Bielorrusia, un país por descubrir
lunes 1.jul.2019 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Una de las imágenes más emblemáticas de los Segundos Juegos Europeos, que se clausuraron ayer en Minsk, es la del estadio Dinamo Stadium de la capital bielorrusa. Durante 10 días hemos visto como su anillo abierto al cielo, ha lanzado al exterior los fuegos artificiales del inicio y final de la competición, pero a través de las televisiones y fotografías, aparecía en su círculo, la silueta de los saltadores de pértiga y altura, que parecía que intentaban traspasar los límites físicos impuestos por la estructura para alcanzar las calles de la ciudad.
El gobierno espera que los Juegos hayan sido un escaparate para aumentar el turismo y nosotros aprovechamos este acontecimiento deportivo, para conocer un lugar que su embajador en España, Pavel Pustovoy, decía que "se van a sorprender, van a descubrir un país que casi es tierra incógnita".
Así que saltamos por la apertura del Dinamo Stadium y nos ponemos a descubrir algunos atractivos turísticos de Belarús, antiguamente conocido como Bielorrusia. Empezamos por Minsk, la capital de este país que debido a sus décadas de aislamiento, mantiene el misterio de su cultura y su historia. Destruida durante la Segunda Guerra Mundial en los últimos años ha invertido en edificios culturales, principalmente museos, teatros, o bibliotecas, como la Biblioteca Nacional de la República de Belarús. Este moderno edificio de 23 pisos, tiene una capacidad de hasta 2.000 personas y cuenta con una agradable cafetería en la penúltima planta; aunque el lugar más emblemático es, sin duda, la plataforma situada en el último piso, desde donde se puede disfrutar de unas espectaculares vistas de la ciudad de Minsk.
Durante el campeonato también hemos disfrutado de algunas vistas de la ciudad, principalmente con las pruebas ciclistas que han recorrido parte del entramado urbano y nos han permitido ver algunos de sus lugares más emblemáticos, como la Plaza de la Victoria, la catedral del Espíritu Santo o la Iglesia de las lágrimas. Otras edificios culturales e históricos son el Troitskoye Predmestye, las Iglesias de Santa Magdalena, Alexander Nevsky o la Santísima Trinidad, el castillo de Pishchalauski y el parque Loshitskij. Sus calles más concurridas son la Kastrychnitskaya o la Avenida de la Independencia, y sus lugares más modernos para disfrutar de la ciudad, destacan el centro cultural Korpus y cafés, que se han abierto en edificios industriales en desuso. En verano cuenta con el Festival de Poesía y en invierno celebra actividades de Música clásica.
Es uno de los pocos países europeos que no tienen salida a ningún mar, pero tiene más de 4.000 lagos repartidos por todo su territorio y, junto con Polonia, el único que tiene bisontes. El Parque Nacional Belovezhskaya Pushcha, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, representa uno de los macizos forestales más extensos que cubren las llanuras europeas. Habitan unos 1.000 bisontes repartidos por una área de 1.300 km2. Destaca su naturaleza salvaje, en la que se pueden encontrar lobos, jabalíes, ciervos y algún oso.
Vale la pena pasar algún día en plena naturaleza. Los parques nacionales Narachanski y Prypyatskiy, pueden ser también unos buenos lugares de reposo, donde practicar senderismo o acampadas. Los amantes del aire libre pueden practicar diversos deportes de invierno en la estación de esquí Siličy o, si visitan el país durante el verano, nadar en alguno de sus inmaculados lagos.
Fuera de Minsk
La cultura bielorusa se inició a finales del siglo X, con la llegada de los eslavos, aunque comenzó a prosperar seis siglos más tarde. Formó parte del Gran Ducado de Lituania y más tarde de la denominada commonwealth polaco-lituana. A finales del siglo XVII fue parte del imperio ruso. Cada época histórica ha dejado su huella en la cultura de este país euroasiático. Quedan algunos edificios que permiten organizar una interesante ruta por lugares históricos. En Grodno, una de la ciudades más bonitas, encontramos el antiguo castillo o las iglesias de madera de San Boris y san Gleb, del siglo XII. En la frontera con Polonia, está Brest, con su fortaleza del mediados del siglo XIX.
El Arco Geodésico de Struve y dos castillos, el Conjunto de Mir y el de Niasvizh, están declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En Nesvizh destaca su castillo. Una fortaleza impenetrable construida a finales del XVIII, siguiendo un proyecto de Giovanni Bernardoni, y que considerado uno de los edificios más atractivos de su época. Kathyn es un pueblo que conmueve al visitante por la trágica historia ocurrida en 1943, cuando los nazis quemaron la aldea y asesinaron a sus 150 habitantes. El complejo conmemorativo el Humano inconquistado, recuerda la barbarie.
Además de estas poblaciones Bielorrusia oferta excursiones a ciudades como Mogilev, Vitebsk y Bobruisk. En su oferta turística incluye también centros de salud, con tratamientos de climatoterapia, lodos curativos y aguas minerales. El problema es que muchos de estos centros están alejados de las principales rutas turísticas.
A las personas interesadas en conocer la gastronomía autóctona de los lugares que visita, han de saber que la patata es el ingrediente más utilizado en la cocina bielorrusa, y aparece en la mayoría de sus recetas tradicionales. Algunos de los platos típicos del país son el icónico draniki (tortitas de patata), kletski (albóndigas) y babka (pastel de patatas ralladas al horno). En cuanto a las bebidas tradicionales, destaca el kefir (bebida láctea fermentada) y el kvas (bebida fermentada de pan de centeno, levadura o bayas), que pueden ser adquiridos en prácticamente cualquier tienda de alimentación y ayudan a refrescarse durante los calurosos veranos bielorrusos. Si tienes pensado visitar Belarús, no puedes dejar de probar alguna de estas especialidades, además de las bebidas alcohólicas típicas del país.
Para viajar a Bielorrusia es necesario un visado, aunque hasta el 10 de julio, siempre que se tenga una entrada a una competición deportiva de los segundos Juegos Europeos, no es necesario el trámite. La única condición es entrar y salir desde el aeropuerto internacional de Minsk. También hay la posibilidad de visitar el país durante cinco días sin visado. Es algo a tener en cuenta.
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