Lituania, país de lagos y leyendas
domingo 23.sep.2018 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Arboleda de Anykščiai Foto: @angelaGonzaloM
"¿Dónde está tu zumbido cuando sople el viento?
¿Dónde se encuentran tus pájaros y pichones?
Cuyo canto de tal alegría se extendió por todos lados?"
Arboleda de Anykščiai es una obra clásica de la poesía lituana, no solo porque habla de la belleza de sus bosques, sino porque Antanas Baranauskas, fue el escritor que encontró palabras e imágenes que recogían la esencia de sus ciudadanos. Hoy podemos leer algunos de su versos, mientras admiramos, cerca de las copas de los árboles, la relación entre el bosque, los ríos, -es decir, la naturaleza- y las espiritualidad humana.
Para acceder hasta lo alto de la floresta, han levantado una torre y una pasarela que permiten la observación de este área boscosa de más de 15.000 hectáreas al noreste del país. Los más pequeños disfrutarán correteando a la altura de esos árboles que ansían el sol, alargándose, buscando su luz....
El municipio de Anykščiai y sus alrededores es un mundo de sorpresas para el viajero. Una de ellas es la piedra de Puntukas, la más visitada del país. Es la segunda roca más grande de Lituania... si, no se extrañen de que la tengan catalogada, porque debido a la evolución de los glaciares, casi no tienen piedras. Pesa 265 toneladas y la movieron esas enormes lenguas de hielo hace más de 14.000 años. Dicen que el diablo quiso usarla para demoler una iglesia antes de que amaneciera, pero el gallo cantó y la piedra tan grande como una casa, rodó por el bosque. Lo cierto es que la piedra Puntukas conmemora a dos lituanos que fueron los primeros en el mundo en cruzar el Atlántico y ahora tienen una bajorrelieve en su honor.
Una leyenda también rodea a una de los lugares más visitados por los creyentes y no creyentes, la colina de las cruces, con más de 200.000 figuras de todos los tamaños y formas, que coronan un camino que sube el montículo situado cerca de Siauliai. Se cree que era un lugar de culto pagano y las primeras cruces se plantaron como símbolo del inicio del cristianismo y ha resistido toda clase de inclemencias, tantos atmosféricas como políticas, cuando los soviéticos intentaron destruir el lugar. Como mínimo es un sitio sorprendente para visitar.
Camino del Báltico, encontramos el Parque nacional de las tierras bajas, Zemaitijos, en la histórica región de Samogitia. El primer libro lituano se escribió en samogitiano, una lengua, que cuesta de entender al resto de lituanos. Telsiai situada sobre siete colinas es su capital. Tiene un centro declarado monumento urbano y una catedral barroco-clasicista muy original. Cerca se puede visitar la antigua base secreta de misiles termonucleares, actualmente museo militar.
Dicen de los samogitios, que son obstinados y leales a las tradiciones. Como muestra, la granja-casa rural que dirigen Maria Striaukiené y su hija Jurgita Kristupiené, junto al Berzokas, al sureste del inmenso lago Plateliai. Un lugar idílico, para disfrutar de la naturaleza en barca, bicicleta o andando y sirven una cena espectacular típicamente samogitiana. En la mesa a la luz de las velas, explican historias antiguas, mientras se degusta un menú tradicional a base de leche fermentada, sopa de arenque y cebolla, costillas con col, y se bebe gira, una especie de aguardiente. Siempre siguiendo un ritual. ((se oye)) Es comida sencilla, como todo lo de esta región, nos dice Maria, mientras Jurgita, preside el ceremonial en inglés. Estas comidas se servían en ocasiones especiales, Bodas, bautizos, primera comunión o durante los entierros.
Un pequeño transbordador nos trasladará al istmo de Curlandia, compartido por Lituania y la rusa Kaliningrado. Caminar por las dunas blancas de la zona, visitar antiguas aldeas de pescadores o recorrerla en bicicleta, en uno de sus atractivos. El istmo es tan estrecho, que la distancia más larga entre la costa del lago y la del mar es de 3 kilómetros. Uno de los mayores atractivos no solo de la zona, sino del país es la duna de Parnidis, allí se puede ver el recorrido del sol, que se alza sobre las aguas dulces del lago de Curlandia al amanecer y al anochecer se hunde de nuevo en las saladas del Báltico. El lugar ideal para verlo es el reloj de sol con una aguja de 14 metros que va marcando las horas y las medias horas en unas losas de granito, mientras los escalones señalan cada mes. Desviada por fuertes vientos la duna de Parnidis se eleva 52 metros sobre el nivel del mar y ofrece unas espectaculares vistas del entorno.
En Nida encontró su lugar de descanso estival el nobel de literatura, Thomas Mann, que formó una colonia de intelectuales en la zona antes de la Segunda Guerra Mundial. Y a unas calles de la casa, Judita Eiciniené, nos descubre el ámbar. Una piedra dorada procedente de la resina fosilizada natural. Fue la gran riqueza del Báltico en la Edad Media, utilizada no solo para joyería y decoración, sino también por sus propiedades para la salud o como amuletos. En el museo del ámbar de Nida, hay talleres para los visitantes, que permiten descubrir como se pesca o sus múltiples usos. Uno de los que están más de moda es la gemoterapia. Esta zona forma parte de la ruta báltica del ámbar que une Letonia y Kalinigrado a lo largo de la costa.
Lituania está llena de leyendas, aunque no hay ningún problema para moverse en inglés, si supieran lituano les contarían muchas, como la del roble Stermuzé, dicen que uno de los más antiguos de Europa... incluso es más viejo que el nombre de Lituania. Este árbol, que tiene un grosor, que para abrazarlo se necesitan al menos 8 personas, fue utilizado para ofrecer sacrificios a los diosos, ya que se dice que el fuego sagrado ardia bajo sus rama...., hay muchas más historias que no les voy a contar. En Juokranté, en el centro del istmo de Curlandia, encontramos la colina de las brujas, un bosque repleto de figuras fantasmagóricas de madera, que representan a brujas, diablos y animales fantásticos, llegados de antiguos cuentos de hadas y tallados en madera por artistas lituanos, que provocan la sorpresa de los caminantes. Los niños disfrutarán con estas figuras y los juegos infantiles, propuestos por los propios escultores.
En Kaunas, está el museo del diablo, uno de los más peculiares del mundo, sus tres pisos acogen a unas mil criaturas procedentes de todos los países, cada una de las figuras es única con sonrisas amenazantes, maliciosas, sus miradas graciosas o aterradoras, aunque en el fondo todos parecen felices por haber escapado del infierno. Aseguran que todos ellos son felices en Kaunas.
La que fue capital histórica de Lituania, está ya cerca de nuestro destino final, Vilna. En nuestro regreso a la capital, hay una parada imprescindible, que solo nos tomará unas horas. Es Trakai ((se oye gente rezando)) Un lago, el Galvé, con una isla en el centro en la que se construyó un impresionantes castillo medieval del siglo XIV, al que se accede por un puente o en barca de remos. Allí el visitante se traslada en el tiempo y se siente como caballero o dama de la Edad Media. Otro lugar que visitar es el palacio Uzutrakis, con un bello estilo renacentista construido en el siglo XIX. Hay que pasear por las calles de Trakai entre sus casas de madera.
Y en Vilna, encontramos ángeles blancos, todos sonrientes, y que intentan ofrecer un mensaje especial tanto a los residentes, a los que protegen, como a los visitantes. Aunque están presentes en toda la ciudad, les encanta, -como a los turistas-, el casco antiguo, especialmente el ayuntamiento, la catedral o los patios de la Universidad, con sus sorprendentes frescos en las bóvedas de la biblioteca o del Centro de estudios lituanos, que acoge las surrealistas pinturas de Petras Repsys.
Donde no hemos visto ángeles es en el barrio bohemio de Uzupis, donde los intelectuales de los 60 proclamaron una original república, constitución incluida, en la que se lee que todos tienen derecho a equivocarse, que todos tienen derecho a amar y proteger a un gato, aunque él no está obligado a amar a su dueño y que los perros tienen derecho a ser un perro.
Los ángeles os despedirán en el aeropuerto, dicen que es su guardián y que si se acaricia, el viajero tendrá no solo un buen vuelo, sino también éxito en la vida.