El Cronicón de Oña recupera los orígenes de Castilla
sábado 17.ago.2019 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Las paredes del histórico monasterio burgalés de San Salvador de Oña, vuelven a recordar escenas pasadas que parecen haber quedado atrapadas entre sus viejos muros. Los vecinos de la localidad representan por trigésimo segundo año consecutivo una parte crucial de los orígenes de Castilla y se traslada al siglo XI, cuando dominaban esas tierras los reyes Sancho II, el Fuerte y Sancho III, el Mayor, doña Urraca, Alfonso VI , doña Elvira o el mismísimo Rodrigo Díaz, El Cid.
Durante más de 1.000 años el monasterio ha observado y padecido los avatares de la historia castellana y de sus vecinos. Ahora son ellos los que le devuelven, en forma teatral, un relato de aquel lejano siglo XI. En el altar mayor del templo los restos de San Íñigo, confesor del rey Sancho III el Mayor, que seguro conoce cada detalle del relato que nos van a explicar los vecinos de Oña. Todo lo contrario que las figuras del retablo barroco que preside la actuación, realizado en el siglo XVIII, a los que las disputas que vamos a conocer les quedaban lejanas y olvidadas por el devenir de la historia de España.
Foto: Facebook Cronicón
Por unos días Oña se traslada en cuerpo y alma a la Edad Media para recordar aquellos momentos, como si repasaran la historia para no olvidarla. Y la iglesia abacial se une, cediéndoles sus paredes como un escenario, en el que el presente se convierte en pasado, y durante más de una hora, onienses y foráneos viven en una realidad dual.
El Monasterio de San Salvador acoge el primer panteón real de Castilla, y como si fueran unos espectadores privilegiados, se comparte espacio con algunos de los personajes que protagonizaron la historia real del Cronicón. En la iglesia están los sepulcros condales y reales de Sancho García, conde de Castilla; Sancho III el Mayor, rey de Pamplona, su esposa Muniadona y Sancho II el Fuerte, primer rey de Castilla. Todos están en primera fila, como si quisieran cambiar alguna línea de ese guión que los vecinos han documentado y que ahora comparten con los visitantes.
Sobre las nueve y media de la noche se levanta un telón invisible que nos traslada a otra época, llena de intrigas y violencia por el control de tierras y gentes. Allí aparece el conde Fernán González horas antes de morir. Su hijo se apresta a tomar el poder y continuar la lucha contra los árabes y su líder: Almanzor.
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Unos 200 vecinos llevan unos días repasando la lección de historia que van a representar. Para la gran mayoría no es su primera cita, pero lo viven como la primera vez. Es una mezcla de nervios, orgullo y dignidad. Tienen una gran responsabilidad: poner voz y alma a aquellos personajes que un día moraron, o visitaron el lugar. Muchos empezaron hace años y e incluso con la edad, han cambiado de personaje.
Impasible, pero como si disfrutara de los adornos y ornamentos, el monasterio de origen románico aunque con una clara evolución gótica, también participa en la recreación histórica, una de las más genuinas y reconocidas de Castilla Leon. Es un escenario 'impagable', majestuoso, suntuoso, único.
Pero volvamos a la representación. Ahora el conde Sancho García planifica hábiles alianzas matrimoniales para conseguir aumentar sus poderíos. A doña Munia, la casa con Sancho el Mayor para avanzar hacia Navarra y a doña Sancha la promete con Berenguer I, con el fin de extender sus dominios hacia el Mediterráneo , convirtiéndola en condesa de Barcelona. Su hija Urraca es la prometida del duque de Gascuña. También quiere influencias en el cielo, y convierte a su hija Tigridia en la primera abadesa del Monasterio de Oña. Estamos en 1011. Seis años más tarde, Castilla se viste de luto.
Foto: angelaGonzaloM
Las escenas se suceden a buen ritmo y miro a mi alrededor. Cientos de personas siguen atentamente y en silencio, casi maravillado el trabajo actoral de los vecinos, los trajes, la escenografía, el montaje. Algunos repiten, porque reconocen el esfuerzo de los onienses para rememorar unos hechos, a veces complejos de representar, y porque saben que cada año hay alguna sorpresa que marca la diferencia de los espectáculos. Los más sorprendidos, son los que no han asistido anteriormente. Y las caras, gestos y comentarios los delatan. Entre murmullos y bisbiseos, comparten las escenas con sus acompañantes.
Nos habíamos quedado en la muerte de Sancho García, el denominado Conde de los Buenos Fueros y empieza la desgracia de los García. Años más tarde fallece su sucesor asesinado el día de su boda en León y se hace con el condado Sancho III el Mayor. La historia humana circula paralela a los avatares del edificio en el que estamos. Hemos llegado a 1029 cuando se realiza la reforma del monasterio y se nombra abad al ermitaño Íñigo.
Foto: Facebook Cronicón
Mientras la iluminación ofrece una tonalidad azul, observamos el interior del monasterio de Oña, donde destacan su iglesia, y fuera del escenario, su sacristía, su refectorio y el impactante claustro. Una de las capillas recuerda que en esta vida es posible redimirse, siempre a través de la penitencia. Para demostrarlo está la historia de María de Egipto, que vivió una juventud disoluta y licenciosa, pero se convirtió durante una peregrinación a Jerusalén. Algunos privilegiados que asisten al espectáculo, pueden disfrutar de unas bellas pinturas góticas que representan a Santa María Egipciaca. En el otro lado, frente a ese fresco, disfrutan de la talla de un cristo románico llamado de Santa Tigridia. El retablo original, el crucero, o la talla románica del Cristo Crucificado son algunas de las joyas más destacadas del templo. Reforzados los colores con la excelente luminotecnia.
Foto: Facebook Cronicón
Entre guerras y afrentas familiares discurre la historia de Castilla , Navarra y León. A la muerte del rey Sancho III, los hijos rompen el reino y se reparten las tierras. García avanza hacia Burgos, pero su hermano Fernando le vence en Atapuerca. Es momento de sacar la chuleta que aparece en el programa del Cronicón y repasar los vínculos de esta saga familiar. No hay que perder el papel de vista, a no ser que se conozca al dedillo todo el árbol genealógico.
Al final de la representación, público y actores se unen en una cerrada ovación, y a la salida se mezclan unos con otros, intentando adivinar a qué personaje representa la persona que ya se ha vestido de ciudadano del siglo XXI. Los trajes históricos, realizados por los propios onienses, están ya colgados en la vieja sacristía de la iglesia, preparados para una nueva representación.
Del 14 al 18 de agosto, se realizan cinco pases, un poco antes de las diez de la noche y la puesta en escena impresiona. Es una representación muy aconsejable. La música, el sonido, el vestuario, las luces, las interpretaciones, convierte a los espectadores en cronistas de la época y testigos de unos acontecimientos que aunque pasan a cámara rápida, parece que estén ocurriendo en ese mismo instante. Es una especie de timelapse castellanoleonés.
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