Berlín, la ciudad que tumbó el muro
jueves 7.nov.2019 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Foto: stiftung berliner mauer J. Hohmuth
De una ciudad dividida a un referente mundial de la libertad. Una enorme cicatriz fantasma recorre todavía hoy, la capital alemana. Convertida en una marca en el suelo, es el testigo permanente de una tragedia humana y una locura política.
El 13 de agosto de 1961 era domingo, y poco después de la medianoche, miles de soldados y policías de la RDA, iniciaron la denominada "operación rosa". Empezaron a levantar un muro antifascista, para protegerse del occidente capitalista. La realidad es que intentaban evitar el éxodo de sus ciudadanos hacia el oeste. Desde 1950 hasta aquel año habían abandonado el país más de dos millones y medio de personas.
En un intento de olvidar el pasado, el gobierno alemán, se apresuró a retirar los restos del muro que hoy en día están esparcidos por domicilios, en pequeños trozos se regalaban con diarios, o se podían comprar como souvenirs. La mayor parte del trabajo la realizaron los "pájaros carpinteros", cazadores de recuerdos que armados con martillos, cinceles y sierras eléctricas, demolieron rápidamente la odiada construcción.
Pero no puedieron impedir que el recuerdo continúe durante generaciones. La ciudad mantiene todavía levantados algunos bloques de cemento, como la East Side Gallery, o la Bernauer Strasse, una pared vertical que conmemora a las víctimas que intentaron cruzar sin éxito hacia la entonces denominada República Federal Alemana. En esa misma calle se ha readaptado un espacio abierto, conocido como la Franja de la muerte, una zona hipervigialada que debían atravesar los que intentaba huir. 30 metros de anchura, aunque en algunos lugares llegaba al medio metro, como en la Potsdamer Platz.
Lugares emblemáticos del muro de Berlín
Ciento cincuenta y cinco kilómetros de bloques de cemento de casi cuatro metros de alto rodeaban la parte occidental de Berlín y se convirtió en el símbolo de la división de la Guerra Fría. Casi todos los recorridos turísticos empiezan en la puerta de Bandeburgo, pasando por la Postdamer Platz, siguiendo por la Niederkirchner strasse (la antigua frontera entre Berlín Este y Oeste) y terminando en Checkpoint Charlie, el antiguo puesto fronterizo.
Escuchar la historia del muro es hablar de su sorprendente construcción, de las huidas exitosas a lo largo de esta frontera más divisoria de lo que normalmente son las fronteras, sin olvidar a los que murieron al intentarlo.
Los y las guías, tanto personas como libros, nos hablan de las torres de vigilancia, las rutinas y deberes de los guardias fronterizos, la presencia de fuerzas soviéticas y aliadas a uno y otro lado de la pared, la guerra fría y los papeles que jugaron las Stasi y la CIA, las técnicas y equipos de vigilancia de la temible policia secreta germana, de las estaciones fantasma, que conformaron el considerado muro bajo el muro.
El metro de Berlín, uno de los más antiguos del continente, se convirtió involuntariamente en protagonista, ya que se tapiaron todas las estaciones que atravesaban el sector oriental. Se cerraron dos líneas la U8 y la U6. Aunque los convoyes no se detuvieran, la empresa debía pagar unos impuestos por continuar circulando para poder dar servicio a los ciudadanos del Berlín occidental que vivían al otro lado del muro. ¿Qué debían sentir las personas que viajaban diariamente por la zona, y que incluso podrían tener familiares al otro lado de aquellas paredes? En la estación Nordbahnhoff, hay una exposición permanente que explica toda la historia del muro subterráneo.
Senderos del muro
Aunque hay un sendero que recorre el mismo trayecto que la pared que dividía la zona oeste y oriental, de más de 40 kilómetros de largo, hay varios obstáculos que no permiten realizarlo en todo su recorrido siguiendo el paisaje urbano actual. Las hileras dobles de adoquines en el centro de la ciudad, marcan el curso de casi seis kilómetros de la histórica tapia. Cada ciertos metros hay una placa de metal en el suelo donde se lee la inscripción: Berliner Mauer 1961-1989. Es de doble fila, porque también lo erael muro, tanto el denominado Grenzmauer que lindaba con Berlín Occidental como el Hinterlandmauer, que estaba en la parte oriental. Algunos de esos adoquines han sido ocupados por la naturaleza y otros por propiedades privadas que se han adueñado de la zona militar a ambos lados de la pared.
El Sendero se extiende siguiendo las antiguas fortificaciones fronterizas alrededor de 160 kilómetros de la mitad occidental de la ciudad. Hay partes que son sendas ciclistas y de peatones paralelos a las carreteras Zollweg o Kolonnenweg, construidas por las patrullas de la RDA para vigilar la denominada franja de la muerte (Todesstreifen) una zona militarizada que trataba de disuadir las fugas.
Hay carteles colocados en todo el itinerario y mapas que proporcionan una visión general, fotografías y textos relatando la historia ocurrida en cada sitio particular y, que sobre todo, sirven para orientar al caminante o ciclista.
Para facilitar la planificación en recorridos a pie o en bicicleta, la ruta se divide en catorce secciones de entre 7 y 21 kilómetros, a los que se puede acceder fácilmente en transporte público.
Los responsables de turismo han diseñado 4 Tours. Desde la Postdamer Platz al Checkpoint Charlie; de Wollankstrasse a Nordbahnhof; desde Postdamer Platz a Warschauer Strasse, acabando en Schönewiede.
La Postdamer Platz era la plaza más grande de Europa y fue allí donde Berlín se dividió en dos mitades. Hacia el sureste se puede seguir un recorrido de siete kilómetros a lo largo de los cuales encontramos una exposición temporal, dos placas de la milla de la historia del muro y una torre de vigilancia de la patrulla fronteriza oriental, ahora ya oculta por nuevos edificios. En las confluencias de la Niederkirchnerstrasse y la Zimmerstrasse, se conservan unos 200 metros del muro original. Allí el edificio Martin Gropius muestra la exposición "Topografía del Terror", y las dobles hileras de adoquines.
La ruta continúa por la Friedrichstrasse, donde se encontraba el control fronterizo de personas o Checkpoint Charlie. Cerca encontraréis un edificio de unos 15 metros de alto en forma de caja negra, es la Black Box o Panorama del Muro de Berlín, (U6) donde el artista Yadegar Asisi plasmó palabras que expresan los sentimientos de aquella incomprensible historia que duró casi 30 años. Fragmentos de vídeos con testimonios de audio y voces, complementan la representación en la que también se puede ver un tanque soviético T-62 o un dosímetro de radiación.
En las inmediaciones está el Museo del Muro. Era el último edificio antes de la frontera y desde allí se podía controlar lo que ocurría fuera desde un ventanuco. Ahora el centro informa de los intentos de fuga, de las víctimas y se puede comprobar hasta donde llegó la imaginación de los que intentaban huir utilizando minisubmarinos o globos aeroestáticos.
Antes de llegar al museo Trabi que nos muestra la vida cotidiana de los ciudadanos, nos topamos con el edificio Axel Springer, un control fronterizo de carga y del correo, situado en la Heinrich Heine strasse. Aquel lugar por donde pasaban los diplomáticos hacia el interior de la alambrada, es hoy un supermercado. Cerca está el Museo alemán del Espionaje, en la Leipziger Platz, que presenta la tecnología que utilizaban los servicios secretos.
La otra ruta más visitada es la que va de Wollankstrasse a Nordbahnhof. En ella podemos conocer el túnel subterráneo, el muro bajo el muro y las estaciones fantasma. Durante las décadas del 60 al 90, Wollankstrasse era una única parada intermedia de la línea de tren del norte para los ciudadanos que viajaban a Heiligensee y Frohnau. Estaba al otro lado de la frontera urbana, pero los berlineses occidentales podían utilizarla. Para los orientales estaba prohibida. Ellos viajaban en una línea interurbana anticuada.
Al año siguiente a la caída de la ignominiosa pared, los japoneses regalaron a los berlineses un cerezo que ahora se conoce como la avenida del cerezo.
Desde la pasarela entre Behmstrasse y Mauerpark se puede ver el muro posterior que separaba estas instalaciones ferroviarias cerca de la frontera berlinesa. En el paseo por esta ruta se cruza el parque del muro, adyacente al estadio Friedrich Jahn. Al final del jardín, el muro giraba hacia el oeste y allí abrieron tres calles Eberswalder Strasse, Oderberger Strasse y Schwedter strasse. Desde ese lugar se saludaban los familiares de las dos Alemanias. Allí encontramos también placas conmemorativas que recuerdan la muerte de los que intentaron huir. El mejor lugar para comprobar el sufrimiento de las familias que habían sido separadas de la mañana a la noche, es el Monumento a las víctimas, la capilla de la reconciliación y el centro de documentación. Esta es una ruta especialmente interesante para todos los amantes del ferrocarril.
Restos del Muro en cinco continentes
Eran 155 kilómetros de bloques de cemento de casi cuatro metros de alto que rodeó la parte occidental de Berlín y que se convirtió en el símbolo de la división de la Guerra Fría. Después de derrumbarlo, algunos bloques de hormigón se regalaron a personalidades mundiales como Ronald Reagan o el Papa, pero otros se vendieron. En Montecarlo se subastaron unos 81 bloques, con sus grafitis incluidos, por unos 5.000 euros.
Incluida Berlín, 20 ciudades guardan restos del histórico muro. Ciudad del Cabo, Buenos Aires, Taipei, la indosenia Depok, Canberra, Tokio, Seúl, Moscú, la israelí Ein Hod, San José de Costa Rica, la capital jamaicana, Kingston, Guatemala, México, Sofia, París, Bruselas, Londres, y los tres bloques del parque de Berlín en Madrid. Algunos fragmentos pueden verse en el el Archivo de la Guerra Fría de Los Ángeles, o el Museo presidencial Franklin Roosevelt (en el Hyde Park de Nueva York). También hay un bloque en el Westminster College de Missouri, en el cuartel general de la CIA en Washington o en el santuario de Fátima, frente al cuartel general de la CIA en Washington
También hay un panel del muro en el kilómetro 102 de la AP15, que une Pamplona y San Sebastián. Al pie del bloque se puede leer una frase de Salvador de Madariaga. "El camino hacia la paz en Europa debe pavimentarse con piedras arrancadas del Muro de Belín". Porque hay una realidad persistente e inmutable. Cuando un muro se cae o los ciudadanos lo tiran, se abre un mundo.
@angelaGonzaloM
@Viaje_Itaca_
Instagram: @Audioguíasturísticas