Visitando Lisboa desde sus miradores
miércoles 29.may.2019 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
El avión sobrevuela a escasa altura el parque Amália Rodrigues... el alma de la música lusa. Casi podemos escuchar alguno de sus fados... porque Lisboa mantiene su memoria 20 años después de su muerte. Ella era la voz del fado y una de las artistas más universales que ha tenido Portugal. El avión se convierte, como siempre, en el mejor mirador de una ciudad.
Descubrimos la capital portuguesa a través de esas atalayas, desde donde mira al Tajo. Vitor Carriço, portavoz del departamento de turismo del ayuntamiento de Lisboa, nos dice que se puede hacer una ruta lisboeta por terrazas, miradores y ascensores. Son muy populares en la ciudad y casi todos tienen realmente éxito al atardecer.
Lisboa, aprovecha sus colinas, para mirar y nosotros descubrimos diferentes maneras de ver esta ciudad marcada por la historia, a veces por su grandeza, otras por desastres naturales, como en 1755, cuando quedó destrozada por un terremoto, el posterior tsunami y un terrible incendio. El Convento do Carmo mantiene las huellas del horror y desconcierto de aquellos días. Miramos a la historia de la ciudad desde el famoso elevador de Santa Justa que nos ofrece la mejor panorámica de esas ruinas y del centro histórico de Lisboa.
En pleno corazón de uno de sus barrios más tradicionales, en unas calles cercanas hay tres estatuas, de tres personajes literarios que también marcaron a la ciudad y a todo un país. Antonio Ribeiro, apodado Chiado, de Camoes y Pessoa... el escritor que decía que todos los días, entre la fecha de su nacimiento y la de su muerte, "eran suyos", y que -en su libro "Mensajes", reivindicaba el papel de Portugal en la historia.
Personaje histórico es también el Marqués de Pombal. Desde su estatua mira al Tajo y a la ciudad que tuvo que reconstruir tras el terremoto. Junto a la plaza, está el miradouro del Parque Eduardo VII. A escasos metros de altura sobrevuelan los aviones que llegan a la ciudad. Un espectáculo para muchos visitantes.
Los que creen que es una ciudad tradicional, no se han dado cuenta que, en estos últimos años Lisboa se ha convertido en uno de los centros culturales más importantes de Europa. Ha sabido sacar provecho de diversos acontecimientos internacionales, como la capitalidad cultural europea en 1994, la Expo 98 y la Eurocopa 2004.
Propuestas culturales para millenials
El aumento del turismo ha provocado una intensa apertura de hoteles y hostels. Uno de los últimos que ha abierto sus puertas ha sido el grupo gallego Carrís, con el Bluesock hostel, junto a la céntrica Avenida de la Libertad. La gallega, Marta Serna, reponsable del hostel nos habla de ese aumento de milenials, sobre todo porque es una ciudad barata y con mucha oferta cultural. "Esta ciudad ofrece diferentes atractivos para los jóvenes. Hay muchas cosas que hacer y tiene una zona de ocio nocturno tremenda, donde la gente se lo pasa muy bien. Eso ayuda al "turismo millenial". "Nosotros además por el estilo de hostel que ofrecemos, a lo que hay que añadir que los empleados somos todos jóvenes, nos permite ir al encuentro de ellos y orientarlos sobre como pueden sacarle más partido a su visita en la ciudad". Como en otros lugares de Lisboa, el Bluesock hostel, también cuenta con una terraza, abierta a clientes y otros visitantes, con interesantes vistas a la ciudad.
Crono Project, es una iniciativa para embellecer la ciudad en la que participan 16 artistas urbanos, que permite redescubrir una urbe moderna recuperando los viejos bloques de viviendas de la capital lusa. Así podemos ver los grafitis de la estación de metro Picoas, la sombra de SAM3 con su cielo nocturno, cocodrilos, pájaros, murales abstractos.... Algunos de sus artistas son Blu, Os Gemeos, Vhils, Angelo Milano, Akay, Boris Hoppek o Momo. Otras citas culturales son los conciertos que se celebran a lo largo del año, o las pinacotecas, con obras de Rubens, Durero, Warhol, Rodin o las piezas egipcias del Museo Gulbenkian, a los que hay que añadir decenas de museos como los del fado, de coches, de azulejos, y esa joya que es el MAAT (Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología), inaugurado en 2016.
Niños mirando el Oceánario / Foto angelaGonzaloM
Oceánario, mirador del mar
La ciudad había vivido de espaldas al río, y lo descubrió hace solo dos décadas. En el Parque de las Naciones, el Tajo se ve inmenso. Visitamos el oceánario, la estrella sobre la que giró la Expo de 1998. Se ha convertido en el mirador de los océanos. Cuando entramos en su interior todo el ambiente es oscuro, trasladando al visitante a un mundo habitualmente desconocido. "Fue concebido para proporcionar una experiencia absolutamente inmersiva. Nada te abstrae, nos dice Elsa Courela, Responsable de desarrollo y educación. Es una sensación única.. una relación íntima entre el visitante, el acuario y las 15.000 especies que coexisten en su interior".
Es el segundo acuario más grande de Europa, flota sobre el agua y se accede a él por varias pasarelas. Desde su apertura, lo han visitado más de 24 millones de personas. A la salida encontramos el Parque de las Naciones, donde Lisboa muestra toda su modernidad, con amplias zonas verdes, convertido en un lugar idóneo -aunque un poco alejado- para relajarse alguno de los días que paséis en la ciudad.
Ideal para ir con niños, y entre los atractivos de ocio, están las telecabinas sobre el río Tajo, junto al largo puente Vasco de Gama (12 kilómetros de longitud que une el norte y el sur de Portugal). También se pueden alquilar bicicletas, observar pájaros, o disfrutar de las terrazas, bares y restaurantes donde soportar apaciblemente el calor del verano lisboeta.
En el Parque de las Naciones, encontramos edificios comerciales y zonas residenciales, con una arquitectura inspirada en temas marinos, como las torres de San Gabriel y Rafael, la torre Vasco de Gama, las cúpulas de la Estación de Oriente, diseñada por el arquitecto Santiago Calatrava, o el Pabellón de Portugal de Álvaro Siza Viera; el Pabellón Atlántico, lugar de conciertos, o la FIL (Feria Internacional de Lisboa), sin olvidar el Pabellón del Conocimiento, que acoge un museo de ciencia.
Lisboa, unida al Tajo
Regresamos al centro de la ciudad para disfrutar de otro mirador, el del Arco de la Rua Augusta, que ofrece muy buenas vistas sobre la plaza del Comercio, la catedral, la misma calle Augusta y el Castillo de San Jorge. Fue levantado para celebrar la reconstrucción de la ciudad después del terremoto. En la Praça do Comerço estuvo ubicado el palacio real y a escasos metros está la estación fluvial de Cais de Sodré, desde donde salen las excursiones por el Tajo o los barcos que cruzan el río.
Lisboa ha mirado siempre hacia el mar, y a la salida de la urbe encontramos el último mirador de la ciudad. El de los descubrimientos. Ofrece una de las mejores vistas de la impactante fachada manuelina del Monasterio de los Jerónimos, de más de 300 metros de largo. Levantado para conmemorar el regreso de Vasco de Gama tras su viaje a la India, su impresionante claustro está plagado de elementos marítimos y de navegación, un homenaje al momento histórico más importante del país. Patrimonio de la Humanidad desde 1983, allí están enterrados los miembros de la realeza portuguesa, y encontramos las tumbas de Fernando Pessoa, Luis de Camões y Vasco de Gama.
En plena desembocadura del Tajo, en el barrio de Belém -el más monumental de la ciudad-, Lisboa mira a su Edad de Oro, cuando las naves portuguesas zarpaban para descubrir nuevas tierras. Allí está el símbolo de la ciudad, la Torre de Belém, sobre la antigua playa de Restelo, construida como fortaleza para proteger la entrada al puerto, un uso defensivo que quedó relegado para convertirse en el centro recaudador de impuestos y prisión.
Desde lo alto del Monumento a los descubrimientos, se puede observar su decoración exterior, esculpida en piedra con galerías, torres de vigilancia, almenas en forma de escudos y elementos naturalistas que recuerdan a las colonias. El Padrão dos Descobrimentos, es un monolito con forma de carabela levantado para conmemorar el quinto centenario de la muerte de Enrique el Navegante, una figura que aparece acompañada de otros exploradores y personajes célebres de Portugal. Desde el mirador se puede ver también el Puente 25 de abril y las últimas imágenes del gran río ibérico antes de fundirse con el océano.
No nos extraña que Claudia Santos, periodista y guía turística nos diga "Yo no me imagino vivir en otra ciudad. Los miradores son muy importantes para relajarnos y ver el río, o como cae el sol sobre el puente. Eso nos da mucho ánimo".
- Oceanário de Lisboa, un mirador de los océanos
- Bluesock hostel, una buena opción de alojamiento para millenials