Madeira, la perla del Atlántico
martes 13.ago.2019 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Sus 55 kilómetros de largo y 28 de ancho, no dan una idea de todas las posibilidades turísticas de Madeira. Con el sobrenombre de la Perla del Atlántico, es un lugar ideal para los practicantes de deportes náuticos y de montaña. Permite pasear por las levadas o entre bosques de Laurisilva, perderse entre las brumas que rodean los escarpados Pico do Arierio o Ruivo, descender barrancos, bañarse en playas naturales, rodar en bicicleta de montaña, escalar picos o disfrutar del avistaje de delfines y ballenas. También de su rica gastronomía. Su privilegiado clima, especialmente en la isla de Porto Santo, donde nunca llueve y no sobrepasan los 30º, han convertido a este archipiélago en un interesante destino turístico, que ha optado por los servicios de calidad para reducir la masificación.
En 1419, cuando llegaron los marinos portugueses, la isla estaba cubierta de una vegetación impenetrable.... la laurisilva. Una reliquia del pasado, que todavía se conserva en esta tierra, igual que en Canarias, Azores y Cabo Verde: con las que conforma la Macaronesia. Hoy en día es parte del Patrimonio de la Humanidad, reconocido por la Unesco.
La costa sur refugiada de la brisas es la más tranquila, mientras que la accidentada costa norte sufre los embates del oleaje marcando sus acantalidados, bahías y calas. Sea en un lugar o en otro, siempre rodeados del azul intenso del Atlántico. La agreste orografía del litoral madeirense, comporta que haya pocas zonas de baño. Todo lo contrario que ocurre en Porto Santo. Al norte de la isla, las piscinas naturales de Porto Moniz, permiten un baño refrescante y seguro en un contorno salvaje junto al océano. Otros lugares para el baño son Calheta y Machico, con su arena blanca importanda, Sao Vicente y Prainha, de tierra negra y playas de piedra en otros lugares de la isla.
Madeira es la isla de la eterna primavera, por su clima cálido durante todo el año que facilita el cultivo de muchas plantas tropicales. No baja de los 13 grados en invierno, ni supera los 26 de veran, con 2.400 horas de sol al año. Un o de los fenómenos atmosféricos más llamativos es el casquete o sombrero de San Juan, cuando la niebla cubre únicamente el municipio de Funchal, mientras a diez minutos mar adentro, luce un sol espléndido. Se produce en el mes de junio cuando las nubes cubren continuamente la capital de esta región autónoma portuguesa.
Su orografía abrupta y salvaje marca no solo sus microclimas, sino también su vida diaria. Funchal, se asemeja a un anfiteatro natural, rodeado de colinas, que comienza en el puerto y el casco antiguo y va ascendiendo sin parar hasta los 800 metros de altura. Llega a los 1.800 en las montañas del interior. Para facilitar la subida se han instalado varios funiculares, que además de su uso cotidiano, facilitan las vistas panorámicas a los turistas. Para descender se suelen utilizar los típicos carros de cesto “Carreiros do monte”. Una tradición centenaria, que como todo en la isla es manual, y que permite bajar a toda velocidad mientras dos personas empujan corriendo el carro arrastrándolo a lo durante dos kilómetros por las calles empinadas de la ciudad. Controlan el vehículo con la fuerza de sus brazos y de los pies. Calzados con botas de suela de neumático, frenan a lo largo del descenso.
Las levadas, unas acequias para senderistas
Los isleños necesitaban plantar sus tierras, pero el único agua que tenían cerca estaba en el interior de las montañas. Por eso en el siglo XV comenzaron el colosal trabajo de construir canales de agua para regar los campos agrícolas. Las levadas, así se llaman esas canalizaciones, conducen el líquido a lo largo de las pendientes. Actualmente hay más de dos mil kilómetros de levadas.... que han acabado convertidas en un gran potencial turístico, para realizar rutas a pie, ya sea por caminos tranquilos, moderados o más salvajes, siempre rodeados de exhuberante vegetación, que permiten conocer fauna terrestre, aves marinas y la flora de la isla. Algunas acequias forman parte de la red europea Natura 2000.
Zapato cómodo y nos adentramos en las levadas. La más conocida es la Levada de 25 fontes con continuas cascadas y saltos de agua y de dificultad media, o la Vereda de los balcones, un camino muy fácil de 3 kilómetros casi plano, con vistas a la Ribeira da Metada. En días de buena visibilidad el turista está rodeado de los picos más altos de la isla, el Ruivo de 1861 metros y el Areiro, un poco más bajo, el pico do Gato, el de das Torres y la Penha d0 Águia.
También se puede caminar por las rutas de Ponta de São Lourenço, Caldero Verde, que sale de Santana y atraviesa el Parque Forestal de Queimadas y cuatro túneles artificiales, con la cascada de 110 metros, que da nombre a la levada. Una de las más complicadas es la vereda de Larano. Puede iniciarse en la fregesia de Machico y tras cruzar la levada dos Maroços, llega al Porto da Cruz, a través de un antiguo camino muy transitado en otras épocas. El mirador do Risco, ofrece una vista de la costa norte y el de Boca da Corrida nos permite ver la isla de Porto Santo, y la punta de São Lourenço y la Penha do Águia. En varios puntos de este difícil recorrido de 12 kilómetros, hay impresionantes vistas del azul marino intenso que nos ofrece el Atlántico.
La de Rabaçal, también es complicada y permite descender el valle dentro del bosque de laurisilva, rodeados de helechos gigantes y una hermosa laguna verde. Pasa por el bosque la del Rey, una de las levadas más bellas de la isla, desde donde se ve São Jorge y Santana. Son unos 10 kilómetros de dificultad moderada. Desde Calheta se puede pasear a lo largo de 8 kilómetros por la levada dos Parezeres, rodeados de acacias, eucaliptos y flores silvestres, hasta la casa do lavadeiro, que era la persona encargada de controlar el reparto y uso del agua. En Câmara dos Lobos y Campanário, está la del Norte, una de las más visitadas de la isla, y une Cabo Girão y Ribeira Brava, en unos 13 kilómetros, fáciles de recorrer. Una distancia similar tiene el camino de Maroços, es fácil y supone unas 3 horas de caminata, que ofrece vistas de Machico y realizar una travesía más cultural a través de plantaciones agrícolas. Aunque estas caminatas pueden realizarse durante todo el año, la mejor época es primavera y principios de verano, que es cuando las cascadas tienen más agua.
Bordados de Madeira, el arte de la perfección
Dedal, aguja, tijeras, habilidad y precisión son fundamentales para tejer los bordados de Madeira. Una tradición en la isla desde el siglo XIX. Feliçbela empezó bordando de pequeña y ya jubilada todavía continúa pasando el hilo siguiendo los puntos azules marcados por los diseñadores. Las mujeres podían contar con un poco de dinero bordando horas y horas durante las noches. Recibían en sus casas los patrones marcados con líneas azules, y los materiales específicos: lino, seda, organdí o algodón y ellas elaboraban sábanas, toallas, pañuelos, vestidos, camisas o manteles, que devolvían a las fábricas, las encargadas de su venta y exportación. Muchas veces era un dinero extra, en momentos de penuria, el sustento de la familia, que se ha convertido en patrimonio histórico y cultural de esta perla del Atlántico. Verdaderas obras de arte. Diseñadores, perforadores, bordadoras, lavanderas, planchadoras.... Todas trabajan a mano y mantienen la identidad de un trabajo artesanal que no ha perdido la autenticidad del proceso manual.
La producción se controla exhaustivamente para comprobar la autenticidad de todos los bordados y conceder el sello de garantía. En el centro de Funchal se pueden visitar las fábricas para comprender el trabajo que desarrollan las bordadoras y lo que ha significado para la isla. Bordal, inaugurada en 1962, es una de las 30 factorías que se mantienen abiertas. El objetivo de los empresarios es reinventar el bordado madeirense, adaptando estas piezas de arte a los nuevos tiempos, y realizando colecciones de diferentes productos. Tienen más de 40.000 diseños, que se pueden ver en su fábrica, así como todo el proceso de costura y fabricación. Allí descubriréis la diversidad, casi infinita, que existe de puntos , algunos tan tradicionales como el punto Richelieu, escada aou Ajour, Ilhós, ponto francés, de crivo, cheio, cordão ou pau, cavacas, caseados o el de areia.
Vino de Madeira, la marca de la isla
El vino de Madeira ha sido uno de los motores económicos de la isla. Comenzó a cultivarse hacia 1420 con unas cepas cretenses que luego fueron sustituidas por la Sercial, Boal, Verdejo y Malvasía. Era un producto básico para largas travesías en barco. Durante los siglos XV y XVI los marineros comprobaron que las barricas que viajaban a la India ganaban en calidad, ya que las altas temperaturas, la humedad de las bodegas de las naves y el movimiento de las olas, en lugar de estropearlo, lo convertían en licor. Ante el aumento de la demanda, decidieron colocar las barricas en la playa y al aire libre, y luego los pasaban a toneles que mantenían los niveles de humedad y aumentaban la temperatura. Actualmente se mantiene durante tres meses a más de 50º y se madura más rápidamente.
Esta técnica es conocida como estufagem, pero la más tradicional, y lenta es la de Canteiros, que consiste en aislar las barricas del suelo sobre barras de madera y en bodegas cercanas al mar. La fermentación es más lenta y se alarga unos 5 años, y la temperatura media de la isla, unos 20º a lo largo de todo el año, le otorga sus cualidades tan particulares y le da mayor calidad, aportándole aromas especiados y notas dulces afrutados.
¿Qué ver en Madeira?
La catedral, el monasterio de Santa Clara, las iglesias do Monte, de Sao Pedro, del Sorro y do Carmo son algunos de los lugares que visitar en la ciudad de Funchal. La mayoría fueron construidas entre los siglos XVI y XVIII y en muchos casos están revestidas de los típicos azulejos portugueses. La Sé de Madeira, como denominan los lusos a la catedral, se construyó durante el reinado de Manuel I y es una mezcla de estilos manuelino, flamenco y gótico con un destacado artesonado de madera autóctona. En el caso del Monasterio e iglesia de Santa Clara, se puede observar el estilo mozárabe hispano, su portal gótico de mármol y la pintura decorativa. El objeto más preciado es el sagrario de plata cincelado por orfebres locales. La Igreja do Monte es la más cercana al pueblo, ya que su gran escalinata la convierte en un lugar de peregrinaciones, y donde se celebran importantes fiestas locales y procesiones. Las iglesias de San Pedro y la de San Evangelista, destacan por que tiene casi todas las paredes cubiertas de azulejos del siglo XVII. Otras construcciones religiosas destacadas son las capillas do Corpo Santo, de São Paulo, -de piedra y cal- es la primera que se construyó en la isla, la de Santa Catarina o la Capela da Boa Viagem.
Uno de los grandes atractivos de la capital son los jardines y parques, como el Botánico o el de Santa Catarina. La fachada de piedra negra y encalado blanco del antiguo palacio del Conde Carvalhal, convertido en Ayuntamiento, preside la Praça do Municipio y cerca está el Teatro Municipal Baltazar Dias, con su platea en forma de herradura. Ha sido siempre el centro cultural por excelencia de Madeira. El antiguo hospital de la Misericordia es el actual palacio del gobierno regional, y las viejas aduanas de Funchal o Alfândega, acoge la Asamblea de esta región autónoma. Las fortalezas de Santiago, São Lourenço y São João Baptista o do Pico son tres edificios militares que recuerdan los numerosos ataques que sufrió la isla por parte de corsarios ingleses, holandeses y franceses, que intentaron controlarla, para dominar las opulentas rutas de las Indias y de América. Los amantes del fútbol no podrán evitar visitar el Museo de Ronaldo, sin duda la figura más mediática de la isla. Aunque hay otros museos, el CR7 es el más visitado de Funchal.
Pez espada negro (feo pero delicioso) Foto: angelaGonzaloM
El grandioso mercado dos lavradores, inagurado en 1940, es como una pequeña ciudad, con sus calles, escaleras y pequeñas plazas en las que se organizan los diferentes sectores. A un lugar las frrutas, en otra las verduras y en el centro el pescado. Abierto de lunes a jueves, su momento de máxima actividad es a primera hora de la mañana. Sorprende ese pez tan extraño, el pez espada negro, con sus ojos saltones, arrancado de las profundidades marinas y la gran variedad de frutas tropicales que se pueden degustar, aunque los precios son un poco exagerados. Arquitectónicamente vale la pena entrar por la impresionante fachada y observar los grandes azulejos de la zona del pescado pintado por João Rodrigues.
El fácil acceso marítimo permitió a los primeros marineros colonizar la bahía de Câmara de Lobos, un nombre que recuerda la gran cantidad de lobos marinos que había en esa zona, y que la presión humana ha trasladado a las Islas Desiertas. Este municipio pesquero resalta por su excelente temperatura, la animación nocturna, sus pintorescas viviendas y sus coloridas Xavelhas, embarcaciones de pescadores. Del patrimonio de la bahía destacamos la iglesia de São Sebastião, del siglo XVI, capillas como la de Nossa Senhora do Calhau y el convento franciscano de São Bernardino del siglo XV. Aún se conserva el horno de sal y las antiguas salinas. Algunas de las vistas más impactantes de Câmara de Lobos son el Pico da Cruz y los miradores de Churchill o Espírito Santo, el Sancho y el Salão Ideal. También permiten disfrutar del Cabo Girão y parte de la capital.
Girão, una mole que se levanta en picado a 580 metros de altura del mar, es uno de los lugares más visitados de la isla y está considerado el acantilado más alto del Europa y el segundo del mundo. En la cima está la capilla de Nuestra Señora de Fátima y para descender hasta una pequeña playa de Fajã dos Pescadores, y los típicos campos de cultivo aterrazados, hay escaleras o un teleférico, que solo es gratuito para los agricultores.
¿Qué ver fuera de Funchal?
Recorremos la costa acompañados por el color azul intenso del Atlántico, que deja ver claramente el horizonte, aunque muchas veces la vista confunde el cielo y el mar, cuando aparecen las nubes en la lejanía. Si se viaja en barca, se podrá observar los acantilados con sus marcas geológicas. Desde tierra podemos acercarnos al cabo Girão, a Achadas de Cruz -cerca de Porto Moniz-, a la zona de Encumeada o a Curral das Freiras (Valle de las monjas). Este municipio es punto de partida de varias levadas: la levada dos Piornais, la levada do Burral y Castelejo y la levada da Velha. En todas ellas encontraréis miradores con vistas panorámicas. Uno de los más bonitos es Eira do Serrado que ofrece vistas del Curral das Freiras y de las montañas de alrededor. El Pico Cidão, el Pico Jorge o el Jardim da Serra, también permiten unas espléndidas vistas del paisaje agreste de Madeira.
La geografía y los paisajes de la isla cambian según la orientación en la que nos encontremos. El sur, donde está la península de Sao Lourenço, es un paisaje semidesértico, mientras que el norte está cubierto de verdes valles, con sus bosques de laureles o laurisilva. Un bosque húmedo subtropical, que hará las delicias de los naturistas.
Al norte de la isla está Santana, uno de los municipios más importantes de la isla. Es conocida por su pintoresca arquitectura tradicional, especialmente las palhoças, casas triangulares de paja, y sus panorámicas de la isla. Es lugar de salida de varias levadas y puerta de entrada al bosque de laurisilva. Una de las levadas más transitada es la de Pico das Pedras que tiene el mote de "Un camino para todos", a la que pueden acceder personas con movilidad reducida, al tratarse de un sendero ancho y llano.
Las casinhas de Santana destacan por sus coloridas fachadas triangulares en blanco, azul y rojo, y su característico tejado de paja a dos aguas, que en algunas ocasiones casi llega al suelo. Son casas bajas con un interior bastante amplio distribuido en dos pisos. Un gran salón se abre en la planta baja, mientras que los dormitorios se sitúan en la parte superior. En la parte trasera, tienen una escalera con peldaños, que se utiliza de balcón. Algunas tienen sótano, donde guardan la cosecha. Su difícil mantenimiento, hace que muchas estén deshabitadas y que cada vez queden menos. Aunque todavía hay catalogadas un centenar de ellas.
Piscinas naturales de Moniz Foto: angelaGonzaloM
Al este, Machico posee un rico patrimonio cultural como la iglesia Matriz del siglo XV, de estilo manuelino y los fuertes de São João Baptista y Nossa Senhora do Amparo, del siglo XVII. Cerca está la praia da Banda Além, de arena fina y los miradouros do Pico do Facho y do Senhor dos Milagres ou da Queimada, desde donde se pueden ver las deshabitadas islas Selvagens.
Fuera de Madeira encontramos Porto Santo, 9 kilómetros de playa dorada y las islas Desiertas y las Salvajes, que están despobladas y son reservas naturales, donde habita la foca monje, una de las especies en peligro de extinción más grande del planeta, y un santuario para las aves marinas.
Fiestas todo el año
Festival del Atlántico Foto angelaGonzaloM
Las islas del Atlántico suelen tener mucha actividad festiva a lo largo del año, y Madeira no es menos. Además de las fiestas patronales se organizan procesiones coincidiendo con importantes festividades religiosas, como el 15 de agosto. También organizan la vuelta a la isla en automóviles clásicos, el Rally do Vinho de Madeira, la Festa da flor en abril, o la do Vinho de Madeira en septiembre, sin olvidar el festival de Jazz.
Una de sus fiestas más conocidas es el Carnaval de Funchal muy parecido a las comparsas de Río de Janeiro, con impresionantes carrozas y bandas de música. Una de las celebraciones más populares es el carnaval de la confusión o Trapalhao, que aprovecha para hacer crítica política y social.
La otra gran fiesta anual es la de Fin de año, con festejos que ya se inician en octubre engalanando la ciudad con originales diseños y flores multicolores. Las agradables temperaturas de invierno ayudan a participar en la noche de fin de año, cuando todo se ilumina y los cruceros atracados en el puerto forman parte del escenario, y permite a los viajeros disfrutar de los espectaculares fuegos artificiales, convertido en uno de los mejores eventos pirotécnicos del mundo. y reconocido con varios premios turísticos. Todos los sábados del mes de junio se organiza el festival del Atlántico, un concurso internacional de pirotécnia, que llenan de luz, música y color la bahía de Funchal. En algunos casos el ganador es el encargado de organizar los fuegos artificiales del 31 de diciembre.
Una variada oferta hotelera y gastronómica
El agradable clima, el aire limpio, las aguas cálidas, su temperatura suave y la tranquilidad atrajo a los primeros turistas en el siglo XIX. Por las calles de Funchal pasearon la emperatriz austrohúngara Isabel de Wittelsbach, el emperador austríaco Carlos I, el dictador polaco Józef Pilsudski, y en el siglo XX, Winston Churchill, el dictador cubano Fulgencio Batista o el pintor austríaco Max Rommer, que vivió 30 años en la isla. Unas visitas que muestran la existencia de un turismo de lujo desde hace dos siglos, y que ha aumentado en los últimos años.
Cerca del puerto, al oeste de la ciudad, se encuentran las grandes cadenas hoteleras y los establecimientos hoteleros y de ocio. La oferta es muy variada y se pueden encontrar hoteles con encanto, de cinco estrellas, o más baratos, hasta pensiones o apartamentos. A las afueras, están los establecimientos más exclusivos, como las Quintas, unas fincas con una arquitectura local y generalmente con jardines y grandes espacios, además de vistas increíbles a la ciudad, al mar o la montaña. En estas estancias exclusivas intentan armonizar la tradición y la modernidad, la excelencia y la tranquilidad y no suelen sobrepasar las 70 habitaciones. Para acceder a ellos es imprescindible alquilar un vehículo, que también servirá para poder recorrer la isla tranquilamente.
Casi todos fueron residencias de políticos, escritores, incluso algún príncipe y aristócratas o burgueses adinerados. Destaca su decoración interior, con importantes obras de arte. Entre sus servicios hay piscinas, saunas, masajes, recintos deportivos y en algunos casos campos de golf, como la Casa Velha do Palheiro, en Funchal: un maravilloso Relais & Châteaux donde podrás desconectar durante tu estancia. En el restaurante preparan una selección especial de pescados, como el “Peixe da ilha”, un pescado salteado de espárragos trigueros y salsa.
Lugar de ida y vuelta a otros continentes, su gastronomía también está mezclada de influencias africanas, hindúes o caribeñas. El centro de Funchal es un lugar privilegiado para degustar los platos típicos de la isla o cocina internacional. El pez espada negro, el bacalao en sus múltiples variedades (principalmente "gata") y la sopa de castaña, son un ejemplo de la variada gastronomía local. Entre los dulces, el Bolo de Mel, o el Pudim de Maracujá y para beber no puede faltar la Poncha à pescador, un aguardiente de caña de azúcar, agua, y zumo de limón, que preparaban los pescadores y consumían frío o caliente. La Nikita es una cerveza con helado de vainilla y trozos de piña.
¿Como llegar a Madeira?
Para viajar a Madeira, solo hay dos tipos de transporte, en avión o en crucero. La mayoría de vuelos llegan al aeropuerto Cristiano Ronaldo, desde Lisboa, pero también hay alguna compañía que realiza vuelos desde Madrid, Canarias, Reino Unido, Alemania o Austria. Tap y Sata viajan a Madrid, Barcelona, Zaragoza, Alicante, Palma de Mallorca, Valencia y Sevilla. Tras la construcción del nuevo aeropuerto, una obra de ingeniería que obligó a construir una pista sobre la ladera de la isla y ocupando un espacio de mar, cada vez llegan más turistas.
Para viajar a las playas de arena dorada de Porto Santo, hay vuelos de Binter Canarias, aunque lo más habitual es trasladarse en ferry desde Funchal en una travesía de poco más de dos horas. Lo mejor es hacer noche en la isla, porque es muy complicado regresar el mismo día. No hay ferrys desde Canarias, ni desde el continente, aunque se puede llegar por mar en crucero. Una alternativa que cada vez tiene más adeptos.
Yate VIPDolphin Foto: angelaGonzaloM
Hay autobús hasta el aeropuerto, la línea regular para por los pueblos y el aerobús, más caro y rápido, va directo a la estación de autobuses situada cerca del puerto.
Para moverse por Madeira lo aconsejable es alquilar un coche o bicicletas, en la capital hay autobuses urbanos y buses turísticos, además de funicular para ascender a las zonas más altas y no os podéis perder bajar en los carrinhos de cesto o cestinhos, para descender a tumba abierta desde el barrio de Monte, hasta casi el centro.
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