano, la magia se desvanecerá. No es una ciudad para correr. La Medina amurallada es el casco antiguo de este puerto de origen fenicio. Sus pasajes estrechos, llenos de comercios y por los que se entrecruzan callejuelas salpicada de cafetines, nos adentrarán en la parte más autóctona de la ciudad, allí donde iban de visita franceses, españoles, británicos y de otras nacionalidades. El gran zoco o plaza del 9 de abril de 1947, es un hervidero de gente a todas horas, especialmente por la mañana. La plaza divide la ciudad en dos, a un lado la medina, al otro, la ciudad más moderna, que va remodelándose cada cierto tiempo. Allí se alza la mezquita de Didi bou Abid, con su minarete de azulejos policromos.
Cerca está el mercado de babuchas, la calle Siaghins (plateros) y la iglesia anglicana de St. Andrew, una fusión de estilos, entre los que se descubre la arquitectura andalusí. En el cementerio anexo reposan algunas personalidades. La iglesia católica de la Purísima Concepción, tiene una clara influencia oriental y el viejo consulado francés está en el Zoco chico o souk Dakhil, uno de los lugares más característicos de la ciudad. A la izquierda está la plaza de los Aisauas, la plaza Oued Ahardan y la famosa perfumería Madini, donde se pueden comprar perfumes y colonias a precios asequibles.
Para acceder a la Kasba, es mejor hacerlo por la puerta de los centinelas (Bab el Assa), desde donde se llega a la plaza en la que encontramos el Museo de la Kasbah (Dar el Majzen) y el antiguo palacio del sultán Mulay Ismail, con sus dos patios porticados y acabados en arcos revestidos de azulejos, con sus techos de cedro y paredes de estuco.
Después de pasear por la medina y el zoco, un lugar para descansar es el parque de la Mendubia, donde pasean lo tangerinos y permite apreciar su estilo de vida. Entre sus numerosos árboles y plantas exóticas, destaca un árbol de banyan de más de 8 siglos de antigüedad.
Bajando de la gran Mezquita de Moulay Ismail, construida en 1684, hay un mirador con vistas al puerto. En la puerta del Mar, está el legendario Hotel Continental, el más antiguo de Marruecos y donde se han hospedado Winston Churchill o Ava Gardner. Además se ha vuelto a poner de moda con la serie y el libro El tiempo entre costuras, donde se rodaron varias escenas.
Tánger fue Casablanca en la mítica película del húngaro Michael Curtiz. La parte moderna de la ciudad, que está en continuo cambio, y el centro muestra su legado colonial afrancesado de los años 30. Destaca el Boulevard Pasteur, la plaza de los perezosos (de Faroo) salpicada de cañones de origen portugués. El café de París y la plaza de Francia, son algunos de los lugares legendarios de Tánger, donde se juntaban los espías de varias nacionalidades durante la Segunda Guerra Mundial. El barrio Marshan es el auténtico lugar de atracción de la ciudad moderna, con la plaza de la alcazaba, y sus fantásticas vistas de la bahía y el puerto, un mirador excepcional para disfrutar del atardecer.
Si buscáis patrimonio español, todavía permanece, aunque en bastante mal estado, la plaza de toros, construida en 1949, y con otra fecha relevante, octubre de 1970 cuando se celebró la última corrida. Recientemente ha sido declarada monumento de interés. Reservaos, al menos unos minutos, para visitar el teatro Cervantes, un edificio modernista de estilo art Decó, sin duda el emblema patrimonial español en la ciudad, donde en la década de los 80 vivían unos 40.000 españoles. También sería interesante visitar, si no fuera por el estado de dejadez, el cementerio internacional.
Dispuesta como un anfiteatro en el Estrecho de Gibraltar, se asoma al Atlántico y al Mediterráneo, y mantiene una mezcla entre cultura africana, árabe y europea, que hipnotiza. Como apuntó alguno de los artistas que visitaron la ciudad, "es un escenario perfecto para la novela, y no es de extrañar que se hayan escrito y se sigan escribiendo muchas obras".
En las afueras de Tánger
La gruta de Hércules, está a unos 15 kilómetros de la ciudad, fueron creadas por la erosión del viento y el agua salada del mar. Cerca de las cavidades, a unos 12 kilómetros de Tánger está el cabo Espartel, donde se unen el Atlántico y el Mediterráneo, mezclando sus colores turquesa y el azul oscuro del Mare Nostrum. El faro, que preside el montículo fue construido en 1865. Otro cabo importante es el Malabata, junto al estrecho de Gibraltar, adornado con un castillo de principios del siglo XX.
Si tenéis algunos días para estar por la zona, vale la pena visitar Alcazarquivir (Ksar el-Kebir), junto al río Loukkos, fue originalmente una colonia griega y cartaginesa para acabar ocupada por los romanos, y posteriormente por los bizantinos. Es árabe desde el siglo VIII, y tiene una de las mezquitas más antiguas de esa parte de Marruecos. Está situado en un lugar estratégico entre Fez, Rabat y Tánger. A unos 112 kilómetros de Tánger y a 28 de Larache. En el interior de la ciudad encontramos la mezquita grande del siglo XII, con un amplio patio y el almenar construido con piedras. Otros lugares para pasear son el antiguo callejón de los negros, la judería o la casa de Ermiki que conserva bonitos artesonados y jardines. El santuario de Sidi Kassen el Zubiaur, es un ejemplo de arquitectura hispano musulmana y los morabitos de Sidi Rais, primer gobernador granadino hacia finales del siglo XIII.
La otra ciudad de la zona es Larache, a unos 86 kilómetros de Tánger, y uno de los ejemplos claros de lo que fue el protectorado español en Marruecos. Fundada en el año 800, fue ocupada por los portugueses y convertida en refugio de piratas. En 1610 la conquistaron los españoles y después de estar bajo el mandato del sultán volvió a ser española en 1912, hasta la independencia del país. Su kasbah parece querer adentrarse en el mar con un ambiente muy tranquilo y mientras la ciudad vieja es típicamente árabe, las casas de la ciudad son de estilo andaluz y colores blancos y azul cielo. Con tantas invasiones, está claro que las fortalezas marcan esa parte de su historia. La medina, a la que se entra por el Bab Kasbah, está marcada por las empinadas calles de su zoco.
De camino a Tánger hay que parar en Asilah o Arcila, una de las ciudades más turísticas del norte marroquí, su medina junto al mar, recuerda a los pueblos costeros de Cádiz, con las losas pintadas por artistas locales. Las murallas fueron construidas por Alfonso V de Portugal en el siglo XV y tenía varios accesos como la puerta Tierra, la puerta Mar y la torre cuadrada portuguesa. En la calle Alcazaba, hay antiguos acuartelamientos españoles y en la calle Sidi Ali Ben Hamdush, está la torre Al Kamra, símbolo de la ciudad. Al norte de la Medina está la ciudad nueva, mucho más ordenada que la medina árabe. Estas ciudades están viviendo una gran transformación urbanística, empujadas por el progreso económico y la presión turística, y su memoria se va diluyendo en sus calles. Goytisolo decía que era una ciudad sin el encanto de Tánger.
Tánger, la gran ciudad norteafricana cautiva, tiene mil dobleces, y nunca acaba de mostrar abiertamente todo lo que tiene, rincones, historia, las comunidades que vivieron en ella, su literatura. En definitiva una ciudad que "tiene derecho a cambiar como todo el mundo".
Consejos prácticos para llegar a Tánger
Tánger es el punto de arranque de muchos viajeros que se interesan por Marruecos. La web "Siente Marruecos viaje", especializada en el reino alauíta, nos aconseja estos detalles a tener en cuenta. Muchos turistas llegan por barco, ya que existen buenas conexiones con la península y permiten viajar en coche propio, pero si no es así, tendréis que trasladaros al centro en taxi. Hay que tener en cuenta que la ciudad tiene dos puertos.
- El de Tánger Ville, es el más antiguo de la ciudad y el preferido por la mayoría, al tener salidas continuamente (prácticamente cada hora). Otra ventaja es su situación, junto a la medina, por lo que sólo será necesario coger un taxi para llegar al hotel escogido, o incluso andar si está lo suficientemente cerca y no váis muy cargados. La parada de taxis está situada en la puerta de salida del terminal, una vez pasados el control de aduana y equipaje. Como el trayecto será corto, el precio será bastante ajustado (aproximadamente 20 o 30 dirhams).
- El nuevo puerto de Tánger Med, construido a 45 kilómetros de la ciudad, tiene un uso algo menos intensivo al enfocarse en el transporte de mercancías y en personas que viajan con su propio coche (las tarifas suelen ser más económicas). La parada de taxis se encuentra justo enfrente de la puerta de salida del terminal, siendo todos grand taxis y con un coste aproximado por servicio de 150 dirhams (precio por el taxi completo).
- La capital del norte de Marruecos dispone de uno de los aeropuertos más importantes del país, no por su tamaño sino por su situación, siendo una de las opciones preferidas por las compañías Low Cost que operan vuelos directos desde España y ofreciendo las compañías regulares vuelos desde Madrid. Está a unos 15 kilómetros y el rango de precios de taxis oscila entre los 100 y los 150 dirhams, dependiendo del lugar de la ciudad a la que vayáis.
Tenéis más información específica en la sección de Tánger de "Siente Marruecos viaje".
Programa RNE -Nómadas